Pan de tomates secos y aceitunas negras sin gluten
Cuando eres celíaco se echan de menos ciertas cosas, como por ejemplo el bajar a comprar el pan y volver con ello totalmente pellizcado por el desgaste que suponen los escasos 10 metros que hay entre tu casa y la panadería, el rebañar con un buen trozo crujiente del mismo o simplemente su olor a recién hecho…
Aunque todo eso quizá tan solo sea una melancolía pasajera, ¿no? Porque en cuanto pruebes la receta de hoy tus deseos se harán realidad.
¿Dispuestos a probar este pan de tomates secos y aceitunas negras?
Ingredientes:
Elaboración:
Ponemos la levadura en un bol con agua y removemos durante unos minutos hasta que se disuelva.
Tamizamos la harina y la mezclamos con la sal. En el centro hacemos un hoyo y vertemos el agua con la levadura.
Iremos echando poco a poco, con un utensilio preferiblemente de madera, la harina de los lados hacia el centro para que se vaya integrando con el agua y la levadura y formar, de este modo, una pasta de textura espesa.
Cuando finalicemos, taparemos la masa con un paño de cocina y dejaremos reposar durante 1 hora más o menos.
Mientras, pondremos los tomates secos en agua para que vayan ablandándose, manteniéndolos alrededor de 1 hora. Sugerencia: Debido a que el tiempo de espera en ambos puntos coincide, procurad iniciar este último en cuanto tapéis la masa para que posteriormente no tengáis que esperar más por uno que por el otro y puedan integrarse a la par. No obstante, si queréis acelerar la hidratación de estos tomates bastará con que les pongáis en un agua a mayor temperatura.
Transcurrido este tiempo, sacamos los tomates y los cortamos en trocitos. Hacemos lo mismo con las aceitunas negras.
Cuando tengamos todo troceado lo añadiremos a la masa, que tendrá una consistencia blanda y pegajosa. Consejo: Si al retirar el paño observáis que ésta continúa demasiado húmeda podéis añadir algo más de harina.
Volcamos la masa sobre una superficie previamente enharinada para que no se nos quede pegada y amasamos durante unos 10 minutos hasta que quede tersa, flexible y con los demás ingredientes bien integrados.
Tapamos de nuevo y dejamos reposar otra hora más. Durante este tiempo verás como empieza a duplicar su tamaño, cuando lo haga, golpéala con la mano para sacarla el aire y tápalo de nuevo unos minutos más.
Damos la forma que queramos a nuestro pan, lo ponemos sobre una placa y tapamos otros 40 minutos para que aumente otra vez su tamaño (esta vez no será necesario sacar el aire).
Pasado ese tiempo metemos al horno previamente precalentado (tened en cuenta que esta preparación es larga por lo que es aconsejable encenderlo unos 15 minutos antes de introducir el pan) y dejamos durante 45 minutos a una temperatura de 200 grados.
El tiempo es estimado, lo importante en esta receta es que el pan no nos quede crudo por dentro o se queme por la parte de la corteza, por ello, vigiladlo en cuanto empiece a dorarse por fuera.
Dejamos enfriar y a pellizcar, rebañar u oler.