Todo por el poder
Ha arrancado la investidura de Sánchez tal y como marcaba el orden del día. El candidato a la presidencia del Gobierno ha subido a la tribuna del Congreso a las doce del mediodía para desgranar lo que debería ser su programa de Gobierno.
Poca cosa nueva, la verdad, nada más que la ratificación de que su único programa es él mismo y su ambición por mantenerse en el poder. Probablemente, ningún otro líder político de los dos grandes partidos que han gobernado en España desde 1977 -entendiendo a la UCD como parte del actual PP, al haber acabado en el partido de Génova la inmensa mayoría de dirigentes y votantes del partido que liderara Adolfo Suárez- se habrían prestado al apaño que hizo posible que prosperase aquella moción de censura hace poco más de un año.
No obstante, esa moción de censura sólo fue el segundo intento de lo que en octubre de 2016 desbarataron los dirigentes territoriales del PSOE, con Susana Díaz a la cabeza, cuando echaron a Sánchez de la secretaría general en el momento en el que pretendía pactar con Podemos e independentistas y que lo refrendase su dirección votando en una urna guardada tras una cortina. Sin embargo, una vez que recuperó el poder, se adelantó a su dirección nacional y registró la moción, sin posibilidad ya de que sus barones pudiesen decir mucho más.
Pues bien, ahora pretende afianzar las costuras de aquella alianza destructiva contra el PP con socios que quieren separarse del conjunto de España, otros que están siempre al mejor postor desde su nacionalismo vasco, y otros más que quieren romper con el régimen de prosperidad nacido de la Ley para la Reforma Política y de la Constitución de 1978. Con esos mimbres, el cesto que puede salir no parece que vaya a ser muy conveniente para España. Pues bien, Sánchez está dispuesto a muchas cosas, incluso, quién sabe, a introducir en su consejo de ministros a miembros designados por Podemos. No estará Iglesias, pero eso no quita para que Iglesias, vía Podemos, se siente en el consejo de manera indirecta.
En los más de cuarenta años de democracia jamás ha habido un ministro que defendiese unas ideas extremistas, ni de derechas ni de izquierdas, y ahora estamos a punto de ver a la extrema izquierda en el banco azul, con todo lo que ello implica. El gasto, los impuestos, el conjunto de las cuentas públicas, el intervencionismo en grandes áreas de las vidas de los ciudadanos, pueden tener lugar con ministros de Podemos. No es que el PSOE no sea intervencionista, pero desde la socialdemocracia siempre tuvo unos límites razonables. Es verdad que Zapatero fue quien sembró todo este despropósito, pero ni el mismo se atrevió a enfrentarse a quienes le pidieron que tomase medidas de ajuste. Ahora, con algunos ministros de extrema izquierda, es probable que no fuese así. Si todo sucede como está previsto, ese pacto será ratificado, adentrándonos en algo desconocido para nosotros, por lo menos desde los nefastos tiempos de la II República. Sánchez resume su programa en una frase: todo por el poder.
- José María Rotellar es Profesor de la UFV, del CES Cardenal Cisneros y del Trinity College