Iglesias quiere foto con el Papa
El ateo Pablo Iglesias tendrá su foto con el Papa Francisco y, como si fuera un devoto feligrés más, se desplazará hasta Roma el próximo 10 de septiembre. El secretario general de Podemos ya dijo en 2014 que le gustaría «conocer a Jorge Bergoglio en el Vaticano o en Vallecas». La cita con el Santo Padre será en el epicentro de la Iglesia Católica —Residencia de Santa Marta, en concreto— y no al sur de la capital de España. Además, y a tenor de las molestias que se ha tomado, el podemita tenía mucho interés en cerrar este encuentro. Tanto que puso a trabajar a la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, y a su ‘número dos’ Íñigo Errejón.
Con la ayuda de los también podemitas José Manuel López y Javier Barbero —defensor de los okupas del Patio Maravillas— y la mediación del obispo Marcelo Sánchez Sorondo, consiguieron llegar hasta el entorno del Papa mediante el diputado argentino Gustavo Vera. Una audiencia cimentada en numerosos trámites y reuniones secretas que propiciarán el segundo encuentro entre Iglesias y Francisco. El primero acaeció cuando el Papa visitó el Parlamento Europeo. El entonces eurodiputado Iglesias le regaló una obra de Miguel de Unamuno: ‘San Manuel Bueno, mártir’. Una visita que ahora se dará bajo la paradoja de que el propio Pablo Iglesias defiende que España rompa el Concordato con la Santa Sede.
De hecho, Podemos y sus marcas blancas, especialmente en Madrid, han hecho casus belli del tema de la Iglesia. Además de desvirtuar totalmente la esencia primigenia de la cabalgata de los Reyes Magos durante la última Navidad, la portavoz del Ayuntamiento, Rita Maestre, asaltó la capilla de la Universidad Complutense al grito de «contra el Vaticano, poder clitoriano». No obstante, no han sido los únicos ataques. La lista es interminable. En una ciudad como Sevilla, por ejemplo, donde la Semana Santa es, además de una férrea manifestación de fe, una manera de subsistir, Participa Sevilla —otra marca blanca podemita— pidió eliminar las calles religiosas y sacar en procesión ‘el coño insumiso’ dentro del programa oficial. Constantes desprecios y provocaciones a unas creencias que en España engloban a millones de personas. Quizás, ahí esté una de las claves para descifrar el decidido interés de Pablo Iglesias por el Papa Francisco: pescar en el inmenso caladero de los votantes católicos.