Del barco de Sanchete… no nos moverán

Pedro Sánchez ha anunciado que el buque de la Armada española «Furor P-46» escoltará a la flotilla Sumud que lleva ayuda a Gaza y en la que viajan a bordo Ada Colau y Greta Thumberg, entre otros conspicuos referentes del populismo mundial. Según el Ministerio de Defensa, el buque cuenta con un hangar, un cañón, una cubierta de vuelo, antenas, radares y sensores y su orden es la de navegar por aguas internacionales, proteger a la flotilla y velar por los civiles que van a bordo, porque «el Gobierno español -según dijo el presidente- exige que se cumpla el Derecho Internacional y que se respete el derecho de nuestros ciudadanos a navegar por el Mediterráneo de manera segura».
La sobreactuación de Pedro Sánchez en este asunto, con independencia de las críticas que merezca la ofensiva militar de Israel contra la población de Gaza, tiene tintes de sainete y se presta a la chanza. Porque en el buque viajan más miembros de las Fuerzas Armadas que españoles en la flotilla, lo que también resulta desproporcionado. En su afán por hacerse notar, Sánchez se ha erigido en guardián de los mares, sometiendo a la Armada española a un ridículo espantoso. Ya es el barco de Sanchete, el del «no nos moverán», la versión progre de aquel barco de Chanquete de Verano Azul.
Una cosa es reclamar a Israel mesura en su respuesta bélica a los atentados terroristas de Hamás y otra que Sánchez lleve su furor propalestino al paroxismo del absurdo, que es lo que representa que un buque de la Armada española se meta en zona de guerra para escoltar a una flotilla en la que viaja un nutrido ramillete de ese populismo de izquierdas que ha decidido surcar los mares para hacer frente a Netanyahu. Y como capitán honorífico, Pedro Sánchez, gorra de plato y paso al frente en pos de la justicia universal. Todo vale para zafarse de la corrupción que le tiene con el agua al cuello.