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Sabes que eres de clase media-baja si te gastas este dinero en Lotería de Navidad, según un experto financiero

Clase media-baja
Mujer de clase media-baja con un décimo. Foto: ilustración propia.

La clase media-baja y su relación con el dinero es un debate que jamás pasa desapercibido en redes sociales, especialmente cuando se analizan hábitos de consumo asociados a la expectativa de un cambio rápido de situación. La Lotería de Navidad aparece en ese contexto como un ejemplo recurrente, no por el sorteo en sí, sino por el peso que puede tener en los presupuestos.

Desde esta óptica, la clase media-baja no se define solo por el nivel de ingresos, sino por patrones de comportamiento financiero que se repiten a lo largo del tiempo. Según algunos especialistas, estos comportamientos influyen directamente en la capacidad de ahorro, inversión y planificación a largo plazo, especialmente de cara a la jubilación.

La Lotería de Navidad y el gasto recurrente de la clase media-baja

El educador financiero argentino Maxi Leguizamo, fundador de Taller de Inversiones, ha abordado este tema en uno de sus vídeos publicados en la red social Instagram. En su análisis, sostiene que tanto los sectores de menores ingresos como amplias capas de la clase media-baja destinan una parte significativa de su dinero disponible a la lotería y a otras formas de apuesta.

Leguizamo cita estadísticas que indican que las personas con menos recursos llegan a gastar hasta un 5% de sus ingresos en billetes de lotería.

}sta proporción, trasladada a la realidad de la clase media-baja, supone una cantidad relevante si se tiene en cuenta que se trata de rentas ajustadas, con escaso margen para el ahorro sistemático.

El planteamiento no se centra en una cifra concreta en euros, sino en el porcentaje del ingreso mensual o anual. Desde este enfoque, el problema no es el décimo ocasional, sino la repetición del gasto como una estrategia implícita de mejora económica.

La mentalidad financiera de la clase media-baja, según Maxi Leguizamo

Uno de los puntos centrales del discurso de Leguizamo es la idea de que la clase media-baja y la clase baja comparten una mentalidad similar frente al dinero. Según explica, ambas buscan un golpe de suerte que funcione como una forma de salvación económica.

En el caso de la lotería, la probabilidad de ganar es extremadamente baja. El propio experto recuerda que las opciones de obtener el premio mayor se sitúan en torno a una entre catorce millones. Aun así, el atractivo del resultado inmediato pesa más que el análisis racional de las probabilidades.

Esta lógica sostiene que este hábito no desaparece cuando aumentan ligeramente los ingresos. En la clase media-baja, la búsqueda de atajos se traslada a otros ámbitos, como inversiones de alto riesgo o propuestas que prometen rentabilidades fuera de mercado.

De la lotería a las estafas: un patrón que se repite a menudo

Según el fundador de Taller de Inversiones, la diferencia entre clases no siempre está en el objetivo, sino en el vehículo utilizado. Mientras que los sectores más vulnerables compran lotería, parte de la clase media-baja termina cayendo en estafas financieras o esquemas poco transparentes.

Promesas de beneficios rápidos, supuestos expertos y oportunidades exclusivas forman parte de un mismo esquema mental: dinero rápido sin proceso, sin aprendizaje y sin asumir responsabilidad. Este patrón explica por qué, en muchos casos, los resultados a largo plazo son similares, incluso tras décadas de trabajo.

El experto subraya que este comportamiento tiene consecuencias directas en el futuro financiero, especialmente en la jubilación, donde la falta de planificación se traduce en dependencia de ingresos mínimos.

Construir frente a apostar: la alternativa para salir de la clase media-baja

Frente a esta dinámica, Leguizamo plantea una diferencia clara entre quienes permanecen en la clase media-baja y quienes logran mejorar su situación económica. La clave no está en evitar un sorteo concreto, sino en abandonar la lógica del atajo.

Aprender, invertir con criterio, desarrollar habilidades y asumir que el crecimiento financiero es un proceso de largo plazo son, según el experto, los elementos que marcan la diferencia.

No se trata de suerte ni de gurús, sino de una relación distinta con el dinero.

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