INVESTIGACIÓN DEL ASESINATO DE MARÍA DEL CARMEN MARTÍNEZ

La policía descartó a través de los móviles el seguimiento de un sicario a la viuda de Vicente Sala

Viuda CAM
La viuda asesinada de Vicente Sala, Maria del Carmen Martínez (abajo, y su yerno, Miguel Ángel López (izquierda), durante el funeral de Vicente Sala.

El minucioso trabajo policial del crimen de la viuda del ex presidente de la CAM, plasmado en uno de los  informes aportados al juzgado nº 7 de Alicante, consistió en averiguar la identidad de los titulares de los teléfonos móviles que estuvieron cerca del móvil de María del Carmen Martínez para asegurar o descartar si ésta fue seguida por sus asesinos.

El estudio, como en otros casos, se vale de las señales de enlace a los repetidores de telefonía con los que estuvo en contacto el terminal de la víctima para establecer si en su rutina diaria había números que coincidiesen y saber quién o quiénes podrían estar siguiendo a la mujer. Los sicarios suelen acechar a su objetivo con el fin de establecer sus costumbres, de forma que si estos seguimientos hubiesen tenido lugar lo normal sería hallar coincidencias de los móviles de criminales y víctima.

En el caso de Martínez no concurre ninguna coincidencia reiterada ni casual con otros números, por lo que en principio se descarta la opción de seguimientos, al menos por parte de delincuentes provistos de teléfono móvil. En otro de sus informes abundan los investigadores en por qué creen que no cometió el crimen un sicario.

“Existen diversas circunstancias que hacen descartar la participación de un sicario”, señalan. En concreto, mencionan cuatro: el tipo de arma “antigua, poco profesional”. El tipo que suele tenerse a modo de “herencia”, sin documentación. La segunda es el tipo de munición: dos cartuchos de calibre poco habitual, transformado para adaptarlo a similar a 9×20. Dicen los policías que es para impedir que se identifique el arma utilizada. El abandono de los casquillos induce a descartar también a un sicario, que no dejaría en la escena pruebas, en este caso las vainas percutidas. Finalmente, resaltan el tipo de disparos. La ejecución, dicen, denota “nerviosismo e inexperiencia”. El primer disparo no resultó mortal en sí y el segundo, “estando la víctima a su merced, es aún menos certero”. “Un profesional se habría asegurado de que la víctima muriera en el acto”.

Este es tan solo uno de los trabajos que han realizado y realizan a día de hoy los investigadores, que también han establecido en otro informe todas las disonancias que se dieron aquel día en la rutina profesional y personal del hasta ahora único detenido por el crimen.

En el estudio de su actuación el pasado 9 de diciembre destacan los agentes que solamente tres personas tenían conocimiento del momento exacto en el que iba a estar la víctima en el concesionario familiar: la recepcionista, uno de los mecánicos y el propio Miguel Ángel. Antonia, la hermana de la víctima, también lo sabía. Llama la atención de los agentes que de los diferentes testimonios que recogen todos coinciden en que nunca se entregaban los coches en el lavadero y es más, se desaconsejó en alguna ocasión hacerlo allí, puesto que era un lugar que no contaba con buena visibilidad para ello. También señalan que Miguel nunca entregaba los vehículos tras una revisión. Esa tarde lo hizo. “María del Carmen fue ejecutada nada más llegar al vehículo. Solo con Miguel tuvo contacto en ese momento”, señalan los agentes en las conclusiones del atestado.

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