Los grandes olvidados de la Revolución Francesa

La historia de Francia y del resto mundo no sería la misma sin los acontecimientos que impulsaron la Revolución Francesa. Los principales protagonistas vencedores son bien conocidos en la actualidad, pero hay varias figuras y héroes anónimos que, pese a tener una significante participación en la toma de la Bastilla, quedaron en el olvido. Estos son los grandes olvidados de la Revolución Francesa que no siempre aparecen en los manuales de Historia.

Ribaucourt, el héroe efímero de la Revolución de 1789

El día en que el pueblo de la ciudad de París marchó desde los suburbios para tomar la fortaleza de la Bastilla, la multitud se había topado con un pequeño abismo cuya distancia impedía su ferviente lucha contra el Antiguo Régimen. Al otro lado, en la plataforma del gran puente levadizo, se asoma un papel con un mensaje en una pequeña abertura, pero los revolucionarios no logran alcanzarlos.

En ese preciso instante, un hombre anónimo de nombre Ribaucourt corre como un loco en dirección contraria de la multitud. La mayoría de las personas no entendía qué hacía, y mucho menos se imaginaban que su pequeña acción sería definitiva para que la revolución siguiera su curso.

Ribaucourt hace su mayor esfuerzo para llegar a hasta la rue des Tournelles, donde estaba situada la carpintería de su amigo Lemarchand. Empapado de sudor y con once tablas de madera en sus brazos, regresa para tapar el vacío. Finalmente, alcanza la nota en la que el gobernador De Launay amenaza con escribiendo lo siguiente: “Tenemos un montón de pólvora; haremos saltar el cuartel y la guarnición, si no aceptáis la capitulación de la Bastilla”.

La multitud blasfema y exige bajar el puente y vuelven al cargar los cañones. Al trascurrir varios minutos, De Launay sucumbe al miedo y al empuje del pueblo. La guarnición se rinde y la plataforma del puente desciende, a la vez que la multitud irrumpe en la Bastilla, olvidando a Ribaucourt, el gran héroe efímero de la Revolución de 1789.

Armand-Louis de Gontaut, duque de Lauzun y Biron (1747-1793)

Armand-Louis de Gontaut formaba parte de una de las familias aristocráticas más ricas de Francia y creció en la corte francesa de Versalles. Era conocido por apariencia elegante y sus modales, lo que lo convirtieron en uno de los grandes seductores de su época. Incluso se rumoreaba que mantenía un idilio con la reina María Antonieta.

El duque de Biron y de Gontaut, tuvo una exitosa carrera militar, destacándose en la batalla de Córcega en 1768 y la conquista de Senegal para Francia en 1779. Tiempo después formó una legión y sirvió con las fuerzas francesas en la Revolución estadounidense, participando en la batalla de Yorktown.

Al comienzo de la Revolución francesa, Armand-Louis fue diputado moderado en la Asamblea Nacional, pero regresó al ejército para luchar contra los austriacos. Incluso después de la ejecución del rey Luis XVI, el duque de Lauzun y Biron se mantuvo fiel a la Revolución y nuevamente luchó en el campo de batalla contra los rebeldes católicos contrarrevolucionarios en la Vendée.

Durante la contienda, Armand-Louis intentó reducir la violencia contra la población civil, lo que le costó su vida. Debido a su moderación, fue denunciado por los ultrarradicales, encarcelado en París y condenado a la guillotina. Un día antes de su ejecución, escribió a su padre: «Mañana moriré».

Henri Grégoire (1750-1831)

Henri Grégoire fue párroco de origen humilde que tenía grandes ambiciones intelectuales. En 1788, se hizo famoso por un ensayo premiado en el que defendía la concesión de derechos civiles a los judíos en Francia. Al año siguiente, se hizo miembro de la primera Asamblea Nacional de la Revolución Francesa, donde abogó por la lucha a favor de la emancipación judía. También lideró una campaña por la libertad de los esclavos en las colonias francesas del Caribe.

Grégoire fue uno de los pocos sacerdotes que apoyó el plan aprobado por la Asamblea de una reforma radical para la Iglesia católica. Aunque esto le valió el obispado, Grégoire se negó a abjurar del cristianismo, incluso cuando se le presionó para que lo hiciera. Sin embargo, votó por la abolición de la monarquía y la muerte del rey Luis XVI.

En la dase radical de la Revolución Francesa, continuó abogando por los derechos de las personas de color y se convirtió en el principal defensor de la unificación lingüística francesa. Incluso después de la Revolución, Grégoire continuó siendo una figura conocida y un autor prolífico. En 1808, publicó uno de los primeros estudios sobre literatura de ascendencia africana.

A modo de conclusión

Los personajes olvidados de la Revolución Francesa nos muestran que la historia es variada y compleja. Las aportaciones de numerosos actores, aunque a menudo no reconocidos, han influido en el desarrollo de los acontecimientos. Reconocer a estas figuras es crucial para entender la Revolución en su conjunto y para valorar la pluralidad de voces y vivencias que la integraron.

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