BOICOT ALEMÁN

No sólo las fresas: Alemania reduce drásticamente la compra de tomate español y dispara el marroquí

Alemania tomate
Una mujer comprando tomates de Almería en un supermercado alemán.
Pelayo Barro

Alemania ha declarado la guerra a la fresa de Huelva, con Doñana como excusa y con el Gobierno de Pedro Sánchez alentando el boicot. Pero la fresa española no es el único producto que se resiente en los lineales alemanes: también el tomate nacional ha entrado en claro retroceso en los últimos años, gravemente amenazado por la irrupción del tomate marroquí. Mientras Alemania ha reducido un 19% las compras a España de esta fruta, las del país vecino se han disparado un 73%. Y la cesión de Sánchez sobre el Sáhara, donde Rabat planifica megaplantaciones de tomates, sólo va a empeorar la situación.

No son buenos tiempos para el campo español. La inflación, la subida de los costes de producción y el elevado precio del gasóleo agrícola han dejado a los productores españoles en una situación muy debilitada para competir en el mercado europeo. Y la puntilla, como vienen denunciando, la ha dado Marruecos y las cuotas de importación con las que la Unión Europea permite entrar toneladas de frutas y verduras libres de carga arancelaria.

Alemania es uno de los principales mercados a los que exportan los productores españoles, que estos días han sido objeto de un boicot por parte de asociaciones de consumidores y ecologistas alemanes. La víctima ha sido la fresa de Huelva, a la que acusan de beber directamente de los acuíferos de Doñana, maltrechos por la sequía y convertidos por Moncloa en arma política contra la Junta de Andalucía del popular Juan Manuel Moreno.

El retroceso del producto español en el mercado alemán no sólo afecta a las fresas, sino a una de las frutas más importantes -en cuanto a toneladas producidas- de la huerta nacional: el tomate. Según datos de un informe elaborado por la plataforma Hortoinfo, extraídos de la base de datos COMTRADE de la División de Estadística de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el tomate español tiene cada vez menos encaje en los supermercados alemanes. Las ventas han caído en 2023 un 19% respecto a las cifras de 2018.

Podría pensarse que se trata de un efecto de la guerra de Ucrania, del auge de precios o de una secuela de la pandemia. Pero en ese mismo tiempo, Marruecos ha ido comiendo el terreno que ha ido dejando en Alemania el tomate español. El que procede del país vecino ha aumentado un 73% en los supermercados alemanes, que gastan anualmente 1.462 millones de euros en esta fruta.

En 2022, España vendió en Alemania 152 millones de kilos a 2,28 euros el kilo. Una suma de 348 millones de euros. Marruecos alcanzó los 70 millones de kilos, con una rebaja de 20 céntimos respecto al precio marcado por los productores españoles. Los aproximadamente 30 millones de kilos de tomates que España ha dejado de vender en Alemania se han cubierto con los 30 millones que ha vendido de más Marruecos.

Sáhara

Por si fuera poco, la situación para los agricultores españoles no tiene visos de mejorar. Y en parte, por la decisión de Pedro Sánchez, no de su Gobierno, sino de él, personal, de aceptar el plan marroquí para el Sáhara. Un plan que otorga a Mohamed VI la legitimidad para decidir el futuro de esos territorios.

Es precisamente en el Sáhara donde, tal y como ha publicado OKDIARIO, Marruecos tiene puestas sus esperanzas para hacerse con el mercado europeo del tomate. Rabat, espoleado por el apoyo político brindado por Sánchez, sigue avanzando en su plan para convertir una zona desértica del Sáhara Occidental, en los alrededores de la ciudad de Dajla, en uno de sus mayores centros de producción de tomates y otras frutas como melones.  Un proyecto ya avanzado que forma parte de una estrategia denominada Generation Green 2020-2030. Los pasos que Rabat ha dado en este territorio, que aún no es oficialmente marroquí, ya suponen una seria amenaza al futuro de los tomates españoles.

Según los datos que maneja el sector, en 2022 el tomate marroquí ya superó en ventas al cosechado en España -especialmente en Almería- con un total de 558 millones de kilos. De los campos españoles llegaron a los mercados de la UE en esas mismas fechas 513 millones de kilos de tomates, según datos de Euroestacom. Aún lejos siguen los 644 millones de kilos producidos por los Países Bajos, primer productor europeo.

Este vuelco, según explican a OKDIARIO fuentes del sector hortofrutícola, no se habría podido producir sin la significativa cantidad de tomates que Marruecos está cultivando en esa zona del Sáhara y que llega a los lineales de los supermercados europeos con el sello de «producto de Marruecos», arrojando dudas sobre los controles fitosanitarios que han superado.

En apenas una década, lo que antes eran arenas del desierto se ha transformado en un incipiente terreno para grandes extensiones de invernaderos. Donde antes no había nada, las imágenes por satélite muestran la aparición de parches bajo los que se esconden cientos de miles de plantas de tomate.

Se trata de explotaciones intensivas que pueden producir tomates a gran velocidad y, sobre todo, con una brutal reducción de costes respecto a los que tienen que afrontar los productores españoles. Especialmente en cuestiones fiscales y en mano de obra, que calculan en hasta 12 veces menos el jornal.

Boicot

La polémica por Doñana ha salpicado seriamente a los productores de fresa de Huelva. Desde esta provincia se exportaron durante 2022 casi 71 millones de kilos de fresas a Alemania por valor de 167 millones de euros, según datos de la Cámara de Comercio de España (lo que supone el 85% de toda la exportación de este fruto rojo desde España al país teutón). Todo este comercio se encuentra ahora en riesgo por una campaña de Campact, una organización alemana de activistas que ha sido respaldada desde el Gobierno de España para atacar a la Junta de Andalucía, gobernada por el PP.

Más de 140.000 alemanes han secundado esta propuesta, en la que se pide a supermercados como Lidl o Edeka no comprar fresa procedente de esta provincia española. El objetivo: no contribuir a la desecación del Parque Nacional de Doñana.

Campact encontró en su boicot a dos poderosos aliados: el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera. Ambos mandatarios se han manifestado a favor de esta postura en Twitter. Y más tarde, se sumó el propio Gobierno alemán con una delegación que viajó a España para comprobar el estado del parque natural de Doñana. Un viaje que se interrumpió abruptamente, según la versión alemana, para no involucrarse en la campaña electoral del 23J.

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