La Audiencia prohíbe salir de España al jefe de ETA Mikel Antza tras declarar por el asesinato de Ordóñez
La Audiencia Nacional ha prohibido salir de España al jefe de ETA Mikel Antza, que tendrá que comparecer cada quince días en el Juzgado, según ha informado el abogado del imputado por el asesinato del concejal del Partido Popular en San Sebastián Gregorio Ordóñez.
El histórico dirigente de la organización terrorista ha declarado por videoconferencia desde en los Juzgados de San Sebastián por su presunta implicación en el crimen de Ordóñez el 23 de enero de 1995. Antza, que ha negado su participación en este atentado, fue recibido con aplausos por miembros de Bildu, concentrados a las puertas de la sede judicial donostiarra portando una pancarta en la que se leía: Konponbidea eta bakea (Solución y paz).
Se ha negado a declarar
El líder de ETA, si bien se ha negado a declarar, ha leído al inicio de su comparecencia un comunicado en el que se ha desvinculado de la decisión de la banda terrorista de asesinar al teniente de alcalde de San Sebastián. Además, ha asegurado que las pruebas están «manipuladas».
Tras escucharle, el juez de la Audiencia Nacional Alejandro Abascal le ha prohibido abandonar España y le ha impuesto comparecencias quincenales en el Juzgado más cercano a su domicilio, tal y como había solicitado la Asociación Dignidad y Justicia, ante «el muy alto riesgo» de que el imputado se diera a la fuga.
Dos años libre
Antza se encuentra en libertad desde que en enero de 2019 aterrizase en Barajas tras salir de prisión en Francia, donde cumplió 15 años de condena. Los doce años en los que Antza ocupó su puesto en el Comité Ejecutivo de ETA no fueron suficientes para que Policía y Guardia Civil consiguiesen una orden para detenerle una vez en España. Desde entonces ha permanecido en plena libertad.
Los investigadores policiales que siguieron de cerca la carrera criminal de Mikel Antza en la jefatura de ETA sabían que su huella estaba tras todas las decisiones estratégicas de la banda. Es decir, de aquellos golpes y asesinatos suficientemente significativos como para modificar la política española. El de Gregorio Ordóñez fue uno de ellos. Matar a guardias civiles, policías, militares o empresarios era decisión de cada talde, pero cuando el objetivo era político era la cúpula de la banda la que debía dar luz verde.