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ELECCIONES 23J

Sánchez negocia con los barones una transición ordenada en caso de derrota: «Si caigo yo, caemos todos»

  • Joan Guirado
  • Corresponsal de Gobierno y Casa Real. Siguiendo la actividad del presidente y líder del PSOE, Pedro Sánchez, y del Rey de España. También política catalana.

«Si caigo yo, caemos todos». Con esta frase, tan amenazadora como certera, Pedro Sánchez ha ido avisando a algunos de los barones, que perdieron el poder autonómico el pasado 28 de mayo de «la necesidad» de «una transición ordenada» en el PSOE en caso de una derrota electoral. Y es que un Congreso Federal extraordinario inminente, que por calendario no tocaría hasta 2025, conllevaría también los congresillos autonómicos y la apertura del melón del relevo de los derrotados. Algo que, con ganas de seguir al frente de sus federaciones, varios de ellos quieren evitar a toda costa. De ahí que Ferraz y los barones hayan llegado a un pacto: sillón en el Senado a cambio de dejar a Sánchez manejar sus tiempos. Aunque con la historia del PSOE la mañana del 24J todo puede saltar por los aires.

Nadie quiere sobresaltos en el PSOE tras los comicios 23 de julio, como ocurrió en 2016. Por eso, viendo las orejas al lobo, la dirección federal ha decidido llegar a un acuerdo con los principales barones para asegurarse cierta tranquilidad en el escenario posterior a una derrota electoral que prevén todas las encuestas, salvo el CIS de Tezanos. Ni Javier Lambán ni Ximo Puig ni Guillermo Fernández Vara «la liarán», explican en sus entornos fuentes consultadas, a cambio de que todos ellos ocupen un sillón en el Senado. Aunque Emiliano García-Page no entra en la ecuación de tener representación en la Cámara Alta, ya que se mantendrá al frente del Gobierno autonómico con mayoría absoluta, fuentes cercanas al presidente de castellanomanchego afirman que «también se ha comprometido» a que la «transición sea ordenada».

Todos estos altos cargos socialistas, que en su mayoría perdieron el poder que ostentaban el pasado 28 de mayo, asumen que «el tiempo de Sánchez se ha acabado». En el núcleo más cercano del presidente también empiezan a admitir que esto es así. Menos el propio secretario general, que sigue confiado en ganar los comicios. Y que en ese contexto no se verá en la obligación de dar ningún paso atrás como le van a reclamar sus propios compañeros del Comité Federal. Un órgano que ya no controla en su totalidad como sí ocurría hace apenas unos meses. De hecho, los críticos se reservan este órgano para obligarle a dimitir si no cumple con su palabra.

Más allá de este principio de acuerdo entre Ferraz y los principales dirigentes territoriales, que se materializará de forma inminente con la elección de los senadores por designación autonómica de los distintos parlamentos -que se realizará en los próximos días-, sí existe una discrepancia aún respecto a los tiempos en lo que tiene que ocurrir todo.

Los barones, que en el caso de Puig y Lambán, se mantendrán al frente de sus federaciones hasta como mínimo los próximos congresos regionales, quieren que sea rápido. Sin dilaciones. Sin margen para que Ferraz pueda decidir sobre sus propios relevos ni dar pie a los críticos en sus territorios para armar una candidatura distinta a la oficialista. El equipo de Sánchez, en cambio, pone pie en el freno. Y prefiere esperar a acometer la renovación orgánica a que haya abandonado ya el Palacio de La Moncloa. Nunca antes.

Esta cuestión temporal es uno de los temas que tienen que resolver unos y otros en las próximas semanas. Posiblemente, dentro de este pacto no escrito de intercambio de tranquilidad por sillones, incluso antes del 23J. Absolutamente, nadie quiere dejar nada al azar por lo que pueda ocurrir.

Casi todas las fuentes consultadas por OKDIARIO descartan una «dimisión abrupta» de Pedro Sánchez la misma noche electoral, aunque el resultado sea mucho peor de lo previsto. En una de las típicas decisiones en caliente que habitualmente toma el presidente español. Sería lo único que trastocaría lo previsto. Y dejaría un vacío de poder.

Si bien parece difícil una decisión así, principalmente por el afán de poder de Sánchez, una persona muy cercana a él destaca que «no es descartable» una reacción tan drástica. Similar a la que tomó la madrugada del 28 al 29 de mayo, tras la hecatombe en las municipales y autonómicas de ese domingo, cuando optó por adelantar las elecciones y convocar a los ciudadanos en las urnas el próximo 23 de julio. En una suerte de plebiscito más sobre su persona que sobre su gestión.

En el entorno del líder del PSOE explican que su voluntad será «tutelar» el proceso de renovación. Bien sea con la creación de una gestora provisional, que comandaría el partido hasta un congreso extraordinario en un escenario poco probable de esa dimisión repentina, o bien hasta la celebración también prematura del 41 cónclave que no está previsto hasta dentro de dos años. En este último caso, Sánchez seguiría al frente del partido de la misma forma que ocurrió en el PP cuando, hace poco más de un año, forzaron la caída del entonces presidente Pablo Casado.