Elecciones 23J

La derecha hubiera logrado una mayoría absoluta de 183 escaños sin la fractura en PP y Vox

Escaños derecha
Luz Sela

La división en el centroderecha es uno de los factores que explican el inesperado resultado del Partido Popular en las elecciones del pasado domingo. La insistencia de los populares en desmarcarse de su socio natural -el único que podría facilitar la investidura de Alberto Núñez Feijóo-ha jugado en contra de las expectativas del PP. Expertos demoscópicos apuntan a que la mala gestión de la convivencia en este espacio ha acabado por desmovilizar al votante. «Les ha penalizado que no parezca que van juntos, la lucha electoral entre ellos», analiza José Manuel San Millán, CEO de Target Point, consultora especializada en microtargeting y análisis electorales.

Según este experto, el votante del PP se siente «despistado» por la relación hacia Vox, con diferencias sensibles según el territorio que se trate. Cabe recordar, por ejemplo, la rapidez con la que se fraguó el pacto en la Comunidad Valenciana, frente a las tensiones en Extremadura, donde la ahora presidenta, María Guardiola, llegó a asegurar que no podía meter en el Gobierno «a quienes niegan la violencia machista», en alusión a los de Abascal.

«Esto genera bloqueo en la derecha y desmovilización o cierta desazón en el votante, mientras que la izquierda no tiene complejo en exhibir que su objetivo es poder sumar entre todos», analiza San Millán. De hecho, una hipotética candidatura conjunta en el centroderecha habría sumado entre 183 y 186 diputados, una mayoría absoluta más que amplia.

Nueve escaños menos

Otro de los factores importantes que ha jugado en contra del PP es la pérdida de hasta nueve escaños por el sistema de distribución de la Ley D’Hondt: a los populares les hubiera bastado un pequeño porcentaje de los votos que Vox dejó sin representación para arrebatar escaños a la izquierda y el independentismo. Finalmente, el partido sacó 136 diputados, muy lejos del umbral de 15o que habían manejado con holgura durante toda la legislatura y que habría permitido firmar con Vox la mayoría absoluta.

El dato más significativo para el análisis es, sin duda, la alta «movilización tardía» que el PSOE fue capaz de generar en el último tramo de la campaña. Una activación atribuida, sobre todo, a la estrategia del miedo a los de Abascal. Los socialistas lograron 122 escaños, muy por encima de los pronósticos. Un 31,70% del voto, frente al 27,99% de 2019. En comparación con los anteriores comicios, Sánchez ha conseguido sumar más de un millón de votantes. 

Especialmente significativo, señalan desde Target Point, es el caso de Andalucía, donde el calor no ha sido un factor disuasorio y la participación ha sido incluso más elevada que en noviembre de 2019. El candidato socialista logró este domingo 1.459.264 votos en esta comunidad, mientras que en las elecciones autonómicas del año pasado apenas alcanzó las 883.707 papeletas: «El alto porcentaje de voto a Sánchez sorprende mucho, porque todos los estudios han venido diciendo que su imagen está en las horas más bajas, incluso entre el votante de izquierdas. Gran parte de la penalización a los barones del PSOE en las pasadas elecciones autonómicas fue, precisamente, por él».

Una buena gestión de los tiempos de la campaña, bien coordinada y leyendo las posibilidades de remontada han sido factores clave, mientras el PP estaba inmerso en un «brindis al sol». Por otro lado, las encuestas no han sabido detectar las fluctuaciones en las provincias donde el PP estaba a punto de perder un diputado.

El resultado de las elecciones abre un incierto escenario para la gobernabilidad. Feijóo ha insistido este lunes en que no renunciará a la investidura y que ya ha contactado con UPN, Coalición Canaria, PNV y Vox para iniciar las negociaciones. Las posibilidades son escasísimas, por no decir nulas.

«La responsabilidad de mi partido es intentarlo», ha destacado el presidente del PP ante la Junta Directiva del partido. En Génova alientan la idea de que o Feijóo es investido o la situación aboca al bloqueo. «Los españoles no pueden quedar atrapados en bloques ni en bloqueos y que nuestro país se balcanice. Haremos lo que esté en nuestra mano, y más, para lograrlo. Merece la pena intentarlo y no voy a renunciar a lograrlo», ha reiterado Feijóo.

El pacto más probable, no obstante, pasa por una reedición del Gobierno de Pedro Sánchez con sus socios habituales (ERC, Bildu), que ahora precisa además de la abstención de Junts per Catalunya. El partido de Carles Puigdemont ya ha puesto precio: un referéndum vinculante para decidir sobre la independencia de Cataluña.

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