¿Deberíamos gravar el trabajo de los robots? Reflexiones profundas sobre robótica y fiscalidad en la UE

La revolución tecnológica que estamos viviendo, impulsada por la robótica y la automatización, está transformando radicalmente la economía y el mercado laboral. En Europa, esta transformación plantea un desafío fiscal y social sin precedentes: ¿cómo adaptar nuestros sistemas impositivos para un futuro en el que los robots realicen gran parte del trabajo que hoy hacen los humanos? ¿Es necesario gravar el trabajo de los robots para proteger el empleo, garantizar la sostenibilidad de los sistemas de bienestar y mantener la equidad fiscal?
El vacío fiscal actual: ¿por qué no se grava el trabajo de los robots?
Hoy en día, la mayoría de los sistemas fiscales en la Unión Europea y en el mundo gravan el trabajo humano a través de impuestos sobre la renta y contribuciones a la seguridad social. Sin embargo, el trabajo realizado por máquinas, robots o software no está sujeto a impuestos específicos. Esto crea un vacío fiscal que se amplía a medida que la automatización avanza y reduce la cantidad de empleo humano.
Este fenómeno tiene dos consecuencias principales: por un lado, una reducción en los ingresos fiscales derivados del trabajo humano; por otro, un aumento en la productividad y beneficios empresariales gracias a la robótica, que no está siendo gravada de forma proporcional.
¿Existen impuestos a las máquinas hoy en día?
Aunque no existe un impuesto generalizado y específico sobre los robots, sí hay precedentes y ejemplos de gravámenes relacionados con máquinas o automatización en diferentes países:
Corea del Sur: En 2017, el gobierno surcoreano anunció que estudiaría la posibilidad de aplicar impuestos a la automatización para compensar la pérdida de ingresos fiscales y financiar programas de reentrenamiento para trabajadores desplazados. Aunque no se ha implementado un impuesto específico a los robots, esta iniciativa es pionera y refleja la preocupación creciente por el impacto fiscal de la robótica.
Estados Unidos. Algunos legisladores han propuesto la idea de un “impuesto a los robots” para financiar la seguridad social, pero hasta ahora no se ha aprobado ninguna ley concreta. Sin embargo, la discusión está abierta y gana fuerza a medida que la automatización avanza.
Impuestos sobre maquinaria y equipo. En varios países existen impuestos o tasas sobre la propiedad o uso de maquinaria industrial, que pueden incluir robots. Por ejemplo, algunos estados en EE.UU. aplican impuestos a la propiedad de equipos industriales, lo que indirectamente grava a los robots. Sin embargo, estos impuestos no están diseñados específicamente para la robótica ni para compensar la pérdida de empleo.
Impuestos a la digitalización: Aunque no es un impuesto a los robots físicos, la UE está avanzando en la creación de impuestos a las grandes empresas digitales, que utilizan automatización y algoritmos para generar ingresos. Esto refleja la intención de adaptar la fiscalidad a la economía digital y automatizada.
¿Por qué será necesario gravar a los robots en un futuro cercano?
La cantidad de robots industriales y de servicio está creciendo exponencialmente. Según la Federación Internacional de Robótica, en 2023 se instalaron más de 600.000 robots industriales en todo el mundo, y se espera que esta cifra se duplique en la próxima década. Además, la robótica de servicio, que incluye desde robots de limpieza hasta asistentes en fábricas y almacenes, está en plena expansión.
Este crecimiento masivo tendrá un impacto directo en el empleo, especialmente en trabajos repetitivos y manuales. A medida que los robots sustituyan a los trabajadores humanos, los ingresos fiscales derivados del trabajo disminuirán, poniendo en riesgo la financiación de los sistemas de seguridad social, pensiones y servicios públicos.
Por ello, gravar el trabajo de los robots no es solo una cuestión de justicia fiscal, sino una necesidad para garantizar la sostenibilidad de nuestro modelo social. Un impuesto a la automatización podría:
- Compensar la pérdida de ingresos fiscales por la reducción del empleo humano.
- Financiar programas de formación y reciclaje profesional para trabajadores desplazados.
- Incentivar a las empresas a equilibrar la automatización con la creación de empleo humano.
- Promover una transición justa hacia una economía más automatizada.
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Retos y consideraciones para implementar un impuesto a los robots
Implementar un impuesto a los robots presenta varios retos complejos:
- Definición clara de qué es un robot o máquina gravable: ¿Se gravan solo los robots físicos o también el software y algoritmos que automatizan procesos?
- **Medición del impacto fiscal**: Cómo calcular la contribución justa de cada robot o sistema automatizado.
- Evitar desincentivar la innovación: El impuesto debe diseñarse para no frenar la competitividad ni la adopción tecnológica.
- Administración eficiente: Crear mecanismos claros y simples para la recaudación y control del impuesto.
Mi opinión: un paso inevitable y necesario
Desde mi experiencia en el sector tecnológico y de inversión, creo firmemente que gravar el trabajo de los robots será inevitable en un futuro cercano. La automatización no es solo una tendencia, es una realidad que transformará profundamente nuestras sociedades.
La clave está en anticiparnos y diseñar políticas fiscales inteligentes que acompañen esta transformación, protejan a los trabajadores y aseguren la sostenibilidad de nuestros sistemas sociales. No se trata de frenar la innovación, sino de gestionarla con responsabilidad y visión de futuro.
Europa tiene la oportunidad de liderar este debate y establecer un marco fiscal justo y equilibrado que sirva de ejemplo para el mundo.
Manuel García Echevarría es Doctor en Derecho Mercantil y Ciencias Económicas, y ex CEO de la consultora Foster Swiss.