Guerra económica

China se independiza del dólar y equilibra su mercado: emitirá tanta deuda como el PIB de Escocia

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Jose de la Morena
  • Jose de la Morena
  • Jose de la Morena, periodista especializado en economía desde hace más de 15 años, desarrolla su labor en el campo de la comunicación desde el prisma de las tendencias, los números y resultados de las distintas compañías. Una tarea que le ha llevado a conocer a fondo el mundo empresarial. Ha trabajado también en comunicación corporativa y como asesor para distintas marcas internacionales e institucionales.

China ha cambiado por completo su política de emisión de deuda, lanzando al mercado un mayor número de bonos a largo plazo y, sobre todo, permitiendo la negociación posterior de muchos de esos títulos de deuda. Emisiones que, dado el tamaño del país, superan ampliamente el PIB anual de algunos países.

Tiene, de hecho, tanta deuda emitida ya como el PIB de Portugal, y superará, probablemente antes de que termine este mes de julio, el entorno de los 180.000 millones de euros extra, lo que sería tanto como hablar del PIB de Escocia.

Esas son las cifras que maneja China, a las que siempre hay que poner un ligero truco. Dado que emitir mucha deuda puede disparar tus diferenciales, lo mejor es controlar la voladura. A lo largo de este año, el precio que tiene que pagar el gigante asiático por colocar deuda ha ido subiendo, aunque es cierto que paga la mitad de lo que paga EE.UU. por su deuda a 10 años. Es decir, podría financiarse a base de pagar los intereses con lo que le cobra a los estadounidenses, aunque no es la cuestión que nos ocupa.

China abrió ese inmenso programa de emisión de deuda, pero no está dispuesta a sufrir esa volatilidad en los intereses, y la forma de evitarlo podría ser parecerse al Banco de Japón -BOJ- o a la Reserva Federal -FED, el banco central de EE.UU.-

El PBOC, como Japón y EEUU

A finales de este mes, el Gobierno de Xi Jinping y el PBOC -como se conoce al banco central de China- celebran un importante encuentro. Bajo el nombre de ‘Tercer Pleno’, los máximos dirigentes de la economía del país decidirán si continúan elevando la deuda que emiten -cosa que el mercado da por descontado- y, más importante, a qué ritmo emiten la deuda y quién la compra.

Esto último es lo realmente interesante. Para que los intereses no empiecen a moverse al calor de la demanda extranjera, lo que tiene en mente Xi Jinping y su equipo es comprar su propia deuda. Lanzar un programa especial muy parecido al que puso en marcha la Reserva Federal en Estados Unidos tras la crisis de las hipotecas ‘subprime’. Similar, pero con tintes japoneses.

Estados Unidos compraba la deuda de sus empresas y las acumulaba en el balance de su banco central, para sacar un rendimiento una vez estuvieran esas empresas saneadas. Japón, por su parte, invierte en el crecimiento de esas empresas, y emite a su vez deuda pública para que los propios japoneses sean quienes perciban el interés que generan después esas empresas. En Estados Unidos confían en que sus empresas sean las mejores. Japón solo quiere que las suyas sigan adelante.

El problema de esa japonización es que no requiere que la inversión dé rendimiento. Solo que funcione y se pague el interés emitiendo nueva deuda. Tiene un punto peligroso -y lo han vivido durante 20 años- porque el interés de la deuda se vuelve más apetecible que invertir en vivienda o en las estructuras reales del país, con lo que se genera crecimiento económico, pero los precios caen. Deflación con crecimiento. Y eso, a la larga, empobrece.

Para evitar esto, China se propone crear un programa que sea una mezcla. Lo harán a la manera japonesa, pero con la confianza de que el crecimiento empresarial realmente devuelva la inversión y produzca altos rendimientos. La ventaja de China es que todo se hace desde un mismo pensamiento. No tienen que negociar el plan: si lo quieren hacer, lo hacen.

Xi Jinping centra sus esfuerzos comerciales en llegar a acuerdos con Europa y con los BRICS, mientras trata que la deuda no se le escape de las manos y paga poco por ella. Y a la vez quiere que la tengan los propios ciudadanos, empresas, corporaciones y gobiernos de China. Eso es lo que se va a debatir en ese ‘Tercer Pleno’.

Compromiso de sustituir dólar

China sale de una crisis inmobiliaria importante -tras la quiebra de Evergrande- y, aunque se desconoce el alcance real de lo ocurrido porque el Gobierno se hartó de especulaciones externas y dejó de ofrecer datos, lo cierto es que necesita un nuevo impulso. Un impulso que no quieren que traiga deflación y acabar como Japón durante 20 años, sobre todo porque lo ocurrido con los nipones es una excepción: nadie más ha estado tanto tiempo con caídas de precios soportando su propia deuda.

Mientras pilota de esa manera la economía, inyecta dinero gracias a la deuda y evita la caída en precios, China trata de arrancar dos grandes motores. Por un lado, quiere que Europa vea que pueden hacer negocios conjuntamente y alcanzar, como ha dicho su responsable de comercio, «un acuerdo aceptable para las dos partes en materia de aranceles». Y por otro, hacer de los BRICS un punto frente a EE.UU.

Los BRICS, que arrancaron siendo cinco países emergentes, suponen alrededor de un tercio del PIB mundial, y China está logrando que, entre ellos, comiencen a realizar los intercambios comerciales en yuanes -divisa china-, en oro o aceptando intercambio de crudo de los propios países que conforman este grupo.

Es su forma de enfrentar al dólar -que supone más del 80% de las transacciones internacionales- y, aunque está lejos de conseguirlo en el corto plazo, el famoso ‘Tercer Pleno’ y las líneas económicas marcadas para los próximos años por Xi Jinping tienen ese objetivo. Lo que ocurra con Europa será fundamental para los objetivos de China frente a Estados Unidos.

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