Alonso y McLaren son un enigma en una nueva exhibición de Mercedes
Es una obviedad que no quiere ser revelada del todo. Una mentira piadosa entre miradas que escenifican lo contrario. La cara de un niño pequeño que sabe que no le está contando la verdad a papá. Boullier, Hasegawa o cualquier ingeniero de McLaren tienen el mismo rostro cuando son preguntados por sus problemas. Sonrisa amarga, a medias, evidenciando la frustración de otra debacle que se avecina.
La espada de Damocles se posa sobre la compañía: el peligro está cerca de rebanarles el poco crédito que poseen. La engañosa normalidad muestra una jornada sin problemas aparentes en el MCL32 de Fernando Alonso. Si entendemos como algo cotidiano en unos test dar 46 vueltas a 3.7 segundos del mejor tiempo marcado. El monoplaza de color butano apareció a última hora empujado por sus mecánicos en el pit-lane. ¿Lo peor? Todos saben que el principal problema tiene acento japonés, pero casi todos juegan al desmarque. Mientras inyecten billetes…
Así las cosas, Bottas fue un trueno constante en la recta principal del Circuit. Su mejor registro, de récord, 1. 19:310, desembocó en un ambiente de admiración, onomatopeyas incluidas, por la sala de prensa. Poco importa que Lewis Hamilton no rompa el tiempo como su compañero: el W08 es indestructible. Es el equilibrio perfecto: una mezcla entre Lady Gaga y Papa Francisco.
La sesión finalizó entre una oleada de banderas rojas: la primera fue provocada por Verstappen; la segunda, por el Sauber de Ericsson. En la zona de los truenos con ruedas también se volvió a asentar Felipe Massa: qué bien suena el Williams. Ferrari y Red Bull ahí, cerquita, en manos de Raikkonen y Max. ¿Sainz? Mucho larala y poco lerele. Fiable, 88 vueltas, pero sin un tiempo todavía digno. Avanza Toro Rosso, lento, intentando poner en orden la UP de Renault. Cuando todo se ordene…
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