Casemiro vs Busquets: los guardaespaldas de las estrellas del Clásico

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Casemiro es clave en el centro del campo del Real Madrid
Ignacio L. Albero

En la oleada de flashes, sonrisas y seducciones varias a la cámara, ellos no aparecen. Los Clásicos han sido creados para los Cristiano Ronaldo, Messi, Neymar o Bale. En la calma galáctica que precede al clásico, el Universo alza su mirada a las estrellas mientras los meteoritos pasan desapercibidos. Cuando el esférico echa a rodar son, en realidad, los que marcan la diferencia en un deporte donde cada centímetro cuenta. Los escuderos del medio campo:  Casemiro y Busquets.

Mientras los ‘elegidos’ diseñan un plan para percutir en las defensas rivales, ellos destapan su particular tarro de las esencias: el de los mandobles. A base de físico intentarán erigirse, uno por cada lado, como el eje donde su equipo rote. Dos futbolistas en modo ‘Hulk’ con la cadera más tiesa que la cartera de un becario. No la necesitan para recuperar balones y dársela rápido a su creativo más cercano: Modric para Casemiro, Rakitic para Busquets.

Del desempeño de ambos obreros depende gran parte del rascacielos. El acierto de los ingenieros y el diseño de Benítez, barra, Luis Enrique, completarán el potencial monumento. Eso sí, sólo quedará uno al término de los 90 minutos. Un derrumbamiento de la obra blanca puede tener consecuencias fatales para el entrenador madridista que, cual padre de familia numerosa, vive con el temor de una inminente revolución de sus niños.

Casemiro: una apisonadora sin ‘jogo bonito’

La función de Casemiro ha crecido exponencialmente gracias a las defunciones temporales de Modric y James. Benítez se ha rendido a un trivote de ocasión formado por Kroos, Modric y Casemiro. En tal trípode hay una pata que cojea más que nunca: la de Toni Kroos. El alemán ha pasado de ser un temeroso carro de combate a un triciclo con un par de pistolas de agua. Ante esta inusual faceta del teutón se ha constituido la dictadura de Casemiro.

Un brasileño sin ‘jogo bonito’ es como ser cristiano y no saberse el padrenuestro. Pero hay de todo en la viña del Señor… y muy bueno. Casemiro es una apisonadora. Mira hacia atrás y hacia delante constantemente para mantener la estructura de ambos frentes. Brújula, pegamento, el que lava la ropa, el que baja a comprar el pan… Desencripta el código y se lo desvela a sus compañeros mientras Benítez se dedica a encontrar el algoritmo perfecto en la ecuación para que cuadre tanto lo de defender como lo de atacar.

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Busquets es un seguro en el medio culé

Busquets: ‘siempre en mi equipo’

Por otro lado está Busquets. Ese jugador por el que pondrías un par de euros más en las pachangas de domingo para tenerlo en tu equipo. Porque a pesar de tener la misma movilidad que Julio Iglesias en sus conciertos, es el descodificador del fútbol de Luis Enrique. El nexo de unión entre la defensa y la mesiánica delantera comandada, en estos tiempos, por Neymar. Orden supremo, un manejo del tempo eclesiástico y una contención defensiva tan efectiva como una siesta tras juerga nocturna. ‘Busi’ es el típico que siempre está antes que tú en cualquier sala de espera. Un lujo táctico envuelto en papel de regalo del Carrefour.

En definitiva, dos jugadores que han renunciado a la alfombra roja para amar una profesión. Se avecina una batalla de meteoritos, en medio del desfile estelar, que puede cambiar el destino de este Universo futbolístico llamado Real Madrid-Barcelona.

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