El significado de no querer hablar castellano si eres catalán, según los psicólogos


En una sociedad marcada por la convivencia de múltiples lenguas, el acto de elegir una sobre otra no sólo obedece a razones prácticas de comunicación, sino que se convierte en una cuestión profundamente emocional y cultural. En territorios como Cataluña, donde coexisten el catalán y el castellano, algunas personas eligen hablar únicamente en catalán, incluso cuando dominan perfectamente ambos idiomas. Este fenómeno, que puede parecer una simple preferencia lingüística, esconde una compleja red de factores psicológicos, sociales y emocionales.
En términos psicológicos, la teoría de la identidad social puede ofrecer una explicación. Según esta teoría, las personas tienden a identificarse con aquellos grupos que les proporcionan un sentido de pertenencia y refuerzan su autoestima. Para muchos catalanohablantes, el catalán es un marcador de pertenencia a un grupo específico, un grupo que, históricamente, ha luchado por mantener su lengua y cultura vivas. En este sentido, usar el catalán refuerza la identidad personal y afirma un compromiso con la comunidad a la que se pertenece. Es una forma de resistencia cultural y social ante aquellos que consideran que el catalán es una lengua menospreciada o, incluso, amenazada.
El motivo de hablar sólo en catalán
En Cataluña, como en otros lugares con lenguas cooficiales, el catalán ha pasado por periodos de represión. Durante el franquismo, el catalán fue prohibido en la educación, los medios de comunicación y la administración pública. Este contexto de opresión ha dejado una huella profunda en las generaciones que vivieron esa época, pero también en las siguientes, que han crecido con la percepción de que su lengua es un símbolo de lucha contra la imposición de una lengua dominante. La psicología sugiere que los traumas y las experiencias de opresión pueden generar un fuerte sentimiento de rechazo hacia aquello que se percibe como opresor. En el caso de algunas personas en Cataluña, el castellano puede ser visto como un recordatorio de ese periodo de subordinación cultural y lingüística.
La ideología también juega un papel crucial en la decisión de hablar exclusivamente en catalán. Para muchas personas, el uso del catalán no es solo una cuestión de identidad personal, sino una cuestión política y ética. La lengua se convierte en una causa a defender, algo que debe preservarse a toda costa. Según la teoría del compromiso, cuando una persona se compromete con una causa, sus acciones tienden a alinearse con esa causa de manera coherente. En este caso, hablar catalán es un acto de fidelidad a una causa mayor: la defensa de la lengua y la cultura catalanas frente a una percepción de amenaza, que se puede manifestar en la idea de que el catalán está en peligro de desaparición.
Para aquellos que defienden esta visión, el uso exclusivo del catalán es una forma de resistir lo que perciben como un intento de homogeneización cultural. En este sentido, el castellano no solo es una lengua extranjera, sino un símbolo de un poder exterior que intenta imponer su hegemonía sobre la lengua y la cultura catalanas. La teoría de la reactancia psicológica también puede aplicarse aquí: cuando una persona siente que se le está forzando a hacer algo en contra de su voluntad, puede experimentar una reacción de resistencia, reafirmando su autonomía y su derecho a elegir lo que considera más adecuado.
Sin embargo, no todas las razones para rechazar el castellano son políticas o identitarias. La psicología también señala que las emociones juegan un papel clave en esta decisión. En algunos casos, la preferencia por el catalán puede estar relacionada con la ansiedad o el malestar emocional que provoca hablar en castellano. Algunas personas pueden sentirse más cómodas o seguras al hablar en su lengua materna, lo que les permite expresarse con mayor fluidez y naturalidad. Además, en ciertos contextos, hablar en castellano puede generar un sentimiento de desconexión con la comunidad o con la identidad propia.
Por lo tanto, la decisión de optar por el catalán en lugar del castellano va más allá de una simple elección lingüística. Es un acto profundamente ligado a la identidad personal y colectiva, a las vivencias y a los contextos socioculturales de cada individuo. El lenguaje se convierte en un vehículo de expresión de valores, creencias e ideologías, siendo una forma de resistir, proteger una cultura, o reafirmar un sentido de pertenencia.
Además, no podemos pasar por alto los factores emocionales que influyen en esta decisión. La ansiedad, la incomodidad o el miedo a no ser comprendido son elementos que también juegan un papel relevante en la elección de la lengua en que nos expresamos. En muchos casos, el catalán se convierte en un refugio emocional donde las personas se sienten más seguras y conectadas con su entorno. En definitiva, hablar catalán en lugar de castellano es mucho más que una preferencia; es una manifestación de las experiencias pasadas, las luchas culturales y la necesidad de preservar una identidad propia.