Lleva cuatro días acampado frente el ayuntamiento de Salou (Tarragona)

El hostelero catalán en huelga de hambre: «Ayuso entiende que la gente tiene que vivir»

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Joan Guirado

Eduardo Abenojar es un padre de familia numerosa que lleva cuatro días en huelga de hambre. Ha recurrido a este extremo tras más de un año con su negocio cerrado por culpa de la pandemia. Se dedica al ocio nocturno en una ciudad que, en verano, es uno de los principales destinos europeos para los jóvenes que buscan fiesta. Cerró sus locales en octubre del 2019, al término de la temporada veraniega, y ya no los ha podido reabrir. Tenía previsto hacerlo cuando Pedro Sánchez decretó el Estado de Alarma, casi en Semana Santa. Dice que el sector no aguanta más -de hecho ayer se manifestaron- y que necesitan reabrir ya que se están quedando sin recursos para sobrevivir. También reclama ayudas a las administraciones. 

Pregunta. ¿Qué le ha impulsado a iniciar una huelga de hambre?

Respuesta. Me he visto obligado a ello por la situación en la que me encuentro. Desde octubre de 2019, cuando cerré mi local al término de la temporada de verano, no he podido volver a abrir con la incertidumbre de cuándo vamos a poder abrir. Nosotros remontamos siempre sobre Semana Santa y el año pasado, cuando llegamos a ella, nos encontramos con esto. Estamos sin ningún tipo de ayudas, más allá de una pequeña aportación de la Generalitat completamente insuficientes, que no llegaba ni para pagar los alquileres, mientras ves como te empobreces cada vez más. Al final cuando no queda otra solución para reivindicar abrir, poder comer y buscar soluciones, pues tienes que recurrir a actos de este tipo.

P. ¿En qué situación se encuentra, usted, ahora mismo?

R. Llevo dos años sin ingresos. Familia numerosa con tres hijos a mi cargo. Mi socio, padre monoparental con dos hijos a su cargo. Y son dos años sin ayudas, pagándolo todo, con una única subvención mínima de la Generalitat. Te comes el colchón, que has conseguido a lo largo de muchos años con mucho trabajo, sacrificio e ilusión y al final tienes que pedir un préstamo ICO, que tendrás que devolver, para poder comer.

P. ¿Qué gastos fijos tiene usted cada mes pese a no tener cerrado?

R. Gastos solamente para mantener los mínimos del local cerrado, sin contar los alquileres, son unos 900 euros, más las rentas y el día a día de mi casa. Cuando pago todo eso tengo que comprar comida y mantener a la familia. El Govern únicamente nos ha dado entre 10.000 y 20.000 euros, que no llega ni para el alquiler. Además no nos están pagando la ayuda a tiempo. Nosotros comemos cada día y para nosotros, un mes, es importantísimo.

P ¿No desiste, no? ¿Sigue con la idea de mantener el negocio?

R. Eso lo piensas cuando tienes 20 años. Yo ya, con mi edad… Es un negocio que cuesta mucho dinero, muchas ilusiones, meterle muchas horas… igual que no hemos tenido la culpa de la pandemia estamos convencidos que hay posibilidad de reabrir. Se han presentado alternativas.

P. España es el país que más está tardando en reabrir mientras, en lugares como Israel, ya se celebran festivales… ¿lo entiende?

R. Yo lo único que entiendo es que nosotros no tenemos nada que ver con Europa. Formamos parte de ella pero no tenemos nada que ver. En Europa se han cerrado los locales sin ningún problema, dando dinero para mantenerse, y a nosotros nos han cerrado a nuestra suerte. Por muy primer mundo que creamos que seamos en eso estamos en el tercer mundo solamente con las calles asfaltadas.

P. En Madrid, Díaz Ayuso va en esa dirección…

R. Deberíamos aprender de los otros, sí. Estamos a años luz de comprender las cosas. En otras comunidades entienden que la gente tiene que vivir y ganarse la vida. Hay que encontrar el consenso de encontrarnos como cortafuegos para que la gente no haga fiestas ilegales y reactivar la economía, qué es lo que hace falta.

P. ¿Y entiende que les pongan en la diana, culpándoles de los contagios?

R. Para ellos somos los responsables. Lo que deberían haber hecho es utilizarnos como cortafuegos de las fiestas ilegales. Si en un local donde hay todas las medidas oportunas que pide el ayuntamiento, la Generalitat y el Estado, podríamos seguir cortando los contagios. Al no haber ningún tipo de ocio nocturno ni restauración por la noche, la gente queda en sus casas, hace comidas y botellones de forma ilegal… y ahí se producen muchos casos.

P. La Generalitat dice, muchos fines de semana, que no se ha detectado ninguna fiesta ilegal…

R. Yo no me creo nada. Incluso en este municipio hay quejas de que en los pisos de alquiler queda gente. La gente es joven y quiere fiesta. No pueden estar dos años encerrados. La fiesta, pues, se la hacen ellos con botellones y quedadas allí donde sea.

P. ¿Qué espera de los políticos?

R. Que entren en razón y al menos empaticen un poco, no conmigo, si no con las miles de familias que lo están pasando mal. Que nos den una fecha, un plan de reapertura, y que con ello podamos hacernos una idea de cuándo vamos a empezar a trabajar. Y ayudas reales, claro. 

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