Especialista en Cirugía Plástica y Estética

Dra. Carmen Ruiz: «La reconstrucción de la mama en una paciente con cáncer no es un detalle estético»

"Las técnicas más innovadoras en reconstrucción mamaria combinan microcirugía, nuevos implantes y grasa autóloga"

cáncer mama
Dra. Carmen Ruiz.

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Hablar de cáncer de mama no es sólo hablar de supervivencia. Para muchas mujeres, superar la enfermedad implica también recuperar la confianza en sí mismas. «Porque sobrevivir a un cáncer no significa únicamente seguir viviendo, sino hacerlo de la manera más plena posible», asegura la doctora Carmen Ruiz Garzón, especialista en Cirugía Plástica y Estética.

Las mamas están profundamente ligadas al concepto de feminidad y a su identidad como mujer. «Perder uno o ambos pechos puede hacer sentir a una paciente de cáncer de mama que ya no es ella misma», asegura Ruiz Garzón, para quien «poder reconstruirlos, sin embargo, les devuelve la sensación de haber recuperado su integridad, de haberse ‘curado’ por completo».

De esta forma, insiste la doctora, la reconstrucción de mama no es meramente un detalle estético, sino un paso esencial que ayuda a cerrar el proceso de recuperación. No sólo elimina una secuela visible, sino que también tiene un impacto psicológico y social determinante. Por ese motivo, siempre que sea posible, afirma la doctora, «debe ofrecerse esta opción y llevarse a cabo para devolverle a esa mujer la parte que ha perdido como consecuencia de la enfermedad».

PREGUNTA.- ¿Cuáles considera que son las técnicas más innovadoras disponibles actualmente para la reconstrucción mamaria?
RESPUESTA.- Existen tres grandes grupos de técnicas que paso a explicar a continuación:
1. Colgajos microquirúrgicos. Consisten en trasladar tejido de otra parte del cuerpo de la paciente (piel, fascia muscular) hacia la mama, llevando con él la vascularización necesaria con ese tejido y conectándola en la zona receptora (la zona de la mama). El más utilizado hoy en día es el colgajo DIEP, que emplea la arteria epigástrica profunda del abdomen. También se usan colgajos de perforantes del muslo o la nalga, aunque con menor frecuencia.

2. Implantes. Este tipo de reconstrucciones se emplean desde hace muchos años, pero han evolucionado con el desarrollo de nuevas superficies mediante nanotecnología o poliuretano, lo que permite colocarlos por delante del músculo pectoral. Esto reduce el dolor postoperatorio y preserva mejor la anatomía. Antes se evitaba esta colocación porque el implante quedaba más visible, pero con los nuevos materiales se obtiene un resultado más natural.

3. Injerto de grasa autóloga. El tercer gran grupo de técnicas de reconstrucción mamaria es el uso de grasa autóloga (injerto graso o lipoinjerto). Esta técnica consiste en aprovechar la propia grasa de la paciente para mejorar el resultado de la reconstrucción.

Por sí sola, la grasa no suele aportar suficiente volumen cuando se ha extirpado toda la glándula mamaria, por lo que habitualmente se emplea como complemento. Sin embargo, su valor no radica únicamente en el aporte volumétrico, el tejido adiposo contiene gran cantidad de células madre y factores de crecimiento que ofrecen beneficios biológicos adicionales. Estos elementos favorecen la regeneración tisular, mejoran la calidad de la piel, contribuyen a revertir parcialmente la fibrosis o cicatrices internas derivadas de la cirugía y la radioterapia (radiodermitis), y ayudan a reparar el daño.

P.- ¿Qué factores estima determinantes al momento de seleccionar la técnica más adecuada para cada paciente?
R.- Hay varios aspectos que debemos tener en cuenta. En primer lugar, el tipo de tumor y la cirugía a realizar o ya realizada. No es lo mismo una cirugía parcial que una mastectomía completa, ni si se han quitado ganglios axilares o no. También influye si la paciente ha recibido o recibirá radioterapia, porque según el daño en la zona de la mastectomía podemos inclinarnos por técnicas con tejido autólogo o, en otros casos, reconstrucción con implantes o expansores.

En segundo lugar, los deseos de la paciente son fundamentales. Hay mujeres que prefieren una reconstrucción rápida y sencilla, sin complicaciones, porque ya vienen de largos tratamientos con quimioterapia o radioterapia y están cansadas de hospitalizaciones. En esos casos, buscan algo funcional y práctico, aunque no sea estéticamente perfecto.

Otras, en cambio, sobre todo las más jóvenes, priorizan el resultado estético. Saben que no es lo más urgente, pero desean recuperar un pecho lo más parecido posible al original y aceptan pasar por varias intervenciones para refinar y lograr el resultado. Eso nos orienta hacia técnicas más complejas y, a veces, en varias fases.

P.- ¿En qué etapa del tratamiento oncológico es más recomendable realizar la reconstrucción?
R.- Lo ideal es hacerla en el mismo momento en que se lleva a cabo la mastectomía o la extirpación del tumor, ya sea en una tumorectomía o una cuadrantectomía.

En algunos casos es posible una reconstrucción en un solo paso, como cuando se utiliza un colgajo de tejido autólogo o en pacientes con mamas pequeñas, donde puede colocarse directamente un implante tras la extirpación. Otras veces, aunque no se logre la reconstrucción definitiva en ese momento, sí se puede iniciar esa reconstrucción: colocando un expansor, un implante o un colgajo que luego se retocará o complementará con injertos de grasa.

Lo importante es que la paciente no se quede sin pecho, sino que salga del quirófano con parte de su reconstrucción ya comenzada. Aunque no sea el resultado final, el hecho de iniciar el proceso desde el primer minuto tiene un gran impacto psicológico.

P.- ¿Existen barreras que limitan a las pacientes de las últimas técnicas, tanto en el sistema de salud público como privado?
R.- Sí, existen muchas. Pero, principalmente, quiero destacar dos: la geográfica y la económica. En la sanidad pública, la principal es la geográfica. No todos los hospitales cuentan con un Servicio de Cirugía Plástica, lo que impide realizar reconstrucciones inmediatas. Las pacientes deben ser derivadas a otros centros con más recursos, en procesos que pueden durar meses o años, y que implican desplazamientos y sus costes adicionales. Además, los recursos tecnológicos y materiales varían entre hospitales, lo que genera desigualdades.

En el sistema privado, la barrera principal es la económica. Las pacientes que pagan la cirugía directamente deben afrontar costes elevados, y las pólizas médicas a menudo cubren solo parcialmente la reconstrucción. Muchas aseguradoras limitan la cantidad cubierta o no incluyen procedimientos como la simetrización de la mama sana, lo que deja a las pacientes con gastos adicionales o las obliga a recurrir a la sanidad pública (y sus tiempos de espera).

P.- ¿Qué considera prioritario para seguir avanzando en el acceso universal del Servicio de Cirugía Plástica para todas las mujeres y en la concienciación sobre su importancia?
R.- Lo más importante que quiero subrayar es que el cáncer de mama es el más frecuente en la mujer: una de cada ocho lo padecerá a lo largo de su vida. Por eso es fundamental seguir creando conciencia sobre la importancia de la reconstrucción mamaria. Hoy en día la mayoría de la sociedad –hombres y mujeres, gobiernos, hospitales y sistemas de salud– entiende ya su relevancia, pero hay que seguir apostando por universalizar recursos y resultados.

Necesitamos avanzar para que haya Servicios de Cirugía Plástica en más hospitales, aunque sean pequeños; para que cada vez se realicen más reconstrucciones inmediatas; y para que todas las mujeres reciban la información de que la reconstrucción existe y es posible. Lamentablemente, todavía hay pacientes en pueblos o ciudades pequeñas a quienes no se les habla de esta opción porque no hay medios ni profesionales disponibles.

Nuestro objetivo debe ser claro: que cualquier mujer, en cualquier lugar de España o del mundo, pueda ser diagnosticada lo antes posible, operada lo antes posible y reconstruida lo antes posible, con las mejores técnicas disponibles. Y para lograrlo, merece la pena invertir esfuerzo, recursos y todo lo que esté en nuestras manos.

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