La vuelta de los cisnes negros a EEUU
EEUU tampoco se libra del regreso de los cisnes negros, de esos hechos inesperados que, a menudo, son complicados de atajar. ¿Habrá cambios en la Reserva Federal (Fed) por la influencia de Donald Trump? Ya sabemos cómo es el imprevisible marido de Melania Trump. Aquí entran en liza los tipos de interés que el organismo financiero por el momento mantiene si bien es factible que antes de fin de año lleve a cabo algún movimiento que presumiblemente sería hacia arriba, esto es, subiéndolos al tener en cuentas los datos que la economía estadounidense va procesando.
La economía norteamericana, como aquel que dice, va como un tiro creciendo en el tercer trimestre de 2018 al 3% en comparación con el mismo trimestre de 2017. La tasa de desempleo sigue manteniéndose en el 3,7% en noviembre y se sigue creando empleo a efectos prácticos puede afirmarse que técnicamente, pues, se está en zona de pleno y los salarios en los últimos doce meses han aumentado en 3,1%. La capacidad de gasto de los norteamericanos, que además se han visto compensados por buenas gratificaciones por sus inversiones en acciones a causa de los suculentos repartos de dividendos, se potencia.
Si los tipos de interés de la Fed se ajustan a la baja, irrumpe el temor a que se impulse la inflación en EEUU y a que se sitúe en unas cotas cuando menos incómodas. En cambio, reajustes al alza en los tipos de interés serían contraproducentes para Wall Street al buscar refugio el dinero que hoy está invertido en acciones en la siempre protectora deuda pública norteamericana y, sobre todo, ese posible aumento podría significar un duro varapalo para las economías emergentes y excesivamente dolarizadas, originando un efecto cadena que salpicaría por doquier. Al hilo del punto precedente, aparece el siguiente cisne negro. ¿Suspensiones de pagos en EE.UU?
La deuda corporativa norteamericana se encuentra en cotas muy elevadas. No sorprendería que se dieran reveses empresariales. El crecimiento actual con tanto volumen de deuda tal vez se haga inviable. Y hay un detalle que no se puede escapar porque empieza a preocupar que en los dos últimos meses las grandes compañías tecnológicas de Wall Street, con Apple, Amazon, Alphabet, Facebook y Netflix a la cabeza, hayan perdido más de 720.000 millones de dólares – ¡Qué se dice pronto! – de capitalización bursátil. Desde marzo de 2009, la cotización de esas compañías siempre subía. Si nos remontamos a agosto pasado, las tecnológicas se han dejado del orden del billón de dólares hasta hoy. La propia compañía de la manzana, que capitalizaba más de un billón de dólares el 1 de octubre, se mueve ahora en 840.000 millones. Y Amazon cede, desde aquel día y hasta hoy, 240.000 millones. Bill Gates, con Microsoft, resiste en ese temporal.
¿Estamos ante un cambio de ciclo en el que las empresas tecnológicas pierden hegemonía y ya no crecerán con su brío característico o ante un aviso de reajustes en valoraciones excelsas? O igual es que las cosas se están empezando a complicar y nosotros seguimos por acá tan campantes… En cualquier caso, aviso para navegantes: ojo a los volúmenes de deuda corporativa que se manejan por EEUU y a las consecuencias a las que precipite tanto apalancamiento.
Uno de los cisnes negros que se baraja no está exento de ciertas probabilidades de que acabe siendo una realidad. Es la posibilidad, nada descartable, de que Apple se haga con Tesla. La abundante liquidez de Apple y su necesidad de buscar nuevos horizontes que le hagan depender menos del iPhone, la actual falta de tirón del Ipad y sus nuevos productos de contenidos en trance de desarrollo que gradualmente se van consolidando, así como la imperiosa necesidad de lucir buen tipo financiero y de negocio ante los inversores, junto con sus apetencias por el sector de la automoción, se conjugan con la delicada situación de Tesla.
No cabe duda de que si ese cisne negro cristalizara se produciría un tremendo movimiento sísmico en el mundo del automóvil, en cuyo caso habría que estar expectantes ante otras posibles operaciones corporativas que se lleven a cabo en el tablero empresarial tanto por parte de las propias compañías tecnológicas, con Alphabet e incluso Amazon como protagonistas, como de los grandes conglomerados de la industria automovilística, sobre todo en unos tiempos como éstos en los que parece que todo el mundo arremete contra este sector.
¡Cómo no!, un cisne negro hace referencia a los impactos del cambio climático, con un verano del 2019 muy caluroso y la reacción furibunda de los gerifaltes del mapamundi en contra de todo aquello que potencialmente sea emisor de CO2. Por tanto, aerolíneas, barcos mercantes, transporte y, por supuesto, el sector de la automoción, se colocarían en la diana para cargarles con mayores impuestos sobre la emisión de CO2 alegando cuestiones medioambientales. De confirmarse ese cisne negro, las compañías aéreas, las empresas turísticas, las de transporte de mercancías, entre otras, se verían compelidas a soportar más cargas impositivas, a lo que habría que agregar el previsible encarecimiento del petróleo, y, por consiguiente, esa alza de costes se trasladaría a los precios de los billetes y del transporte.
Concluyamos con otros dos posibles cisnes negros que aparecerían en el teatro económico de 2019. De un lado, el interrogante sobre si el Fondo Monetario Internacional (FMI) irá soslayando como referencia de la evolución económica el PIB ya que éste no considera el impacto medioambiental. De hecho, esta posibilidad ya hace algún tiempo que se viene manejando en distintos círculos. Hoy por hoy y así, de golpe, la verdad es parece más bien remota. En cualquier caso, el día en que se avance en manejar algún otro indicador como referencia para calibrar los volúmenes económicos, el foco probablemente se ponga sobre la productividad y, en consecuencia, ésta pasaría a ser un medidor por excelencia que valoraría necesariamente el trabajar más y producir más…
Y de otro lado, a modo de último cisne negro, se baraja la perspectiva de un crash inmobiliario en Australia y otros países. Preocupa, a nivel internacional, la deuda familiar que incide como factor de riesgo no solo en nuestras antípodas, o sea, en la propia Australia, sino que también lo hace en Corea del Sur y en la mismísima Suiza.
Pues bien, hasta aquí algunos de los cisnes negros que estos días van apareciendo. No obstante, no sería de extrañar que en los días que restan para que concluya 2018 y en los primeros días de 2019, surjan más profecías económicas. Y todas sirven para ponernos en alerta sobre el sesgo que tome la economía durante los próximos meses. Así que, ¡bienvenidos sean los relatos sobre los cisnes negros!