Los reyes no se tocan, nene

Los reyes no se tocan, nene

“Y Felipe VI subió a los cielos”. Así podríamos resumir el tratamiento de los medios de comunicación hacia el joven monarca durante estos tres años de reinado que lleva hasta ahora. El pasado viernes fue recibido en Marín (Pontevedra) con las salvas de 20 cañones, toda una oda al ascetismo y la modernidad. A cañonazos, así como suena; un recibimiento más propio del medievo que del siglo XXI. Felipe iba con Juan Carlos, y ambos lucían esos uniformes blancos que ­—permítanme monárquicos y militares esta licencia— parece que venían de tomar la primera comunión. El bueno de Rafael Azcona se hubiera reído mucho con este aluvión de pompa, sobre todo al verlos vestidos así.

Volviendo a los medios, dice poco de nuestra libertad de prensa, pero es así: el 90% de lo que se dice de los nuevos reyes en los medios está plagado de elogios vagos y lugares comunes. ¿Qué es un lugar común? Pongo un ejemplo muy ilustrador: “Chico conoce a chica. Se enamoran. Se besan. Hay un malentendido. Se resuelve el malentendido. Los protagonistas se besan mientras sube la música y salen los títulos de crédito”. Eso es un lugar común como una catedral. Y los medios de comunicación, la mayoría, apestan de puro peloteo hacia la nueva monarquía española. Parece que las crónicas y los artículos sobre Felipe y Letizia los redacta el propio jefe de Casa Real.

Con esto no digo que haya que darles palos sin ton ni son, pero me resulta poco serio, poco inteligente, incluso algo bajuno, que periodistas respetables se dediquen a comparar al denostado Juan Carlos con el ínclito Felipe. Cierto es que el “emérito” las ha hecho de todos los colores —líos de faldas y demás, ya saben ustedes—, pero recordemos que estuvo casi 40 años. Durante la mayor parte de este tiempo, periódicos, revistas y televisiones se cuidaron mucho de decir nada malo del Juan Carlos de Borbón. Hoy en día, goza de su retiro dorado siempre y cuando no mire los periódicos: viajes de placer, restaurantes con estrellas Michelin, finales de Champions, corridas de toros… El escarnio público es el precio.

Por el contrario, Felipe VI y Letizia son perfectos; altos, guapos, cultos, moderados, simpáticos, modernos, discretos, elegantes, maduros y otros muchos calificativos que ya después de tres años empiezan a estar más que sobados. Sobre todo porque, para comparar el reinado de Felipe con el de su padre habría que esperar un poco más. Cuando Juan Carlos llevaba tres años en el trono también lo etiquetaban como un Rey modélico, un hombre de Estado cabal y campechano por partes iguales, el paradigma de lo sublime. Y tampoco se podía hablar mal de él. “El Rey”: ¿No me digáis que no suena a promoción de la nueva temporada de Juego de tronos? Trabajo en medios de comunicación y soy consciente de lo que cuesta a veces rellenar contenido, pero —por favor— seamos algo más originales y un poco más reflexivos. Que sí, que tenemos el trono ocupado para un rato largo. Que tiemblen los Lannister.

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