PRIMERA LÍNEA

Los latidos de la vergüenza

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Los latidos de la vergüenza

La prensa local próxima a los intereses del Pacte de Progrés parece haber elegido el mismo día para darle carta de naturaleza a lo que iba tardando, o sea que la izquierda balear se alinease con la coral progresista condenando a lo largo y ancho de España, con gruesas palabras, la metedura de pata de Vox en Castilla y León en lo relacionado con el aborto. No parece ético, el combatir las declaraciones del vicepresidente con la bajeza moral de ir a equipararlas con «un ataque a la democracia» y regresando el mantra ese de «¡Ay! ¡Que viene la ultraderecha!». Es curioso, en este sentido, que uno de los periódicos amigos de la progresía cometiera el lapsus de llegar a titular lo que resulta obvio: El PSOE lo considera una bendición electoral.

Menuda coincidencia, además, que los dos periódicos afines a la izquierda decidieran dar voz a los ginecólogos. Uno titula: Ginecólogos de Mallorca piden respeto a la autonomía de las que deciden abortar. Mientras el otro: Ginecólogos de Baleares lo tildan de chantaje emocional. Al parecer hay unanimidad sin fisuras entre los especialistas, cuenta esa prensa, de manera que en el archipiélago no hay objeción de conciencia alguna. ¡Bingo!

Tenemos pues de un lado que esta polémica para la izquierda es, y sólo es, una bendición electoral; del otro, ausencia de objeción de conciencia entre el colectivo médico de Baleares (al fin somos líderes en algo), y asimismo queda constancia de estar hablando de los latidos de la vergüenza y quién sabe si motivo para aplicar el artículo 155 en Castilla y León. Es curioso, además, que el Tribunal Constitucional –ahora tomado por la izquierda- al fin se decide a debatir en pleno a inicios de febrero los contenciosos del PP, nada menos que diez años después de entrar en el registro. Vaya tela.

Me pregunto qué ha movido a Isabel Díaz Ayuso, referente de la derecha donde los haya, a calificar como «innecesaria» la propuesta de Vox, socio del Gobierno de Castilla y León que preside el PP; incluso hablar de conflicto.

El conflicto en cuestión es abrir la posibilidad a la abortista a que antes de entrar en materia se tome un insignificante minuto en escuchar el latido del ser vivo que lleva en su vientre. Resulta que la Ley de Bienestar Animal, sí defiende la vida en el vientre de la bestia, y digo bestia, porque refiere a un animal cuadrúpedo doméstico irracional, tan apreciado por los animalistas.

Claro que, en el caso de Díaz Ayuso, quiero pensar que hablar de conflicto, refiere dar argumentos a la izquierda; esa misma, que en la Ley del Aborto de Rodríguez Zapatero eliminó los tres días previos de reflexión recogidos como media previa antes de abortar. De manera que, a fecha de hoy, donde el aborto se entiende conquista del feminismo, ir a la contra es un anatema, esto es, campo abierto a la abierta persecución de la izquierda, convencida de su demoníaca autoridad moral.

Total, que Díaz Ayuso sin pensarlo se ha alineado con la corrección política: matar al feto humano ahora se le llama interrupción voluntaria del embarazo, manera de soslayar el derecho a la vida que consagra la Constitución. Isabel Díaz Ayuso, en mi opinión, se ha equivocado dándole la razón a esa izquierda que presuntamente andaba combatiendo. Ese no es el camino. Sí lo es, afrontar la inaplazable batalla cultural que arrastre a las cuerdas a una corrección política autoritaria.

¿Dónde están las ayudas a la natalidad como contrapeso ante la decisión de abortar? ¿No será que la Agenda 2030 marca una directriz que conduce al invierno demográfico, porque ya somos demasiados en el planeta? ¿Díaz Ayuso participa de la Agenda 2030 como ya exhibía Pablo Casado?

Lo cierto es que, independientemente de Vox, hablamos de los latidos de la vergüenza porque se persigue ni más ni menos que distraernos de lo que de verdad importa: la defensa de valores que van cayendo, como así ponen de manifiesto estas declaraciones de una dirigente del PSIB: «No se pueden condicionar decisiones con creencias». Vamos, la muerte de la civilización judeocristiana que está en el ADN de Occidente. Regresamos entonces, a la casilla de salida. Lo que permite tomar como referencia la carta de Gustave Flaubert escrita en 1861 dirigida a Edna Roger. Allí escribía: «Cuando ya no estaban los Dioses y Cristo aún no estaba, hubo, desde Cicerón a Marco Aurelio, un momento único donde sólo estaba el hombre».

Esta frase fue la que inspiró a Marguerite Yourcenar a escribir Memorias de Adriano. Una antología de las cartas de Flaubert, recogida en El hilo del collar: correspondencia, se editó en España el año 2021 y en una reseña puede leerse: «Flaubert te mete en el barranco de la condición humana».

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