Delicada situación del centroderecha en Canarias

Delicada situación del centroderecha en Canarias

Aglutinar al elector de centroderecha para la próxima contienda electoral, que gracias a los ímprobos esfuerzos de la coalición se intuye más cercana a día que pasa, está en el ánimo del Partido Popular, cuyas expectativas electorales según los analistas avalan la estrategia seguida para vencer al entramado gubernamental. De aquí que sean difíciles de entender dejaciones tan manifiestas como la nula actividad para impulsar su decaída vitalidad en la Comunidad Canaria.

La erupción del volcán en La Palma ha centrado el foco informativo en este hecho insólito y de gravísimas consecuencias por los estragos que está causando en las vidas y haciendas de palmeros en particular y de los canarios por extensión. Una tragedia que agranda los graves problemas que acusan desde hace años los isleños. La desenfrenada inmigración ilegal, fomentada por la ambigüedad y la incompetencia gubernamentales, expone a este apartado territorio patrio a una vulnerabilidad estructural. Si la pandemia minó los recursos turísticos y la reciente invasión migratoria de Ceuta puso en evidencia los problemas de cohesión social, la erupción volcánica agranda las dificultades que han de abordar las islas para estabilizar su crecimiento.

No se entiende que la presencia del Partido Popular en esta tragedia humana esté pasando por episódica. Si se prescinde de la oportuna, pero lejana visita de Pablo Casado a la isla, prácticamente coincidiendo con la primera de Sánchez, y de un esporádico viaje del diputado por Gran Canaria, apenas se ha hecho notar la actividad popular desde que las coladas de lava que fluyen en Cumbre Vieja centraron la mirada de la opinión pública. Institucionalmente marginados, su capacidad de iniciativa ha brillado por su ausencia en estas duras circunstancias.

La parsimonia de los dirigentes locales es objeto de preocupación entre los afiliados que temen quedar al margen de la labor, que entienden ilusionante, de renovación del centroderecha. Autoexcluido, deja de ser un activo en Canarias, expuesto a convertirse en una rémora del proyecto que aspira a aglutinar una actitud que las encuestas muestran en auge. Su actual apatía en el archipiélago tiene una causa que a pocos se oculta, es un reflejo de la paulatina depreciación del liderazgo de los cuadros dirigentes isleños durante los últimos años.

Si no afronta una rápida y efectiva transformación, corre el riesgo de que su fuerza política pase a ser residual. Necesita el impulso de una dirección vigorosa y visible, capaz de motivar al disperso electorado en torno a unas siglas integradoras. La inquietud que precede al desánimo reina, sin embargo, especialmente en Las Palmas, principal granero de votos insular. No bastará cambiar caras si se conservan las rutinas que han llevado a perder en un decenio el 50% de respaldo.

Esta inquietud por aumentar la representación, decreciente durante las últimas citas electorales, se muestra en reuniones de todo tipo, en círculos empresariales, en Pueblo Canario u otros cenáculos, en blogs y artículos locales que tratan vanamente de conseguir la atención de la dirección nacional, en espontáneos mentideros al margen de la inane organización oficial, en comentarios de redes y tertulias radiofónicas. No se limitan a urgir un relevo en la presidencia, instan a trabajar para ganar el espacio perdido y devolver la energía que aliente al electorado joven universitario o no, profesional y moderado, a integrarse en el proyecto común de ganar las próximas elecciones.

La energía y capacidad renovadora de que se ha dado muestra desde la fallida moción de censura de Murcia es un aliciente en el que los comentarios se fijan para animarse a la reactivación. Desanima, sin embargo, no encontrar eco de los efectos que pueda ocasionar esta depauperación del centroderecha canario. Su representación ha menguado en las últimas citas electorales. De los 21 diputados que tuvo en las autonómicas de 2011, ha pasado a la mitad. Ha perdido 150.000 papeletas en las autonómicas, reducidos a la mitad de votantes socialistas. Se lamenta que en Madrid anden atareados en torpes enredos de cuitas superfluas, mientras se pierde de vista situaciones tan delicadas como la canaria, abandonada a una suerte a la baja desde hace un decenio. La actividad se encuentra tan en calma chicha que hasta la comunicación con la directiva nacional está empantanada. No hay siquiera un liderazgo definido que pueda ilusionar al elector potencial.

 

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