Borrell, has hecho el ridículo con Cuba
Si no era poca la vergüenza que uno como español y como demócrata del presente (no sólo del pasado) sentía por la actitud indecente del gobierno de Pedro Sánchez con Cuba, ahora hay que añadir la de la Unión Europea, mejor dicho, la de la Comisión Europea con el español Josep Borrell al frente de la diplomacia comunitaria.
La callada por respuesta, un mutis por el foro, había sido la respuesta dominante ante las violaciones sistemáticas de los derechos humanos que la dictadura comunista de Díaz-Canel están cometiendo sobre su población. Algo que resulta indignante. Hasta el día 29 de julio, es decir, un mes casi después desde que se iniciaran las protestas populares, Borrell no abrió la boca. Y lo hizo de una manera forzada, obligado por las presiones de Alemania y Francia, que no del gobierno español.
Borrell es la pinza de Zapatero y Sanchez con Cuba y todo lo peor de lo peor que hay en Hispanoamérica, como también Venezuela, Nicaragua, Bolivia y el recién incorporado Perú a esa lista de países autoritarios de izquierdas gobernados por corruptos que sólo les importa hacer crecer su riqueza personal mientras roban y pisotean a su propio pueblo.
Quien haya leído el comunicado del propio Borrell del pasado jueves notará cómo le entra una mezcla de náuseas e irritación por la manipulación del lenguaje en un texto la mitad de extenso que este artículo, con todo y tanto que hay que decir de Cuba.
De entrada, siguiendo el relato que la izquierda nos trata vender, Borrell nos quiere hacer creer que las manifestaciones de la población son fruto de la situación pandémica. Falso. La falta de alimentos, medicinas, derechos y libertades se remonta al origen de la dictadura castrista hace más de 60 años. Pero se nota que a esta izquierda del postureo que se llena la boca hablando del régimen de Franco y de Polonia y Hungría, como estrategia del despiste, le abruma la realidad indiscutible de los gobiernos de izquierdas en casi todo el mundo, pero especialmente en aquellos como los hispanoamericanos, donde socialistas y podemitas tienen intereses de todo tipo y tanto que callar. Algo que saben muy bien el propio Sánchez, el expresidente Zapatero, Pablo Iglesias, Ábalos, Errejón y toda la banda de esos “demócratas de postureo”.
El ignominioso comunicado de Borrell se pasa medio texto dando rodeos para llegar a instar lo que debía de haber dicho desde un principio, exigir el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales en Cuba.
Con el caso de la isla caribeña no caben contemplaciones. No se trata de una dictadura sobrevenida. Los cubanos llevan más de 60 años aguantando a los Castro y a sus lacayos políticos que lo único que han hecho ha sido continuar con la obra opresora y represora sobre la población.
España perdió esta semana una fantástica oportunidad para situarse del lado de los gobiernos demócratas de verdad y condenar como hicieron todos los países excomunistas europeos la represión de la dictadura cubana. Pero ya sabemos que a Sánchez le importa bien poco las calamidades de nuestros hermanos cubanos. Tan sólo le interesa su supervivencia aunque sea a costa de no hacer nada por la democracia en Cuba.
No podemos permitir que esa Unión Europea que siempre se vanagloria de defender los principios y valores europeos, esos que se suponen que afectan al Estado de Derecho y a la democracia, tarde casi un mes en reaccionar a los lamentables hechos de Cuba y que haya países como España, que estén impidiendo la imposiciones de unas merecidas sanciones a los sátrapas del régimen cubano como ya lo ha hecho, aunque tarde también, Estados Unidos. La distancia entre el inmovilismo y la indecencia es imperceptible.