Asamblea de la ONU

Abbas pide en la ONU una Gaza controlada por Palestina sin Hamás e Israel dice que no se «dejará engañar»

El ministro de Exteriores, Gideon Sa'ar, respondió con escepticismo al discurso buenista de Abu Mazen

Hámas acusa a Abbas de rendirse ante Israel por pedir que lso terroristas entreguen la armas

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Mahmoud Abbas pronuncia su discurso ante la ONU desde Ramala. (Ep)
María Ruiz
  • María Ruiz
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El presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmoud Abbas (Abu Mazen), pronunció un discurso ante la Asamblea de Naciones Unidas (ONU) transmitido desde Ramala, en Cisjordania, debido a la denegación de visados por parte de Estados Unidos a él y su delegación. Abbas, además denunciar en la ONU lo que calificó como un «genocidio» israelí en Gaza, también delineó una visión clara para el futuro del territorio: un control exclusivo por parte de la ANP, excluyendo a Hamás y exigiendo al grupo terrorista que entrega de sus armas. Algo demasiado quimérico. De hecho, desde Israel, el ministro de Exteriores, Gideon Sa’ar, respondió con escepticismo: «Israel no se dejará engañar de nuevo»

En su discurso, que duró unos 20 minutos el líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) desde 2004, Abbas comenzó recordando el aniversario inminente del ataque de Hamás del 7 de octubre de 2023, que dejó unos 1.200 israelíes muertos y 250 secuestrados tras salir de los túneles de Gaza para sembrar el terror.

«Rechazamos lo que Hamás hizo el 7 de octubre: acciones que atacaron a civiles israelíes y los tomaron como rehenes, porque no representan al pueblo palestino ni a su justa lucha por la libertad e independencia», declaró con firmeza. Esta condena explícita, reiterada en discursos previos como el del 22 de septiembre en una cumbre sobre la solución de dos Estados, marca un distanciamiento público de la facción rival, que controla Gaza desde 2007 tras expulsar a fuerzas leales a la ANP.

Su mensaje giró en torno a Gaza, descrita como «parte integral del Estado de Palestina». Abbas reivindicó la soberanía palestina sobre la Franja de Gaza sin Hamás, afirmando que la ANP está «lista para asumir la plena responsabilidad de la gobernanza y la seguridad allí». Propuso un «comité administrativo temporal vinculado al gobierno palestino en Cisjordania, con apoyo árabe e internacional», pero dejó claro que «Hamás no tendrá ningún papel en la gobernanza». «Hamás y otras facciones deben entregar sus armas a la Autoridad Palestina, porque queremos un Estado unificado sin armas fuera del marco de la ley, bajo un sistema legal único y con una fuerza de seguridad legítima», enfatizó.

Esta demanda no es nueva: en su discurso del 22 de septiembre, Abbas ya había insistido en que «no queremos un Estado armado», alineándose con condiciones clave de Israel y Estados Unidos para cualquier acuerdo posbélico.

Paralelamente, Abbas arremetió en la ONU contra Israel, acusándolo de perpetrar «un crimen de guerra y contra la humanidad» en Gaza. «Más del 80% de las hogares, escuelas, hospitales, iglesias y mezquitas han sido destruidos. Lo que Israel lleva a cabo no es solo agresión: es un genocidio, destrucción, hambruna y desplazamiento», relató, citando el uso del «hambre como arma de guerra» y ataques a sitios religiosos en Jerusalén, Hebrón y Gaza.

Abbas también agradeció a los más de 150 países que han reconocido el Estado de Palestina en los últimos días, incluyendo 10 naciones occidentales, y exigió un alto el fuego inmediato, elecciones palestinas y la implementación plena de resoluciones ONU para una solución de dos Estados.

El discurso, flanqueado por banderas palestinas y un letrero que rezaba «Estado de Palestina», culminó así: «No abandonaremos nuestra tierra. Surgiremos de debajo de los escombros».

La reacción de Hamás no se hizo esperar. En un comunicado emitido horas después, el grupo terrorista islamista, liderado por figuras como Izzat al-Rishq, tildó el discurso de «profundamente lamentable» y una «sumisión a presiones externas e imposiciones israelíes».

«Estas declaraciones violan acuerdos previos de diálogo nacional y niegan el derecho inherente del pueblo palestino a la autodeterminación y a elegir a sus líderes», argumentaron, acusando a Abbas de «rendirse a las demandas israelíes» mientras el «ocupante y sus colonos continúan masacres en Gaza y ataques en Cisjordania».

Hamás reafirmó que la resistencia armada es un «deber nacional y moral» y que «no entregará sus armas mientras la ocupación persista», rechazando cualquier exclusión de su rol en la gobernanza futura. Este pulso interno entre la ANP (de corte secular y moderado) y Hamás (islamista y radical) profundiza la fractura palestina, exacerbada por la guerra en curso y la ausencia de reconciliación desde 2007.

Desde Israel, el ministro de Exteriores, Gideon Sa’ar, respondió con escepticismo: «Abbas dice que está listo para recibir Gaza, que perdió fácilmente ante Hamás en 2007. Israel no se dejará engañar de nuevo; él continúa alentando el terrorismo con salarios a terroristas y sus familias». En Washington, la administración Trump, que denegó los visados, ve en las palabras de Abbas un alineamiento con sus demandas de desarme de Hamás, aunque persisten dudas sobre la capacidad de la ANP para gobernar un Gaza devastado.

 

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