Vinoble: la alegría del vino noble y el empacho del Jerez

Vinoble
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En mayo es imposible no acordarse de Pascual González y los Cantores de Híspalis, que recogieron como nadie el ambiente del que se tiñe Jerez de la Frontera en este mes. La ciudad gaditana, esa soberbia joya de interior, vive un primer apogeo con su animadísima feria y luego se transforma en una festiva capital de negocios para acoger Vinoble, el salón internacional dedicado a los vinos nobles, generosos y licorosos.

Ya lleva once ediciones sirviendo de escaparate bianual a estas referencias que no son tan comerciales ni están tan de moda como otros vinos más comerciales y jóvenes. Es el Bumble de los vinos distintos, con 49 bodegas andaluzas y 40 importadores de 19 países, que han protagonizado un total de 673 citas de negocio y un amplio programa de catas.

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El alcázar de Jerez, el más añejo de nuestras joyas patrias almohades, es el marco singular que acoge esta cita imperdible para todos los que quieran profundizar en el amplio y dinámico concepto de los vinos nobles, que en los últimos años han adquirido una proyección espectacular, muy amparada en su vertiente gastronómica. También ha ayudado que la administración andaluza, que sabe promocionar muy bien sus innumerables encantos, haya entendido bien la importancia del vino en su vertiente turística y del Business.

El del vino es un sector esperanzador para la economía andaluza. Las exportaciones enológicas de esta comunidad crecieron en 2021 un 16,4 por ciento con respecto a 2021, y se tradujeron en una estupenda cifra de negocio de 107 millones de euros. Cádiz es la dueña y señora del cotarro, pues el 80 por ciento de esta cifra (80 millones) caen en su saco. Y ha crecido más de un 13 por ciento. Afinando más el foco, también hay que decir que los vinos jerezanos son los líderes de ventas en Andalucía: suponen el 34 % del sector en Andalucía.

Para muchos asistentes, Vinoble ha seguido ahondando demasiado en el chovinismo de los vinos de Jerez. Hay vida más allá de la manzanilla, el palo cortado, los generosos de licor, los Moscatel y los Pedro Ximénez y toda la ilustre familia. Se quejaban los visitantes de que se escuchaban pocos idiomas, que faltaban Marsalas, Oportos, Madeiras, Tokajis… Tal vez, los organizadores deberían darle una pensada y ampliar el catálogo, o directamente centrar la feria en los vinos jerezanos.

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Al margen de la puntilla crítica, que siempre debe haberla, hay que congratularse por estos encuentros, que sirven para atraer nuevos públicos (muy reseñable ha sido la presencia de gente joven, cada vez más interesada en estos vinos tan singulares) y dar a conocer proyectos que no suelen andar por el circuito de las ferias.

Es el caso de Bodegas San Francisco Javier, un proyecto de Carlos del Río (de las navarras bodegas de Sada) y el enólogo danés Peter Sisseck, que adquirieron dos viñedos en Jerez que cultivan en ecológico. Estupendo su fino Viña Corrales, primera creación conjunta en este Marco de Jerez. Jaime Carvajal también ha presentado sus cuatro vinos de Jerez (amontillado, manzanilla, oloroso y médium). Los cuatro se embotellan en rama, sin estabilizar, solo con un ligero filtrado que permite mantener las mismas cualidades que en la bota.⁠ Por supuesto, volveremos a Vinoble.

Aunque lo que más nos gusta son las actividades alternativas que se organizan en torno a este salón. Hay que felicitar a Bodegas Tradición por el pedazo de showcooking que montaron en las bodegas, que congregó a hosteleros, sumilleres, periodistas expertos en enología y a un buen puñado de negocios gastronómicos que también pudieron exponer sus novedades, y que maridaban de miedo con estos sobresalientes vinos.

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