Ribera decidió proteger sapos y ratas en el Poyo antes que hacer la obra contra las inundaciones
Ribera firmó en 2011 el catálogo de especies animales a proteger cuando se realizasen obras en el Poyo
La rana común, el sapo de espuelas, la rata, la comadreja, la lagartija colilarga o el cernícalo vulgar. La vicepresidenta Tercera, Teresa Ribera, incluyó en 2011 -cuando era secretaria de Estado con Zapatero- un extenso catálogo de flora y fauna a proteger en la declaración de impacto ambiental que debía regir en cualquier actuación u obra de adecuación del barranco del Poyo. El mismo que no se limpió de vegetación antes de la DANA, convirtiendo los municipios colindantes en la zona cero de las inundaciones. Se alegó que era «manifiestamente incompatible con la protección de la naturaleza».
Ribera compareció finalmente ante el Congreso de los Diputados este pasado miércoles, tres semanas después de las inundaciones en Valencia y pese a ser su Ministerio de Transición Ecológica el más señalado por lo ocurrido ese 29 de octubre. En su intervención, la próxima vicepresidenta de la Comisión Europea presumió de haber sido ella quien firmó, en 2011 y como secretaria de Estado de Cambio Climático, la declaración de impacto medioambiental que debía respetarse a la hora de realizar cualquier proyecto sobre el barranco del Poyo.
No es un documento menor: es una guía a tener en cuenta por cada Ayuntamiento a la hora de plantear cualquier tipo de modificación, obra o limpieza sobre esa rambla. Y en él se incluye un extenso catálogo de animales vertebrados e invertebrados cuyo hábitat debe estudiarse caso a caso antes de planificar una intervención sobre el Poyo, con las complicaciones técnicas, presupuestarias y burocráticas que ello conlleva. Ahí, dicen desde algunos de los ayuntamientos afectados, es donde radican los largos retrasos de la Confederación Hidrográfica del Júcar a la hora de conceder o denegar los permisos para realizar limpiezas de cauces, e incluso al poner multas por hacerlo sin permisos como está haciendo el Ayuntamiento de Elche.
Ese catálogo de fauna a proteger, con la firma de Ribera, incluye animales de todo tipo: «En la cuenca alta, la ictiofauna, bastante escasa debido a la estacionalidad de los cursos de agua, está representada por el cacho (Squalius pyrenaicus), en el caso de la herpetofauna destaca el sapo de espuelas (Pelobates cultripes) o la lagartija colilarga (Psammodromus algirus). Entre la ornitofauna presente, destacan por su interés conservacionista el torcecuello (Jynx torquilla) o los alcaudones (Lanius sp). La existencia de numerosos roquedos en la zona, con especies como el cernícalo vulgar (Falco tinnunculus), el búho real (Bubo bubo) y el halcón peregrino (Falco peregrinus)».
Continúa el documento haciendo mención de toda la fauna presente en la cuenca media y baja del Poyo, la que transcurre por un tramo urbano de 11 kilómetros en los municipios afectados: «Debido al estrés hídrico al que son sometidos y la contaminación de las aguas, las únicas especies de ictiofauna presentes son la gambusia (Gambusia hoolbroki) y la carpa (Cyprinus carpio). En el caso de la herpetofauna, la rana común (Rana perezi), la culebra de collar (Natrix natrix) y la culebra viperina (Natrix maura). En cuanto a la ornitofauna, destacan especies nidificantes en la zona como el avión zapador (Riparia riparia), el mochuelo común (Athene noctua), la lechuza común (Tyto alba) y el cernícalo vulgar (Falco tinnunculus)».
Señala la declaración de interés medioambiental que «entre las aguas del barranco del Poyo nidifican especies como la polla de agua (Gallinula chloropus), el avetorillo (Ixobrychus minutus) y el ánade real (Anas platyrrhynchos). En el caso de los mamíferos, destacan los múridos por su dominio, especialmente ratas y ratones, aunque se localizan individuos de conejo (Oryctolagus cuniculus) y murciélago común (Pipistrellus pipistrellus)».
Ribera y las obras en el Poyo
Corría el año 2020. El Ministerio de Transición Ecológica, encabezado por Teresa Ribera, esgrimía en una respuesta parlamentaria el motivo por el cual no se procedía a la limpieza del barranco de Poyo, una de las zonas más afectadas por las inundaciones de la DANA que ha dejado más de 200 muertos en Valencia. «Las obras intensivas de dragado o eliminación de la vegetación natural son manifiestamente incompatibles con los objetivos de conservación y protección de la naturaleza recogidos en la normativa vigente», justificaba Ribera para no actuar en ese enclave.
El 3 de febrero de 2020, Vox registraba una pregunta en el Congreso de los Diputados sobre la limpieza de esta rambla. «¿Por qué la Confederación Hidrográfica del Júcar no ha procedido a la limpieza del barranco del Poyo a su paso por la localidad valenciana de Catarroja?», rezaba la pregunta. La limpieza de este tramo del cauce fluvial tiene un gran sentido, ya que en los últimos 250 años, hay registradas más de 100 inundaciones en el barranco del Poyo -un promedio de 2,5 avenidas por año- lo que explica que esta zona sea una área de Alto Riesgo Potencial Significativo de inundación (ARPSI). Sin embargo, y pese a estos datos que mostraban el riesgo para las vidas humanas del desbordamiento de esta rambla, Teresa Ribera priorizó la vegetación.
«Se recuerda que la presencia de vegetación y sedimentos en los cauces y sus márgenes es un fenómeno natural que forma parte de la dinámica fluvial y que crea condiciones fundamentales para el desarrollo de los ecosistemas acuáticos, la laminación de avenidas, el sostenimiento de las márgenes y la mejora de la calidad de las aguas (…) La atribución de los organismos de cuenca es tutelar y proteger los valores ambientales de los cauces para alcanzar los objetivos medioambientales fijados en los planes hidrológicos de cuenca», esgrimió el Ministerio de Transición Ecológica en respuesta a la pregunta de la formación de Santiago Abascal. Así, Teresa Ribera desestimaba realizar obras de dragado y limpieza en el barranco del Poyo porque eran «manifiestamente incompatibles con los objetivos de conservación y protección de la naturaleza recogidos en la normativa vigente».
Un año más tarde, en septiembre de 2021, el jefe de servicio de la Confederación del Júcar, Francisco Roselló, manifestó los peligros del barranco del Poyo. «68 inundaciones históricas y más de 10 desde el año 2000. ¡Recurrente!», incidía en una presentación organizada por el Ministerio de Transición Ecológica para presentar todos los «planes de gestión del riesgo de inundación» de todas las confederaciones hidrográficas.
En ese mismo acto, Roselló describió las actuaciones necesarias para adecuar la zona, y posteriormente señaló la «paralización de proyectos y obras por falta de disponibilidad presupuestaria y problemas ambientales». Es decir, la Confederación «no contaba» con los 35 millones para hacer realidad la obra y también aseguraba que había problemas «ambientales», que no eran otros que la Ley de Huertas que el gobierno socialista de Ximo Puig puso en marcha en 2017, y que añadía más complicaciones administrativas al proyecto.