Gobierno Pedro Sánchez

Iglesias y la portavoz Montero levantan una «distancia de seguridad» por sus diferencias

Las formas y autoritarismo del vicepresidente podemita le dejan prácticamente sin apoyos dentro del Consejo de Ministros, donde cada día está mas arrinconado

Pablo Iglesias
Pablo Iglesias y José Luis Montero
Joan Guirado

Pablo Iglesias por un lado. María Jesús Montero por el otro. El vicepresidente podemita y la ministra socialista representan, a día de hoy, la principal pugna dentro del gabinete socialcomunista. La relación entre ambos «es tan mala», aseguran fuentes de Moncloa, que prácticamente ni se hablan.

El viernes, al finalizar la rueda de prensa tras el Consejo de Ministros extraordinario que dio luz verde al ingreso mínimo vital, vicepresidente y ministra hicieron gala de esa mala relación en el interior de la sala de prensa del complejo presidencial.

Según fuentes presentes en la sala, situada en el edificio del Portavoz, Pablo Iglesias se bajó del atril que compartía con Montero con mucha rapidez. En ese momento la ministra bromeó diciendo que «el vicepresidente ha salido escopeteado, que dirían en mi tierra». Iglesias respondió a esas palabras con un «es para guardar la distancia contigo» ya desde la puerta mientras se marchaba. Montero, que seguía dentro con José Luis Escrivá, le preguntó si se refería a «la distancia de seguridad, ¿no?». La reacción fue de tímidas risas «muy forzadas».

Las diferencias entre los dos compañeros de gabinete se debe, principalmente, a la disposición del dinero público para hacer ciertas políticas. Pablo Iglesias, aseguran fuentes socialistas, no entiende que la limitación presupuestaria no permita llevar a cabo varias de las medidas sociales que proponen desde Podemos. Se trata de las propuestas más ideológicas que le facilitarían capitalizar su paso por Moncloa. «Se piensan que el dinero es ilimitado», dice sobre Podemos una fuente del Ministerio de Hacienda que reprocha «su falta de experiencia en la gestión».

Esas discrepancias entre Iglesias y Montero no sólo las confirman desde dentro del Ejecutivo. Fuentes sindicalistas, que están al corriente de todo lo que ocurre y que han participado en la negociación para el ingreso mínimo vital, confirman esas diferencias. La relación entre Iglesias y Montero es igual o peor que la que mantiene el líder de Podemos con la vicepresidenta tercera, Nadia Calviño.

Iglesias, cada vez con menos aliados

La cohabitación de Pablo Iglesias con sus compañeros dentro del Gobierno empieza a ser complicada. Su presencia en el Consejo de Ministros genera tensiones con varios miembros del gabinete. Primero fue con la vicepresidenta primera, Carmen Calvo. Con la cordobesa la relación ya estaba tocada por las negociaciones tras el 28 de abril. La Ley de Igualdad, y la defensa de Iglesias de su compañera Irene Montero, acabó de dinamitarlo todo. Ese episodio también irritó al titular de Justicia, Juan Carlos Campo, al que Iglesias le reprochó que «hay mucho machista frustrado» en el Consejo de Ministros.

Tras Calvo, la relación del vicepresidente segundo se torció con Nadia Calviño. Las diferencias económicas entre ambos, y sobre todo, cómo dar respuesta a la crisis social sin poner en jaque la economía española, han hecho saltar chispas en las reuniones ministeriales.

Las discrepancias entre el número tres y la número cuatro del Gobierno han tensionado el Gabinete en los debates sobre los ERTE, el ingreso mínimo o la vuelta al trabajo. Hace unos días, la titular de Economía, cargó contra la decisión defendida por Iglesias de derogar íntegramente la reforma laboral. La gallega ha tenido que recomponer las relaciones con la patronal rotas por culpa del vicepresidente de Podemos.

A Montero, Calvo y Calviño se sumó, días más tarde, el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá. Aunque al arranque del mandato congenió muy bien con el líder de Podemos, con el paso de los días, descubrió que «no era de fiar». Es más, con enfado, Escrivá llegó a sentenciar en un despacho de Presidencia que «estos tíos no se enteran». Fue tras filtrar Iglesias una renta mínima puente inexistente o un anuncio del que el ministro no sabía nada.

Tampoco la relación con la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, de su propio partido, es la misma que antes de entrar en el Ejecutivo. Díaz ha abandonado el sector más radical y autoritario representado por Iglesias para secundar las tesis y las formas del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, más moderado y posibilista. Con la titular de Defensa, Margarita Robles, o el de Transportes, José Luis Ábalos, tampoco hay demasiada buena sintonía.

Irene Montero, Garzón y Castells

Sin Díaz, cada vez más lejos de Pablo Iglesias, al vicepresidente segundo le quedan pocos apoyos en el Consejo de Ministros. Su compañera sentimental y titular de Igualdad, Irene Montero; el de Consumo, Alberto Garzón y el de Universidades, Manuel Castells, son los únicos compañeros de gabinete que siguen la corriente al secretario general de Podemos y secundan sus postulados en las reuniones ministeriales que se celebran los martes por la mañana.

Con Sánchez, relación fluida

La relación del vicepresidente segundo y el presidente del Gobierno es fluida. Ambos almuerzan cada jueves en el Palacio de La Moncloa para zanjar las problemáticas públicas o no que se hayan podido originar a lo largo de la semana. Además, Iglesias y Sánchez comparten otro foro, los lunes, junto a otros miembros del Gobierno, del PSOE y Podemos, para unificar posiciones. Pese a esa relación fluida y cordial entre los dos, no hay amistad en ella. Es «una relación profesional» y «por interés».

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