Levy y Arrimadas destacan en un debate «de mujeres» decepcionante

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Andrea Levy e Inés Arrimadas, antes del debate (EFE)

Minutos después de las 22.30 comenzaba el primer debate electoral, hora y media antes de que arrancara de manera oficial la campaña electoral. En un plató bien iluminado, con suelo negro charol y un fondo blanco, Andrea Levy (PP), Margarita Robles (PSOE), Inés Arrimadas (C’s) y Carolina Bescansa (Podemos), las cuatro contendientes -que no candidatas, porque dos de ellas no lo son-, protagonizaban un debate decepcionante, tenso, y en algunos momentos bronco. Con más acierto unas que otras, las cuatro defendieron sus programas, buscaron votos y se posicionaron como alternativas de Gobierno.

La representante de Unidos Podemos, Carolina Bescansa, iniciaba el debate con el primer turno de palabra -posición que obtuvo en el sorteo- con una intervención no especialmente brillante. Pero sus tres compañeras de plató no lo aprovecharon. El minuto inicial de ninguna fue novedoso, diferente o especialmente brillante.

La estrategia de Bescansa: ignorar a Robles

Pero pronto se abrieron las hostilidades. La primera en atacar fue la socialista, Margarita Robles, quien reprochó a Carolina Bescansa la actitud de su secretario general el día en que, en rueda de prensa, pidió la vicepresidencia y varios ministerios. La ex magistrada no dudó en criticar la postura de Podemos: «lo que les importa son los sillones».

Andrea Levy, por su parte, sacó su lado más duro al calificar el pacto que firmaron el PSOE y C’s que, en su opinión, sólo sirvió para hacerse fotos que no llegarían a ser Gobierno. Y no perdió ocasión de hurgar en la herida del PSOE, al deslizar que lo que «sí está claro es que se va a reconfigurar la izquierda».

La estrategia de Carolina Bescansa, que rehuyó las críticas lanzadas por Margarita Robles una y otra vez, consistió en buscar el enfrentamiento con Andrea Levy, obteniendo así varios ‘cara a cara’ con la representante popular obteniendo la imagen que buscaba de un nuevo bipartidismo. Incluso el moderador, Vicente Vallés la reprendió en algún momento señalando que «el debate no lo pueden acaparar sólo ustedes dos».

Levy pudo con todas

Quien tuvo para todas fue Andrea Levy. Una segura vicesecretaria de estudios y programa del PP respondió, atacó, discutió y se defendió. Levy se encontró tan a gusto durante el debate que fue la única que llegó a acodarse en el atril para escuchar a sus contrincantes. Al contrario de lo que desprendió en los primeros minutos, la representante popular Levy fue mostrándose cada vez más tranquila según pasaban los minutos.

Una de las grandes anécdotas de la noche tuvo como protagonista a la candidata socialista cuando, en el fragor de un discurso sobre corrupción, negó por error que el PSOE colaborara con la Justicia en este campo: «el Partido socialista ha mirado para otro lado en los casos de corrupción». El lapsus era tan de bulto que Arrimadas y Levy se miraban, sorprendidas y entre sonrisas, antes de que la representante socialista lo subsanara.

El único bloque en el que las contendientes se aventuraron a hacer propuestas, en vez de a afearse unas a otras conductas e ideologías, fue en el económico. Todas y cada una de ellas llevaban bien estudiados sus programas económicos y enunciaron las propuestas más vendibles. El pasaje más llamativo de esta parte del debate fue el dedicado a la ‘hucha de las pensiones’, donde una vez más la representante de Génova tuvo que defenderse de los ataque de sus tres contrincantes.

Inés Arrimadas la más solvente

Y llegó la corrupción. Inés Arrimadas partía con ventaja en este bloque, pues ni ella ni su partido tienen pasado, sí el PP y el PSOE, ni se les ha acusado de haber recibido financiación de regímenes extranjeros de dudosa reputación. La representante de Ciudadanos asestó a la política del PP varias acusaciones sacando a relucir a Rita Barberá, Bárcenas… La popular supo defenderse en lo personal y generacional, y no tanto en lo referente a su propio partido: «son asuntos de otra etapa política y para eso estamos[los nuevos vicesecretarios] en el partido, para cambiarlas».

Margarita Robles trató de meter baza entonces afeando con dureza al PP su actitud cuando algunos de sus dirigentes «critican y cuestionan el trabajo de los jueces». Éste fue, sin duda, uno de los momentos más tensos de la noche con un encadenado cruce de acusaciones entre ambas políticas hasta que el moderador dio el alto.

Bescansa, por su parte, regañó a sus dos compañeras por «el tono del debate» y les rogó que «marcaran la diferencia» entre «lo que estamos acostumbradas a ver y lo que podemos hacer nosotras», algo que no gustó a sus compañeras.

Inés Arrimadas, que comenzó desdibujada sin encontrar su sitio en el debate, fue lográndolo según avanzaba la noche, resultó ser la más solvente y acabó marcando el ritmo en buena parte del debate. Argumentó y puso sustancia en sus intervenciones bien preparadas.

Por contra, Margarita Robles, candidata socialista, sufrió mucho ante las cámaras y cometió varios errores que le pasaron factura. No le favorecía la situación política ni las expectativas electorales de su partido y, así, no hallaba contendiente con la que medirse debido, en buena medida, a que no recibió por parte de Bescansa atención alguna en su estrategia de obviar a los socialistas.

La sorpresa final la dio Andrea Levy cuando en el último minuto de su intervención lanzó parte de su discurso en catalán, mientras que la candidata de Podemos erró el tiro dirigiéndose únicamente a las mujeres para reclamar el voto para su formación.

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