Baltasar Garzón: «Parece de locos que en 2019 los monjes impugnen la exhumación de Franco»

El ex magistrado de la Audiencia Nacional Baltasar Garzón critica "la gran hipocresía" y "el cinismo" de una parte de la sociedad y la política españolas, dispuestas a poner la burocracia "y los formalismos" por encima del derecho de las víctimas del franquismo a obtener verdad y reparación.

Baltasar Garzón
Baltasar Garzón. (Foto: AFP)

«Parece de locos que en 2019 todavía estemos enredados cuando se trata de exhumar los restos del dictador de Cuelgamuros y que los monjes de la abadía impugnen porque se tiene que pedir permiso a la Iglesia exhumar unos restos que fueron inhumados allí sin contar prácticamente con nadie», plantea.

En una entrevista con Europa Press con motivo de la presentación de su último libro, No a la impunidad. Jurisdicción Universal, la última esperanza de las víctimas (Ed. Debate), Garzón se refería a la exhumación de los restos de Francisco Franco del Valle de los Caídos y a la cantidad de trabas que se deben superar en un procedimiento que, en su opinión, se está dilatando demasiado.

Esto «es anteponer los formulismos y la burocracia a los derechos de la víctima» e implica «un ataque a su dignidad, considerarla casi como especie biodegradable, mejor que desaparezca». «No somos capaces de enfrentarlo y hay cinismo, hay cobardía y por el camino, abandono de las víctimas», reitera.

Para el ex magistrado en este asunto «no debería haber ninguna discusión» porque es «metafísicamente evidente» que víctima y victimario no pueden compartir sepulcro. «Me resulta muy costoso entender que partidos políticos como Ciudadanos o el Partido Popular se oponen a que se produzca esa restauración de la memoria de las víctimas en algo que no debería ser ya objeto de discusión política», añade.

España hoy, como Argentina ayer

En su opinión, España se está comportando ante la búsqueda de justicia de las víctimas del franquismo mediante la justicia argentina como lo hicieron Chile o Argentina cuando desde la Audiencia Nacional se impulsaron por jurisdicción universal procedimientos por crímenes contra la Humanidad, asunto que trata profusamente en el libro.

«Durante un tiempo fuimos ejemplo de investigación y adelanto frente a otros países donde reinaba la impunidad como Argentina y cuando tocó aquí, dijimos que no e incluso cuando se intentó judicialmente avanzar, se seccionó inmediatamente cualquier posibilidad (…) Al final, la justicia española a nivel máximo, el Supremo y el Constitucional, se ha quitado la careta y ha optado por una visión restrictiva total en el que las víctimas pasan a un segundo término», lamenta.

Se refiere a la reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial que en 2014 restringió con la mayoría absoluta del PP el alcance de la jurisdicción universal. Garzón considera que quienes abogan por cercenar la extensión de este instrumento o dificultan su aplicación «están contribuyendo a la impunidad y son coautores o copartícipes de la consolidación de la impunidad y de que miles de víctimas no reciban una respuesta».

Justicia universal

«Es lo peor que puede desarrollar el ser humano. Es una actitud consciente amparada en argumentos jurídicos que va en contra de un principio universal que es la protección de las víctimas (…) Si no interiorizas que la víctima es la Humanidad, pues entonces tenemos un problema. Si lo interiorizas, no cuesta ningún trabajo interpretarlo», opina.

A lo largo de más de 700 páginas Garzón reflexiona sobre este enfoque a partir del análisis de los casos de la dictadura cívico-militar argentina (Scilingo fue condenado en España), Augusto Pinochet (a quien una orden de Garzón mantuvo casi dos años retenido en Reino Unido), el genocidio maya en Guatemala denunciado por Rigoberta Menchú, el genocidio armenio, los jesuítas masacrados en El Salvador, el Sáhara o los vuelos de la CIA, entre otros.

«Merece la pena poner en valor el trabajo que se ha hecho en España en esos ámbitos. Si España ha destacado en algo aparte de lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, que también, es en la jurisdicción universal. Ha sido una lucha de las víctimas, de defensores de Derechos Humanos, de determinados fiscales y jueces de aquí y otros países», explica.

Tras un análisis de cada uno de los casos donde se entremezclan procedimientos jurídicos, avatares políticos, anécdotas y contexto histórico vertebrados con los relatos de las víctimas, el ex magistrado ofrece una propuesta a futuro de lo que en su opinión debe ser la justicia universal.

«Si no somos capaces de imponernos sobre criterios utilitaristas de corto alcance –dice en uno de los pasajes–, estaremos traicionando a las víctima actuales y futuras y por ende, a toda la Humanidad. El no a la impunidad que titula este libro es un grito y una esperanza en defensa de todas».

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