Haaland devora al Sevilla

El Sevilla no pudo llevar a cabo la remontada al empatar 2-2 ante el Borussia. El conjunto hispalense lo intentó, pero delante tenía a un animal llamado Haaland. Probó suerte de todas las formas, pero con un goleador como el noruego es muy difícil. El ‘9’ del Dortmund hizo un doblete y destruyó al equipo de Lopetegui, que mejoró su versión y, seguro, habrá dejado orgullosos a sus aficionados por la imagen mostrada pese al batacazo de ser eliminados de la Champions League. Los dos goles de En-Nesyri rozaron el milagro, pero no pudo consumarse.

Después de tres derrotas consecutivas -dos en Liga y una en Copa del Rey- el Sevilla llegaba a Alemania habiendo cambiado el chip. El 2-3 de la ida dejaba muy tocado a los de Julen Lopetegui, pero el himno del centenario del club hispalense lo deja claro: «Dicen que nunca se rinde». La plantilla tiró de esa premisa tras aquel encuentro, pero ahora tocaba ver qué eran capaces de hacer sobre el verde, que es donde hay que hablar y donde les esperaba un tal Haaland.

Y para hablar en el césped el Sevilla va sobrado de argumentos. Julen Lopetegui salió con el mejor once posible. Bono defendía la portería y por delante del guardameta marroquí aparecía una línea de cuatro defensas en la que Jesús Navas y Acuña estaban en los laterales y Diego Carlos y Koundé formando pareja en el eje de la zaga. Joan Jordán, Fernando y Óscar Rodríguez actuaban en el trivote y en el tridente fue con todo el ex seleccionador nacional: Suso, En-Nesyri y Lucas Ocampos.

Ponía el balón el juego el Sevilla después de que sonase el miticazo himno de la Champions, aunque con la todavía pena de que no hubiese afición, más aún cuando hablamos de un templo como el Signal Iduna Park. Pero en Westfalia empezó a resonar silenciosamente era el de los de Nervión, que desde que arrancó el encuentro le pusieron la misma pasión y amor que El Arrebato le puso a su canción del centenario.

Desde el primer minuto los de Julen Lopetegui se lanzaron a por la remontada. Ocampos obligó a Hitz a meter una mano salvadora para evitar el primero del Sevilla. Eso fue en el minuto 2 y lo que vino a continuación fue un asedio brutal por parte del cuadro hispalense. El área del Dortmund se llenaba de camisetas amarillas, zona hasta en la que aparecía Haaland para achicar y despejar cualquier centro del Sevilla.

Pundonor sin gol

Y es que el Sevilla se gustaba con la posesión del balón. Óscar hacía circular el balón de un lado a otro a un ritmo frenético y Ocampos se encargaba de hacer las diabluras. Suso y los laterales colgaban balones y la zaga del Dortmund, liderada por Hummels y Emre Can, repelía esos balones que no encontraban a nadie para salir a la contra. El cuero le duraba menos en los pies al Borussia que lo que duró la declaración de independencia de Puigdemont.

Suso estuvo a punto de abrir la lata, pero su disparo se marchó rozando el poste. Se olía y se merecía un golito el combinado de Julen Lopetegui, pero no llegaba. Y en uno de los pocos errores que cometió el Sevilla, el mazazo. Fallo a la hora de sacar el balón desde atrás y Reus que llega a línea de fondo para dar un pase atrás cuando Bono le salía. Ahí estaba un hombre que se ha casado de por vida con el gol. Un futbolista que mete goles hasta dormido. Posiblemente, el mejor delantero de la actualidad: Erling Haaland. El noruego sólo tuvo que empujar la pelota al fondo de la red y dejar prácticamente ya cerrada la eliminatoria.

Se fueron al descanso con 1-0 y los futbolistas del Sevilla comenzaban a ser conscientes de que si antes estaba cuesta arriba la remontada, lo de ahora ya era una pendiente de ángulo recto. A la salida de vestuarios el Dortmund vivió sus mejores minutos y rápidamente volvió a marcar. Fue Haaland, que empezó en la banda izquierda y acabó definiendo por el otro costado. El problema para él fue que había barrido a Fernando. El colegiado fue al VAR a revisar la jugada y a la conclusión que llegó fue que el gol era anulado, pero un minutos antes Koundé había cometido penalti sobre el nórdico.

Haaland, gol entre ceja y ceja

Haaland asumió la responsabilidad y falló. Marró el disparo y también el rechace. En ambas, Bono estuvo espectacular. El problema para el guardameta, que no tenía uno de sus pies sobre la línea. Se repitió la pena máxima y el arquero marroquí volvió a traerse al pairo esa norma, lo que esta vez no fue capaz de detener el disparo del ex del Salzburgo. 2-0 y se lió. Haaland se acercó a Bono y le gritó algo en su cara en señal de venganza, ya que cuando sí le detuvo el penalti y el rebote fue el sevillista el que fue a provocar al ‘9’ amarillo.

Ahora sí que sólo un milagro salvaría al Sevilla, pero aún así ni un aficionado hispalense podrá quejarse de la actitud de sus jugadores ni recriminarles nada. Pelearon y no se rindieron, y fruto de la insistencia llegó un penalti de Emre Can a Luuk de Jong. Fue En-Nesyri el que se atrevió a la pena máxima y fusiló literalmente al guardameta del Dortmund. Si este tiro llega a ser en la serie de Óliver y Benji hubiera roto la red y destrozado el muro de detrás de la portería.

A partir de ahí el Sevilla siguió con su misión. Buscaron el segundo para coger un poco más de esperanzas, pero como durante todo el partido estaba el guardameta del Borussia Dortmund y la zaga amarilla para plantar un muro delante de la portería. Los alemanes buscaron alguna contra para sentenciar del todo, pero ahí estuvo Bono para meter una mano providencial y negarle el tanto a Dahoud antes de entrar en los últimos 5 minutos. Parecía que el partido iba a finalizar, pero en el último minuto un gol de En-Nesyri hizo creer en el milagro, como le sucedió al Barcelona en su eliminatoria frente a los de Nervión en la semifinal de la Copa. Pero no, pese a jugar el último minuto a la desesperada y hasta reclamar un penalti, el Sevilla quedó fuera de la Champions League al caer en el global por 5-4.