Las 7 cosas que hacen las personas que siguen siendo felices después de los 60 años
Mirar la vida desde otra perspectiva puede ser la clave de quienes son felices al llegar a la madurez
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Llegar a los 60 años ya es todo un logro. Se acumula mucha experiencia de vida y además si se mira en términos laborales, puede que se empiece a pensar en el momento en que uno pueda retirarse y por fin descansar. Un periodo de vida que deberíamos celebrar pero lo cierto, es que no todo el mundo llega a esa edad satisfecho con su vida. Dependiendo de cada situación, es posible que llegar a los 60 sea una auténtica amargura, pero también hay gente que lo hace siendo feliz. ¿Qué secreto esconden? Tal vez sean las 7 cosas que hacen las personas que siguen siendo felices después de los 60 años.
El envejecimiento suele verse como algo malo, pero ¿y todos esos años ya vividos que nos han hecho experimentar la vida de distintas maneras? Y no es una cuestión de haber hecho de todo. De hecho, muchas personas que son felices en la etapa madura de su vida lo son porque se dan cuenta que una vez cumplidos los 60, aprendieron a ver las cosas de manera diferente. No necesitan que todo sea perfecto. Tampoco se esfuerzan por parecer jóvenes a toda costa. Lo que buscan es estar en paz con quienes son, con lo que tienen, con el momento que viven. Pero ese es un estado que no llega sin más, viene lo hace tras soltar algunas cargas, cuestionar ciertas creencias y empezar a cuidarse de otro modo.
¿Y sabes que es lo más curioso? Que muchos de esos cambios no requieren años de terapia ni grandes transformaciones. Son decisiones pequeñas, cotidianas, que empiezan por dentro. Y aunque parezca que sólo se aprenden con el tiempo, lo cierto es que cualquier persona puede empezar hoy mismo a practicarlas. Conozcamos entonces las 7 cosas que hacen las personas que siguen siendo felices después de los 60 años. No son fórmulas mágicas, sino elecciones simples, que por otro lado son poderosas.
Aprenden a decir «no» sin culpa
Decir sí por compromiso es algo que está más que establecido en nuestra sociedad, pero que amarga a todo aquel que lo pronuncia. Las personas que son felices a los 60 años han aprendido que no todo vale y que hay que darle prioridad a su paz interior y que muchas veces pasa, por poner límites claros. No necesitan justificar cada decisión ni dar explicaciones. Simplemente se escuchan, se respetan y priorizan lo que les hace bien. Decir no se vuelve, en este contexto, un acto de amor propio.
Dejan de buscar la aprobación de los demás
En la misma línea, las personas buscan siempre encajar y estar a la altura de lo que se espera de ellos. Sin embargo hay un momento (y suele llegar alrededor de los 60) en que esa necesidad se disuelve. Quienes siguen siendo felices en esta etapa han dejado de vivir bajo el juicio ajeno. No necesitan de la aprobación de nadie para sentirse válidas, ni se esfuerzan por parecer algo que no son. Se permiten ser auténticas, incluso si eso implica decepcionar expectativas. Saben que vivir para gustar es una forma sutil de esclavitud emocional, y que la libertad empieza cuando uno se da permiso para ser.
Sanan su relación con el pasado
Algo que no suele hacerse hasta la madurez y que suele acabar mal, ya sea por la culpa o tal vez el rencor. Todos nos equivocamos en la vida y a todos nos hacen daño, pero si deseas llegar a los 60 y ser feliz es mejor asumir la historia que has tenido, perdonar (tanto a los demás como a ti mismo) y que cualquier mirada atrás que sea negativa o basada en el rencor, te va impedir avanzar. Debes focalizarte en el presente y en lo que todavía, te queda por construir.
Dejan de querer tenerlo todo bajo control
Antes, quizá intentaban organizar cada detalle: la salud, la familia, el trabajo, el futuro. Pero con el tiempo las personas que con 60 años son felices, descubren que muchas cosas no dependen de ellos. Y, lejos de desesperarse, se relajan. Las personas que envejecen con alegría han soltado la necesidad de controlar lo incontrolable. No luchan contra el cambio, sino que aprenden a adaptarse. No se enroscan en discusiones inútiles, ni se frustran por lo que escapa a su influencia. Se enfocan en lo que sí pueden hacer: cuidar su actitud, responder con calma, seguir aprendiendo.
Se comparan menos y agradecen más
Quienes superan los 60 años con una sonrisa suelen haber dejado de medir su vida con la vara ajena. Ya no miran con envidia la casa del vecino, ni sienten que deben parecerse a alguien más. Entienden que cada historia es única, con sus luces y sus sombras. En vez de preguntarse qué les falta, se enfocan en lo que tienen: salud, vínculos, tiempo, recuerdos. Practican la gratitud como forma de reconectar con el presente. Y eso, según numerosos estudios, es uno de los pilares más sólidos del bienestar emocional.
Tratan a su cuerpo con más respeto
La relación con el cuerpo cambia, y para bien. Muchas personas mayores ya no hacen ejercicio para adelgazar ni se obsesionan con tallas imposibles. Se mueven porque les hace bien. Comen mejor no por culpa, sino por energía. Descansan más. Escuchan sus ritmos. Han dejado atrás dietas extremas, rutinas agotadoras o comparaciones constantes con cuerpos irreales. Aceptan como son y se quieren por ello.
No le temen a las conversaciones incómodas
Durante años, tal vez evitaron conflictos por miedo a herir o a romper vínculos. Pero ahora saben que el silencio también puede dañar. Las personas que viven con paz después de los 60 años han aprendido a hablar claro. Dicen lo que sienten, lo que necesitan, lo que ya no aceptan. No desde la bronca, sino desde la honestidad. No buscan discutir, pero tampoco se callan lo que duele. Entienden que expresar emociones no es debilidad, sino fortaleza, además de saber que puede que al principio sea incómodo, pero a la larga es algo sanador.
Y estas son las 7 cosas que hacen las personas que llega felices a los 60 años, y lo siguen siendo hasta el final de sus días. Han soltado pesos, han sanado heridas, han redefinido prioridades. No viven atrapadas en el pasado ni corren tras una felicidad artificial. Prefieren la calma, y la autenticidad. Y aunque el cuerpo cambie, y también lo haga lo que les rodea, encuentran belleza en lo pequeño, ya que en definitiva al final, la felicidad no está en tenerlo todo, sino en saber apreciar lo que ya se tiene.