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David Otero: “Creo que el problema de Hasél es que confunde la realidad con la ficción”

David Otero
David Otero. @DavidOtero
María Villardón

Cantante y compositor. David Otero (Madrid, 1980), además de músico, es padre. Y lo es, a pesar de que muchas de sus fans durante la etapa de El Canto del Loco aún no se lo crean. Bueno, o sí, porque muchas de aquellas chicas que perseguían a los primos –Dani Martín y él– por todas las salas de conciertos de España también son madres ahora. “No soy nada mitómano, así que no me habría quedado a dormir a las puertas del Vicente Calderón ¡ni por mí mismo!”, explica guasón.

Cuenta el madrileño, con el exitoso álbum ‘Otero y Yo’ donde se incluye el temazo Una foto en blanco y negro’ con Taburete, que él vivió el éxito de sus veintitantos con mucha naturalidad. “Los grandes conciertos eran el 1% de nuestro trabajo, el resto estábamos en los pueblos. Yo terminaba de tocar, cogía un plátano y me iba al hotel o pasear por las ciudades. Me apetecía más que irme a una fiesta a un garito”, cuenta.

Con respecto a la polémica con el rapero Pablo Hasél, David Otero cree que “gran parte del discurso de este chico es ficción. Creo que su problema es que ha confundido la ficción con la realidad, yo no creo que quiera matar a nadie, creo que es una pose ante sus colegas de universidad y ante su entorno”.

¡David Otero! ¡El mejor del mundo entero! Mis amigas, las mayores fans de El Canto del Loco, no me perdonarían jamás que empezara esta entrevista de otro modo.

(Reímos) Era una maravilla tener tantos fans, que se fueran a las puertas del Vicente Calderón a esperar el concierto, pero es algo que ¡yo no hubiera hecho ni por mí! (Reímos) No, de verdad, no sé, creo que cuando he comenzado mi propio proyecto tampoco he conectado con esa parte de la audiencia tan iconoclasta. No lo he visto nunca en mis conciertos.

¿Has visto la evolución de cómo era y cómo es tu público?

A ver, es que lo mío ahora es otra ‘peli’. El Canto del Loco era El Corte Inglés y yo tengo una panadería de la esquina del barrio, ¿sabes?

En la que, además, amasas tú mismo el pan.

Eso es, así. Es la realidad. Muy familiar, todo hecho por nosotros y donde cuidamos todos los detalles. De verdad, es que es así, y es justo lo que a mí me hace feliz. A ver, ¿me gustaría que creciese un poco más? Sí, pero no sé si tendría mucho sentido que fuera como El Canto del Loco porque no tiene nada que ver conmigo ya ese tipo de movimiento, es muy distinto, señala David Otero. 

Lo decía porque, por ejemplo, en alguna ocasión los Hombres G han dicho que han pasado de ver en el público a las madres para ver a las hijas. De alguna manera, es un fenómeno fan que pasa de generación en generación y tú llevas 20 años en la música ya.

¡Pues casi, sí! A mí me ha pasado muchas veces que viene una madre con la hija y, en realidad, es la hija la que acompaña a la madre al concierto.

Una cosa, tu hija Luna ya tiene 14 años, ¡14 añazos! ¿Cómo vas con una adolescente en casa? 

¡Súper bien!, indica David Otero. 

¿Sí? Oye, fenomenal, porque a veces somos muy petardas en la adolescencia.

Me encanta, es una niña increíble, la verdad. Muy responsable, súper coherente. Y, aunque no deja de ser una adolescente, es una persona muy prudente y esto es algo de lo que en los últimos días estoy hablando un montón porque la prudencia es una de las cosas que más admiro en la gente.

¿Y eso?

Porque estamos llenos de imprudentes y parece que la sociedad nos está empujando a la imprudencia de manera constante, a poder decir lo que quiere sin pensar en las consecuencias, a actuar como te dé la gana y ya pensaré cómo lo resuelvo. Por eso, creo que es un valor que ahora mismo, personalmente, aprecio mucho de los demás. Me encanta la gente prudente a mi lado y más en un momento social como el que estamos viviendo, tan delicado y tan complejo. La prudencia es algo positivo en todo, en la educación, en la toma reflexiva de decisiones porque, al final la prudencia no está reñida con la valentía.

Estoy de acuerdo, pero la prudencia es algo que hay que inculcar.

Sí, es cierto, pero el mundo en el que vivimos parece que se educa al revés.

Estamos más en plan: lo hacemos y ya vemos; en lugar de lo pensamos y, bueno, quizá lo hacemos.

Sin duda. Ante esta pandemia hemos actuado más bien en plan, efectivamente, lo hacemos y ya vemos. No, no, igual esto era muy grave y podríamos haber salvado muchas vidas.

¿Qué aprende uno con los años con respecto a la vida y las personas?

Mira, a los insensatos siempre he intentado tenerlos lejos. Hay detalles tontos que me exasperan. Mira, por ponerte un ejemplo, la nevada de Filomena nos pilló en casa sin nada de compra, así que bajé a la calle y fui a comprar a la carnicería del barrio, al lado de casa, y cuando llegué había como una cola –no te exagero– de 50 personas esperando. El charcutero, muy previsor, había cortado jamón durante la mañana y lo había envasado para que todo fuera más rápido y la gente no estuviera esperando demasiado tiempo bajo cero.

Bien, pues llegó una señora y exigió que le cortarán el jamón en el momento, el señor se lo dijo, pero a ella le daba igual que ¡hubiera una cola de 50 personas! Claro, al final se lo tuvo que cortar. Yo estaba detrás, observé la escena y no salía de mi asombro de la insensatez de la gente. Estas cosas me rematan, me sientan especialmente mal, me encendió. ¡Perdona, eh, es que me cabrean estas cosas muchísimo!

El disco, David, vamos a ver, ¿cómo surgen las colaboraciones? Os conocéis en una fiesta y os decís: “Hola, Willy Bárcenas, ¿qué tal estás? ¿Grabamos ‘Una foto en blanco y negro’?”.

(Reímos) Bueno, no es tan así, ¡pero casi! Es gente con la que tengo relación y con la que hablo muy a menudo. A Willy, por ejemplo, le conozco porque un amigo me mandó un vídeo de Taburete cantando en una fiesta y dije: “Me molan bastante”. Más tarde estaban dando ruido, les empecé a escuchar y pensé que las letras me gustaban mucho, me sorprendió el nivel de letras de Willy, las melodías y el timbre de voz.

Poco después, cuando ya empezaban a tener cierto éxito, me los encontré en una fiesta de los Premios de ‘Los 40’ en Barcelona de hace unos años. Me saludaron, me contaron que eran muy fans de El Canto del Loco y me contaron que no estaban invitados a los premios, así que se iban a intentar colar. ¡Me pareció divertido y tierno! Habían ido desde Madrid hasta Barcelona, así que entré, cogí un par de backstage y les colé en los premios.

Espero que ya se lo hayas contado a los de ‘Los 40’, ¿o te estás confesando ahora mismo?

(Ríe) ¡Nooo! Lo saben, lo saben. La gente de ‘Los 40’ son ya como de la familia, llevamos muchos años juntos. He hecho toda mi carrera con ellos, me vi, incluso, con el permiso de colar a Taburete en sus premios. Diría que ese fue el momento en el que algo hizo click entre nosotros, hicimos amistad, tocamos en algunos conciertos, compartimos escenarios y ahí, al acabar, nos quedábamos hablando hasta las tantas y nos hicimos amigos.

¿Con whisky en mano?

Bueno, yo es que no bebo. Cada uno bebe lo que quiere, pero en mi caso, siempre sobrio. No me he emborrachado en la vida.

¿Nunca jamás te has bebido una copa? ¡Never en tu life!

Algún vino, alguna cerveza, nada más. Pero no, no me he emborrachado nunca.

Eres el yerno que toda madre quiere tener.

Es que no me gusta nada el sabor del alcohol, me da como asco. Bueno, el caso, que nos hicimos amigos y le conté que tenía la canción de ‘Una foto en blanco y negro’ que quería hacer con alguien y pensé que Taburete era un grupo que bebía de muchas cosas de las que habíamos bebido nosotros en El Canto del Loco. ¡Y así fue! Tenía todo un sentido y una lógica, así que, pumba. Todo muy fácil.

¿Sigues jugando al golf?

Sí, claro.

Pero, vamos a ser serios, ¿eso es deporte?

(Reímos) ¡Hombre! Caminas como 15 kilómetros cada vez que juegas, así que está bastante bien, ¿no?

Sí, sí, está bien. ¿Se ganaba más dinero antes que ahora con la música o se gana igual?

Depende, es que son proyectos muy distintos. Por ejemplo, en mi caso, ahora que estoy trabajando de forma independiente, el no tener una discográfica con la que repartir los dividendos a lo bestia como antes es muy beneficioso, pero no tengo conciertos como antes teniendo en cuenta que no hay giras. Cada modelo es un mundo, pero tener un proyecto musical es tener una empresa, tienes que mirar igual los gastos, los ingresos, etc.

Una cosa, cuando se desata aquella locura de fans de El Canto del Loco, ¿qué os dicen en casa vuestros padres?

Mira, mi madre no me decía nada, pero era la más crítica conmigo: “Esto tienes que mejorar esto o lo otro”. El éxito, al menos yo, lo he vivido de una forma bastante normal, no le he hecho mucho caso, por eso me cuesta pensar que estaba dentro de un proyecto que movía las cosas que movía. Lo veo como un poco de lejos. Yo terminaba los conciertos, cogía un plátano y me iba andando al hotel. No sé qué decirte, así lo viví yo, tan normal, aunque los demás se fueran de discotecas. Me acuerdo, por ejemplo, de dar un concierto en Salamanca y al terminar, en lugar de irme a una fiesta a un garito, me iba a pasear por la ciudad porque me apetecía más ver la catedral, la universidad y tal. Cada uno hacía lo que quería.

El Canto del Loco estuvo como 10 años o así, ¿no?

Más o menos, sí. De los 19 años a los 29 años.

10 años de gran intensidad.

Sí, y de picar mucha piedra también. El éxito palpable nos llega cuando tenemos como 24 ó 25 años, así que estuvimos cinco años con mucho trabajo.

De aquellos momentos, ¿qué recuerdas con arrepentimiento, con un poco de pudor?

(Se lo piensa un poco) Creo que una pata muy grande que metimos fue tener un espónsor de tabaco, pero como estaba enmascarado en deporte parecía otra cosa. Creo que yo tenía como 21 años, pero, claro, aún eres muy joven y no eres consciente de algunas cosas. Te ofrecen dinero por un espónsor y dices que sí, pero, de repente, en el primer concierto que hicimos, me acuerdo, salí a ver al público, miré al escenario con la marca de tabaco por todas partes y a mi alrededor, y al ver que eran chicos súper jóvenes, pensé: “Señor, ¿qué estamos haciendo?”. Me fui al camerino y les dije: “Somos imbéciles, no hemos pensado lo que estamos vendiendo”. Ahí fue una decepción conmigo mismo y me dije: “Nunca más”. No te haces muy a la idea de lo que haces, las decisiones se toman rápido, pero fue una imprudencia. Bueno, decisiones mal tomadas.

¿Y en los demás has visto cosas también increíbles?

Un montón. Me acuerdo un tío en un pueblo que nos quería subir un burro al escenario porque había ganado el premio al burro más bonito de España.

Claro, recorríais España entera, aunque siempre hablamos de Las Ventas o del Calderón.

Es que eso era el 1% de nuestro trabajo, el resto era tocar en pueblos y en sitios muchísimo más pequeños. Conciertos para gente que no siempre tiene acceso a la gran ciudad, me sé, te diría, todos los pueblos de España. ¡Una enciclopedia de pueblos!

Como valoras la prudencia, sé que responderás con prudencia. ¿Tú también crees que lo que está pasando con Hasél, como dice mucha gente de tu gremio, es un ataque a la libertad de expresión?

Voy a hacerme un poco el político. Creo que es un tema complejísimo y la complejidad debe ser observada por la Justicia. Al final se trata de un señor que estudia detalle a detalle lo que ha pasado, pues es en esa persona en la que debemos confiar.

Es decir, que al igual que cuando preguntas a los políticos, la decisión de la Justicia es la que vas a respetar.

Yo lo que creo, de verdad, es que si tenemos un sistema debemos confiar en ese sistema, no vamos a romperlo a lo loco porque, si lo hacemos, esto se convertirá en el caos. Habrá cosas de este sistema que no me gusten, no me gusta que metan en la cárcel a nadie por decir lo que sea –lo que sea, insisto– porque muchas veces es ficción. Creo, de hecho, que gran parte del discurso de este chico es ficción, ¿no? Creo que su problema es que ha confundido la ficción con la realidad, yo no creo que quiera matar a nadie, creo que es una pose ante sus colegas de universidad, ante su entorno.

Lo de ser político no te llama, ¿no?

Para nada. Ni hablar de política tampoco, es algo privado, como la salud.

En una entrevista Carmen Posadas, creo que fue ella, me dijo: “En una cena social hay dos temas de los que no hay que hablar: ni de política ni de amantes”.

Estoy de acuerdo.

@MaríaVillardón

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