Un paso atrás, ¡claro que sí!
La secretaria general del PSIB-PSOE Francina Armengol, a quien en 2023 se le regaló la presidencia del Congreso de los Diputados con la condición única y exclusiva de plegarse a los deseos de Pedro Sánchez para doblegar la sede de la soberanía nacional a los intereses del poder Ejecutivo, acaba de afirmar que la decisión del Consell de Mallorca de cerrarle el grifo a las subvenciones nominativas a la Obra Cultural Balear y Joves per la Llengua es «un paso atrás evidente» en las políticas de apoyo a la lengua y la cultura propias.
Vamos a ver, cariño Armengol. Estamos hablando de dos casillas que sistemáticamente se emplean a fondo, en el proceso de autogobierno de las Islas Baleares, entendido autogobierno, como Independencia a secas.
Conviene recordar que, en efecto, en sus días fundacionales la Obra Cultural Balear (OCB) se empleó con fluidez en promocionar la lengua y cultura de las Islas Baleares. Lo hizo además en los años 60 del siglo pasado, en plena dictadura franquista y no por ello perseguida. Es probable que ya entonces, hubiese entre sus afiliados personajes proclives al separatismo puro y duro.
La diferencia está en concretar cuándo se produjo el punto de inflexión que llevó a la OCB a militar, abierta y progresivamente, en favor de la ruptura.
Lo diré: desde el momento que Antoni Mir asumió la presidencia en 1991. En aquel entonces, yo era jefe del servicio de Programas de RNE-Baleares y en un viaje a Barcelona coincidí en el avión con él. Me comentó que iba a Barcelona, para entrevistarse con la Generalitat de Cataluña para solicitar subvención, lo más probable consciente del papel de la Generalitat camino de consagrar la idea esa de los Països Catalans. Todo cuadra a día de hoy.
De manera que se pasó de la divulgación directamente a la imposición, sin más. Eran tiempos en que las comunidades bilingües daban primeros pasos para imponer la lengua propia y violar así principios constitucionales y con el tiempo, Baleares llegó a concretar la Ley de Normalización (1986), con excusa de adecuarse al bilingüismo constitucional y Antoni Mir, viendo ya la trampa posterior con la llegada del Decreto de Mínimos (2008), capaz de acelerar el proceso de inmersión lingüística. Pero él ya no estaba en la OCB (dejó la presidencia el año 2003), sino como titular de la Dirección General de Política Lingüística de la Generalitat, auténtico caballo de Troya, para ir minando la presencia del español –recordémoslo: derecho constitucional- en las comunidades autónomas de la soñada Cataluña imperial.
Los presidentes de la OCB que le han sucedido siempre han estado acordes con aquellos pasos. La pregunta, entonces, es: ¿Está obligado un órgano del Estado a financiar entidades que trabajan en su destrucción? Claro que no.
Lo verdaderamente grotesco de esta historia, por no decir trágico, es que la Ley de Normalización y el Decreto de Mínimos fueron aprobados por el PP, primero Gabriel Cañellas, después Jaume Matas, ambos los tontos útiles de esta charada. Decía días pasados Francina Armengol que la denegación de subvenciones nominales a la OCB y Joves per la Llengua supone «vaciar espacios de convivencia, de cohesión y de memoria compartida».
¿De qué convivencia y de qué cohesión estará hablando? Hablamos de derechos de las personas, simple y llanamente. Nadie ha impedido el uso del catalán, en cualquier ámbito de la vida civil, incluida la educación obligatoria. Pero de lo que sí se trata es de expulsar del sistema a un idioma, el castellano, lo que sí es contrario al ordenamiento constitucional. En estas circunstancias, que el Consell de Mallorca haya decidido denegar subvenciones a la OCB y de paso a sus cachorros de kale borroka es perfectamente entendible para quienes aspiran a la convivencia conforme a las leyes.
La OCB ya nada tiene que ver con sus inicios en los años 60 del siglo XX y si hablamos de sus cachorros, nos referimos a las hordas callejeras a las órdenes de este instrumento hoy en día en favor de la independencia. Dice Armengol, o sea cariño Armengol, que la decisión del Consell de Mallorca es un paso atrás. ¡Pues claro que sí!! El Estado debe defenderse y una Comunidad Autónoma, Baleares sin ir más lejos, es parte del Estado.
Probablemente la presidenta del Govern, Marga Prohens (PP), no se habría atrevido a tanto y es posible que Llorenç Galmés (PP) lo haya hecho por puro pragmatismo, presionado por Vox, un partido, éste último, incapaz de transmitir a la población su fiabilidad debido a sus desórdenes internos.
Cariño Armengol, antes de vomitar tu sectarismo, procura defender la división de poderes, en lugar de lamerle las gracias al «puto amo» (Óscar Puente dixit). Solo entonces le darás algo de dignidad a tu nombramiento y entonces tomar en consideración tus vómitos sectarios. Pues creo que no.