El juez procesa a seis mandos por la muerte de dos soldados en las maniobras de Cerro Muriano
El magistrado, inicialmente, les deja en liberta provisional
El juez que instruye la causa de la muerte de dos soldados en una maniobras en Cerro Muriano (Córdoba) el pasado mes de diciembre ha dictado un auto de procesamiento contra seis mandos del acuartalmiento. El titular del Juzgado Togado Militar Central 2 de Madrid refleja en su auto, emitido este lunes, que procesa a un capitán, un teniente, un sargento, un teniente coronel, un comandante y un coronel, a los que, inicialmente, deja en libertad provisional. El magistrado les requiere además, entre otras medidas, que comparezcan en sede judicial ante el juzgado entre los días 1 y 5 de cada mes o bien cada vez que sean llamados para ello.
El auto recoge también que fue un sargento el que escogió el lugar del ejercicio, consistente en cruzar un lago con un nivel de agua que cubría a los soldados, con el dato de que el soldado que colocó la cuerda de seguridad del ejercicio le indicó al sargento que «por su experiencia le parecía poco adecuado realizar este ejercicio (…), ya que todo el trayecto tenía mucha profundidad», contestando su superior «que él tampoco lo veía claro, pero que cumplía órdenes del capitán». Colocada la cuerda, el sargento envió al capitán la ubicación por WhatsApp, «comunicando las coordenadas de posición de los dos extremos de la cuerda montada», y en esa conversación el capitán le preguntó si el sitio tenía suficiente profundidad y tras decirle que sí, «bromearon acerca de si tendrían que meterse a hacer un rescate».
Mientras se encontraban finalizando la tarea, apareció un teniente y un sargento, que explicó «basado en su experiencia de pescador y conocimiento de ríos y pantanos» que no veía claro el ejercicio de maniobras, para volver a señalar que se haría «por orden del capitán». La misma respuesta recibió un cabo que acudió con el camión a recoger a dos sargentos y a un soldado tras la colación de la cuerda. «Le parecía una locura hacer este ejercicio», añadió.
Además, el auto del juez señala que el día de las maniobras en el Cerro Muriano, a las 08:30 horas, la temperatura exterior era aproximadamente de 4,3 grados centígrados, y cuando llegaron a las proximidades del pantano Casa Mata, se quitaron el chaleco antifragmentos y alguna ropa de abrigo, además de los elementos electrónicos, gafas de visión nocturna y los tubos de simulación de lanzagranadas, aligerando el equipo y dejando estos elementos en el camión de transporte. Sin embargo, la sección mandada por el teniente continuó portando dentro de la mochila la mina de instrucción que se les había asignado, cuyo peso es superior a tres kilos, como castigo porque se habían retrasado al hacer las mochilas.
«Debían progresar por sus medios»
El capitán y el teniente explicaron el ejercicio a toda la compañía, «indicando verbalmente cómo tenían que cruzar el lago por su zona central, con casco y botas, y cómo se portaba la mochila y el fusil», e indicaron a los soldados que la cuerda «era un elemento a utilizar en caso de extrema necesidad, pero que deberían progresar por sus medios».
El primer pelotón de la segunda sección, por orden del capitán, se introdujo en el agua pero «cuando llevaban unos diez metros, percatándose de los problemas que tenían sus compañeros y de las complicaciones que a ellos mismos les estaban surgiendo, el sargento decidió abortar y les dijo que regresasen a la orilla», y pudieron salir con ayuda de los compañeros que allí estaban.
El juez en su auto destaca que la situación que se generó aquel día en Cerro Muriano «fue de auténtico caos, sobre todo porque la cuerda, al recibir el peso de varias personas, se hundió completamente y no les auxiliaba», momento en que un sargento y un cabo intentaron levantar la cuerda para que esta auxiliase a los que se encontraban en el agua, «siendo un esfuerzo inútil, ya que la cuerda continuaba sumergida», e incluso algunos de los soldados llegaron a ponerse de pie en ella para mantener la cabeza fuera del agua.
Mientras esto sucedía en el centro del pantano, «el capitán desde la orilla gritaba a los que se encontraban en la zona central del pantano que se soltasen de la cuerda». La muerte del cabo Miguel Ángel Jiménez Andújar y del soldado Carlos León Rico se produjo pasadas las 09:00 horas por un «síndrome anóxico por sumersión», dos soldados precisaron de asistencia sanitaria por hipotermia y a uno de ellos le tuvieron que hacer maniobras de reanimación en la orilla, «ya que se encontraba inconsciente y llegó a presentar una temperatura corporal de 32 grados centígrados».