Votando en el invierno progresista

Pedro Sánchez, PSOE, Gobierno

Cuando monopolizas la corrección y las más altas aspiraciones de la política, como el progreso y el bien común; cuando eres consciente de tu superioridad moral y de lo que eso implica en los valores éticos individuales; cuando constatas, en oportunos manifiestos de los que De Azua llama los abajofirmantes, tu hegemonía cultural e intelectual; cuando, en definitiva, te sabes mejor que los demás, los periódicos de hoy tienen que ser píldoras difíciles de tragar.

Tampoco te será fácil entender porque esa izquierda progresista universal que tú lideras pierde apoyos en todos los sitios donde ponen una urna para que los ciudadanos voten libremente. En Chile, por ejemplo, se ha seguido el mismo patrón. Ha bastado que José Antonio Kast, un candidato muy normalito y bastante demodé en la era de la IA, hablara de seguridad, de migración y de crecimiento económico, para apalizar al populismo progresista.

Pero bueno, los chilenos, igual que sus vecinos bolivianos, ya han hecho la faena. Desde nuestro país muchos miran con envidia y deseo, y andan diciendo, con una mezcla de incredulidad y vergüenza por lo que aquí estamos viendo, aquello que repetían en la divertidísima Atraco a las 3 de Forqué: «¡que no se va, que no se va…!»

Pero mientras llega el momento de irse, o mejor dicho de echarle, más de una cuarta parte de los españoles va a entretenerse con sus elecciones autonómicas, en las que el PP y Vox se van a majar a palos y en las que el sanchismo lo único que se juega es la actualización del único argumento que pretende tener el año 2027: ‘hay que frenar a la derecha’.

En Extremadura es donde más se ha personalizado esa disputa, y ya no es sólo la del PP y Vox, sino la de Guardiola y Abascal; partieron de una inquina personal y han llegado a una incompatibilidad irreversible que permite anticipar como probable resultado la repetición de unas elecciones que aún no se han celebrado.

En realidad, el PSOE como tal no comparece, sino que es el sanchismo más devoto de su líder quien presenta un candidato. Y, por cierto, su principal objetivo en estas elecciones lo consiguió el mismo día que se convocaron: asegurar el aforamiento de Gallardo, lo que equivale a conseguir aforar al hermanísimo. El descalabro está descontado, y por eso, ante una repetición de los comicios, estaría gracioso ver si Sánchez, al servicio de no perder el aforamiento fraternal, se atreve a mantener a un candidato que profundizará la humillación del partido.

Y es que el secretario general del PSOE nunca ha sido menos secretario general que en esta ocasión. No es solamente que haya impuesto un candidato imposible para intentar mejorar el camino procesal de su hermano pequeño, es que no ha dejado crecer la hierba del socialismo extremeño, que hubiera podido reverdecer con alguna pequeña concesión a la región menos dotada del país. Pero que va, ni un puñadillo de esos euros europeos que no podemos cobrar, ni un guiño de esos presupuestos que no existen. Por no darles, ni siquiera se ha ablandado ante la masiva petición para retrasar el cierre de la central de Almaraz.

Y si los extremeños van a dejar bien calentitos a los socialistas en el mismo día del solsticio, antes de terminar el invierno tendrán que enfrentar la trampa saducea que les ha preparado el presidente Azcón convocando también las elecciones. En Aragón las cosas ya venían torcidas para el régimen, pero los registros en la empresa Forestalia, que ha desarrollado, bajo el amparo de las administraciones socialistas, inmensos y muy polémicos proyectos de energías renovables, ha dejado a la candidata Alegría nadando hacia el fondo de la piscina desde mucho antes de dar la salida. No me digan que no es una pena que para hacer ese papelón tenga que dejar un gobierno que, aunque ni siquiera haya conseguido tener un presupuesto, es de los mejores de la historia de España; como decía aquella canción de la yegua sobona que cantaba Marito en la Virgen India, hasta lástima nos da verla ya derrotada.

Vendrán poco después, en Andalucía y Castilla y León, nuevas contiendas entre PP y Vox, y de nuevo quedan reservados para el PSOE papeles de also starring de mucho menor lucimiento. Es lo único que les queda a los camaradas del partido: mientras el jefe siga soñando en la champions, en el resto del PSOE jugarán la liga local. ¡Pero no para ganarla, sino para no descender!

Lo último en Opinión

Últimas noticias