Pedro, Pablo y la inmigración
Racista y xenófobo han sido adjetivos habituales utilizados las últimas semanas contra el líder del PP desde las filas socialistas y otros grupos y medios de comunicación progresistas. Desde los populares y sus ámbitos de influencia/coincidencia mediática se ha calificado al Gobierno y su presidente de irresponsable, populista y demagogo por provocar un efecto llamada con su apelación a la solidaridad, trato humanitario, asistencia sanitaria… que invita a personas de otros países a venir a España, o al menos, a que usen nuestro territorio como paso para llegar a otros países de Europa. Ese es el nivel del debate político en nuestro país sobre un asunto de Estado como la inmigración.
Si pasamos de los discursos a los hechos, resulta que en la práctica Pedro y Pablo, PSOE y PP, hacen básicamente lo mismo ante la inmigración ilegal. Negar que lo que dice Sánchez conlleva efecto llamada es ignorar la realidad. Es un efecto llamada con trampa mortal en muchos casos para esas personas que vienen cruzando África, que venden lo que tienen y se entregan a mafias sin escrúpulos que ganan miles de millones de euros traficando con vidas humanas. Sánchez los llama y no le importa que mueran en el camino.Y como se ha comprobado con la gestión compartida del Aquarius, su solidaridad impostada sobre inmigración ha durado una semana. “Nadie tiene la memoria suficiente para mentir siempre con éxito. Podrás engañar a todos durante algún tiempo; podrás engañar a alguien siempre; pero no podrás engañar siempre a todos” dijo Abraham Lincoln. Eso parece pretender Pedro Sánchez con su chalaneo en un asunto vital como la inmigración, que o es legal o no es aceptable.
Prueba de la trampa del discurso demagógico, falso e inmoral del presidente del Gobierno lo hemos tenido el pasado fin de semana en su reunión de Las Marismillas con la canciller alemana, Ángela Merkel, en la que han hablado de inmigración pero no de recibir a los que lleguen ilegalmente a España o Alemania y darles sanidad, trabajo y todos los derechos inherentes a la ciudadanía, no, sino que, enmascaradas con palabras bonitas (solidaridad, derechos humanos…), las medidas adoptadas han sido exactamente las mismas que debería aplicar Pablo Casado para su discurso del “no hay papeles para todos”. Más coherente sería que Casado defendiera la solidaridad y el reparto de las migajas de los servicios sociales entre los nacionales y quienes llegan, porque entre sus votantes parecen ser mayoría las clases medias y altas que no precisan de esas ayudas sociales, mientras el “no hay papeles para todos” sería más propio de Pedro Sánchez, dado que en teoría, son los más pobres, los que sí necesitan ayudas sociales y votan a la izquierda a quienes va a perjudicar su solidaridad (con hambre ajena) al quedar más reducido el reparto de esa pequeña tarta por compartirla con otros hambrientos venidos de fuera.
Pedro Sánchez habla de solidaridad pero lo que trató con Merkel la pasada semana fue conceder más subvenciones a Marruecos para que detengan ahí a los migrantes y no lleguen a España. Cómo los devuelva Marruecos a sus países, cargándolos en camiones como animales y dejándolos abandonados en el desierto no le preocupa. Ahí no hay derechos humanos que proteger. Él los llama, vienen, no llegan y mueren sin testigos. Qué guay es Pedro. ¿Habrá cláusula de garantía para respetar los derechos humanos de esos hambrientos que lleguen a Marruecos como si llegaran a España? Es el teatro de la política española versión pijoprogre caviar, tan mediocre, tan bochornosa, tan hipócrita… tan miserable.