El ‘honorable’ Freddy Krueger

El ‘honorable’ Freddy Krueger
opinion-sergio-fidalgo-interior

El separatismo catalán sigue en su senda de locura colectiva, y el sector más iluminado es el que sigue llevando las riendas de los restos del ‘procés’. Basta con ver los candidatos más votados en las últimas elecciones internas de la ANC. La que consiguió más apoyos es la actual presidenta, Elisenda Paluzie, la que ofendía a los españoles cada día mientras hacía lobby para conseguir ser catedrática de universidad del Reino de España. Como nuestro país premia a los que lo odian, ya tiene su nombramiento publicado en el BOE. El segundo con más votos fue Antonio Baños, ex diputado ‘cupero’ e intelectual de guardia del sector gin-tonic del independentismo. Y el sexto que consiguió más sufragios fue Albert Donaire, el líder de los Mossos d’Esquadra independentistas, un policía en ejercicio que ha hecho llamamientos para que los catalanes monten revueltas estilo Hong Kong, y que insulta con frecuencia a la Guardia Civil y a la Policía Nacional.

Fijémonos en JxCAT. Parecía imposible que tras un ‘honorable’, que es el tratamiento que reciben los presidentes de la Generalitat, tan poco ‘honorable’ como Quim Torra, el que comparó a los catalanes castellanoparlantes con “bestias con forma humana”, se pudiera encontrar a alguien más radical. Pues sí, lo han conseguido, y tampoco han tenido que escarbar demasiado. Uno de los favoritos de Carles Puigdemont para encabezar las listas de los neoconvergentes en las próximas elecciones autonómicas es Joan Canadell, el presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, y que se hizo muy popular entre el secesionismo más agreste al decir que “España es paro y muerte. Cataluña, vida y futuro”. Este es el lema que debería haber usado la Generalitat en su campaña para promover el turismo nacional, porque es lo que realmente piensan sus dirigentes.

Si sigue esta escalada, tras Canadell el próximo candidato de JxCAT para las elecciones del 2023 o 2024 será un Freddy Krueger a la catalana, luciendo camiseta con la estelada y una gorrita que ponga “Catalunya catalana”. Cuando digo “Freddy”, quiero decir “Freddy o Mary”, porque en cuestión de radicalismo y fanatismo el separatismo no hace distinciones entre géneros. Todos y todas, o todas y todos, odian a los discrepantes por igual y los pondrían en la frontera de los ‘Països Catalans’ para que dejen de contaminar con su presencia a la ‘raza’ catalana. Que se lo digan a Inés Arrimadas. Si le hubieran dado un euro cada vez que un secesionista enloquecido ha exigido que la mandaran de vuelta a su Jerez natal, ya se habría comprado un casoplón que ríanse ustedes del de las Kardashians.

No se equivoquen. En Cataluña la situación siempre puede ir a peor. E irá, porque el personal que dirige los partidos y las asociaciones separatistas que representan a unos dos millones de ciudadanos se dedican cada día a agitar el odio. Solo triunfan los que más burradas dicen. Solo reciben el aplauso del poderoso aparato propagandístico secesionista los que más ofenden a los que no piensan como ellos. Los moderados apenas tienen voz dentro del independentismo catalán, abonado al “España nos roba”, “España nos mata” o al “España quiere vender a nuestros hijos como esclavos” que será, posiblemente, su próximo eslogan publicitario. No tienen remedio, y por mucho que desde la sensatez se les intente convencer de lo absurdo de su comportamiento, no se conseguirá.

No hay que intentar “negociar” con los que no quieren “negociar”. Lo que hay que hacer es no transigir, plantarles cara y decirles a los separatistas que sus privilegios se han acabado. Que van a cumplir las leyes, como el resto de ciudadanos. Que no van a seguir saqueando impunemente el dinero público. Que no van a convertir a los millones de catalanes no independentistas en ciudadanos de segunda. Solo así se evitará que un personaje como Freddy Krueger, o alguien aún más inquietante, ocupe el Palau de la Generalitat.

Lo último en Opinión

Últimas noticias