Europa otra vez objetivo de ataques yihadistas: es la ideología, estúpidos

Europa otra vez objetivo de ataques yihadistas: es la ideología, estúpidos

Europa ha vuelto a ser, otra vez, objetivo de ataques yihadistas. Europa, sí. No sólo Estrasburgo, no sólo Francia. Europa. ¿Por qué se repiten ataques de este tipo? El estudio de las biografías de los terroristas no da una explicación completa, pero sí ilustra muy bien qué tipo de personaje puede llegar a caer en esa espiral destructiva. Parafraseando el famoso eslogan de James Carville, en este caso no es la economía sino que “es la ideología, estúpido”. Dicho sin ánimo de ofender, claro está, pero la verdad es que, si no atajamos adecuadamente este problema, las generaciones futuras nos podrán llamar algo más que idiotas o estúpidos.

Se aducen multitud de causas para explicar este fenómeno yihadista. La conjunción de todas ellas bien mezcladas resultan ser un cóctel mortífero, como se desprende del perfil genérico de los terroristas que han atentado en Europa en los últimos años: joven (entre 18 y 30 años), varón, de origen magrebí, de segunda o tercera generación de inmigrantes, habitante de ciudad, más concretamente de suburbio depauperado, que ha caído en la espiral de las drogas, el alcohol y la noche para evadirse de una vida sin futuro profesional. Sin embargo, esta descripción sociológica no aclara por qué en el mismo barrio algunos se convierten en terroristas mientras otros son capaces de convertirse en abogados.

En efecto, las razones socio-económicas no explican suficientemente por qué un joven abandona su vida normal, su rutina, y busca nuevos horizontes siguiendo caminos de muerte. Por otro lado, las causas ideológicas son las que mejor ayudan a completar este rompecabezas. Es la ideología, que viene conformada por la educación recibida en la familia, la mezquita y la escuela y por la reacción de acogida o rechazo que provoca en su grupo de padres –amigos, compañeros, gente de edad similar–.

Los discursos de la tolerancia y el respeto no han sido asimilados por todos los criados en Europa occidental. Y esa brecha es aprovechada por depredadores: los captadores. Estos son una especie de salvadores, personajes que se acercan a estos muchachos y les ofrecen una “salida digna” para una vida deprimente y poco motivadora. Les dicen que hay alguien a quien le deben obediencia absoluta y que es su deber acatar su voluntad; y que ellos, los ya citados captadores, son quienes mejor conocen la voluntad de esa persona.

Francia presentó en febrero de este año su flamante «Plan nacional de prevención de la radicalización», compuesto por 60 medidas. Como se ve, los planes políticos no son infalibles y estamos expuestos a que estos trágicos acontecimientos se repitan. Chérif Chekatt, nacido en Estrasburgo en 1989, de padres marroquíes, acumula 27 condenas en 3 países desde 2011. Además, desde 2015 pertenece al grupo de los más de 10.000 radicales a quienes la Dirección General de Seguridad Interior les ha asignado una “Ficha S”. Cuando iba a ser detenido por un atraco a mano armada que casi acaba en homicidio, se escapó. Quizá fue ese el punto que cambió su rumbo: había cumplido ya dos años en prisión en Francia, un año y medio en Suiza y dos años y tres meses en Alemania y pensó que ya no iba a purgar más años en la cárcel, donde al parecer se radicalizó.

Es la ideología, no la religión. Algunas suras del Corán justificarían la violencia extrema contra los no creyentes, pero generalmente, en la Europa del siglo XXI, los imanes interpretan esas suras de manera restrictiva, circunscribiéndolas al momento histórico en el que se dictaron –S. VII–, y se centran en las suras más espirituales, en el mensaje más universal y más humano del Corán. Sin embargo, un grupo de personas toma partes del libro sagrado musulmán que les conviene para sus fines y las manipula a su antojo para conseguir ciertos objetivos políticos. Eso es ideología.

Antonio Alonso Marcos es profesor de la Universidad San Pablo CEU.

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