Los barones apuntan hacia el secretario general
La amarga victoria cosechada el pasado domingo por el Partido Popular en las anticipadas elecciones regionales en Castilla y León abre un debate interno en las altas esferas de la formación que consideran que la dirección nacional no puede permanecer impasible ante lo ocurrido el 13F.
Si bien el partido recuperó siete procuradores en las Cortes autonómicas, se quedó lejos de las expectativas creadas inicialmente para poder continuar gobernando y en esta ocasión en solitario, tras la experiencia fallida con Ciudadanos, ahora dependiendo de los 13 escaños cosechados por el partido de Santiago Abascal que viene apretando desde la misma noche electoral.
Los barones creen que se han cometido fallos de estrategia y táctica evidentes, sobre todo, a la hora de la movilización de su electorado, además, de no haber sabido contrarrestar los mensajes de nítidos de Vox. El corolario de la situación a nivel nacional es que se golpea en el prestigio y la imagen del candidato a la presidencia del Gobierno, Pablo Casado.
Cuando resta poco más de año y medio para la celebración de las nuevas elecciones legislativas, la plana mayor de los barones del partido con poder regional estiman que no hay tiempo suficiente para poner en una tesitura de no retorno al presidente nacional. Sin embargo, entienden que Casado debe mover el banquillo a toda velocidad.
“Los choques continuos del secretario general con las organizaciones regionales y provinciales ni han ayudado, ni ayudan a mantener al Partido Popular movilizado; ni siquiera aprovechar como deberíamos los fiasco del gobierno Sánchez en materia extraordinariamente sensibles e importantes para el país…”, afirma un alto dirigente nacional.
En este sentido, no se paran en barras a la hora de criticar a Teodoro García-Egea, al que se le reprocha aplicar manu militari el “ordeno y mando” en territorios que desconoce. Sus enfrentamientos de antiguo con Alfonso Fernández Mañueco a propósito de la cooptación de líderes provinciales, incluso sus reticencias ante el propio presidente en funciones dela Junta, no “ayudan a mantener un partido unido…”, argumentan otras fuentes consultadas. La disparidad de criterios entre el secretario general y jefe del “aparato nacional” con dirigentes regionales “mantienen al partido hibernado …” y, luego, a la hora de una elección la gente se queda en su casa, “especialmente alcaldes y concejales que históricamente han sido claves en las victorias del PP…”.
Los más sonoros desencuentros se han producido en Madrid, donde la lideresa Isabel Díaz Ayuso opta “cuanto antes” a presidir la organización en un territorio donde obtuvo el 4 de mayo una victoria inapelable.
Frente a esa pretensión se levantó la dirección nacional tratando de imponer su agenda. Ese enfrentamiento, con fortísimo impacto mediático, atizado por elementos díscolos que fueron defenestrados por Casado/Egea (el más clamoroso el de Cayetana Alvarez de Toledo, que se está cobrando su venganza de forma implacable), ha tenido, sin duda, su factura en las urnas castellanoleonesas, por un lado, pero sobre todo, en la imagen del presidente nacional.
“No creo que en estos momentos sea conveniente ir a por la cabeza del líder nacional del partido, pero tendrá fuerte presión para que se deshaga a la mayor brevedad posible de su número dos”, subrayan los mismos medios. “Pablo necesita al lado una persona respetada por todos los dirigentes, militantes y electores de centroderecha; no a una persona cuestionada…”
¿Se están refiriendo al actual presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Nuñez Feijóo?
Posiblemente. Una operación, en cualquier caso, nada fácil. El gallego no quiso moverse de su predio donde gobierna cómodamente cuando tuvo la oportunidad de sustituir a su paisano, Mariano Rajoy, tras su defenestración como presidente del gobierno en aquellos aciagos días del verano 2018.
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