Por ahí fuera nos detestan

Por ahí fuera nos detestan

El informe de la Secretaría de Estado norteamericana sobre la conducta del Gobierno Español con los medios de comunicación y sus protagonistas no es una excepción. Hace tiempo que la Comisión Europea y el Parlamento de Bruselas vienen también advirtiendo de que los usos de sujetos como Sánchez e iglesias malversan la libertad de información e incluso realizan prácticas similares a las de los regímenes comunistas americanos, desde Maduro a Daniel Ortega en Nicaragua. Estos -ya se sabe- sólo conciben la conducta de periódicos, radios y televisión, de una doble manera: o bien se someten primero y se venden después, o son perseguidos con saña, también con sucesivas agresiones, hasta vejarlos y dejarlos en total fuera de juego. Lo sucedido con el director del periódico más importante de Caracas, El Nacional, tanto tiempo en el exilio porque está amenazado de muerte, es un ejemplo malvado y repulsivo de lo que dictadores tan estúpidos como matones, se disponen a hacer siempre, y no ya con los disidentes, que desde luego, sino con los periodistas que osan contar la verdad y revelar las muchas trapisondas que ejercen estos autócratas. Hace años el periódico mencionado era toda una referencia para la información no sólo de su país, sino de Hispanoamérica y hasta del mundo entero. Ahora, desde este punto de vista ha dejado de existir.

Ese es el modelo que está tratando de implantar el dúo Sánchez-Iglesias, un dúo que no se ha roto, únicamente que trabajará por separado pero con los mismos fines, y que ha sido denunciado con escrupulosidad por un departamento estadounidense de enorme importancia universal. Sólo basta seguir alguna de las series, fundamentalmente Madame Secretary, para constatar que una opinión negativa sobre la percepción de las libertades en un determinado país influye absolutamente sobre las consideraciones políticas y económicas que Estados Unidos tenga sobre él. Todo el estrato financiero norteamericano se entenderá con España en función de que seamos considerados respetuosos con la libertad y sólidos en nuestra seguridad jurídica. Las administraciones americanas, sean éstas republicanas o demócratas, se sienten autorizadas para retratar el estado de las democracias en naciones como España que, según su Secretaría de Estado, agravian y amenazan a los medios críticos.

Es curioso: el mismo día en que se publicaba el informe del Gobierno de Joe Biden, nuestra ministra de Asuntos Exteriores, González Laya, viajaba a Venezuela con el encargo de reasociarse con el régimen de Maduro. La señora canciller española (los diplomáticos aseguran que no han hablado en la historia con una titular del departamento tan sectaria e ignorante) ni siquiera ha guardado las formas en Caracas; allí se ha entrevistado largamente con la pirata que aterrizó en España sin permiso alguno. El compadreo entre la polizonte Delcy Rodríguez y la ministra Laya fotografía muy exactamente cuáles son los socios preferentes de nuestro Gobierno. Estados Unidos nos llama la atención porque Sánchez y sus compinches se ciscan en las libertades, y Rodríguez palmea a nuestra ministra porque están totalmente de acuerdo en reconducir nuestras relaciones. Es normal: ambos países ahora son lo mismo ¡Vaya asco!

La nota reprobatoria de los Estados Unidos ha tenido una respuesta cínica en el Gobierno (todavía) de nuestra nación. Sánchez y sus peones de brega se han limitado a señalar que “la democracia en España está asentada”, o sea, lo mismo que por ejemplo Margarita Robles, ministra de Defensa, ha venido gritando en el pescuezo del ya ex vicepresidente Pablo Iglesias. Es decir, que lo mismo nos da un roto que un descosido, lo mismo contestar a los ataques de un leninista miembro hasta hace unos días del Gobierno, que aclarar posiciones ante la nación más poderosa de la Tierra. Los norteamericanos, nada estúpidos por más que aquí, en nuestro país, se les quiera tomar por merluzos con botas tejanas, saben muy bien cuál es el tipo de Gobierno que corroe la democracia española. Tienen desde luego suficiente y muy antigua información sobre quién es el leninista Pablo Iglesias y todo lo que él ha venido representando desde las sentadas de la Puerta del Sol. Tengo por seguro que esa información fue transmitida en su momento a la Inteligencia española, pero ésta la desdeñó tontamente porque entonces de lo que se trataba era de encontrar un aliado político que desdibujara la trascendencia del PSOE. ¡Menudo papel el de Sanz Roldán y sus mariachis!

Algunos periodistas españoles damos fe de lo que nos aseguran, por lo demás, varios eurodiputados sobre las amenazas a la libertad en nuestro país. Son enormemente críticos y transmiten lo que escuchan de los representantes de otros Gobiernos de la Unión. Ésta no ha llegado al punto de emitir una opinión pública sobre las incontables agresiones que padecen los periodistas y los medios en España, pero sí han remitido al Ejecutivo de Sánchez muestras más que evidentes de que siguen al paso y concienzudamente los ataques verbales (y de los otros) que se están produciendo sin ir más lejos en los canales oficiales de comunicación. Televisión Española está emitiendo en directo las continuas arremetidas que vienen desde la Moncloa o, desde luego, de los tipos sujetos a la disciplina del comunismo internacional. Ahora Sánchez se ha encontrado con la repulsa de la administración Biden, él, que tanto celebró su victoria de noviembre. No puede disfrazar el mal juicio que observa sobre nuestro actual sistema de libertades, y vuelcan la responsabilidad sobre el pavoroso Trump. El maestro armero.

Ahora son los demócratas de Biden, presuntos aliados y hasta socios de Sánchez, los que han puesto en el grito en cielo ante las constantes transgresiones que comete la coyunda socialleninista. Afortunadamente, Estados Unidos ha clamado por una realidad que aquí, desde los medios lanares de comunicación, se está mintiendo y negando con la mayor de la desvergüenzas. Biden nos ampara pero la pareja indeseable Sánchez-Redondo nos continúa enredando sin el menor de los escrúpulos. Y esto, lo sufrido hasta ahora, no es nada para lo que se nos viene encima. Las elecciones en Madrid están a la vuelta de la esquina, y la acometida de Sánchez será, no tengan la menor duda, la de un gobernante sin principios, ni fundamentos, cuyo objetivo único es éste: “Cazar al enemigo”. Quizá para el menester se provean de la ayuda de un mangante de la democracia: Putin. Rusia ya intervino en Estados Unidos, ¿por qué no va a hacerlo en España? Por ahí fuera nos detestan, excepto, claro está Putin en cuyos comportamientos se solaza (e imita) nuestro embustero presidente.

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