El director del CNI también ve al Gobierno de Putin tras la campaña para desestabilizar Cataluña
Aunque evita dar una respuesta tajante, el director del CNI, Félix Sanz Roldán, no descarta que el Gobierno de Putin esté detrás de la campaña de noticias falsas y mensajes de apoyo a la independencia de Cataluña, que durante las últimas semanas han inundado las redes sociales desde territorio ruso.
El general Sanz Roldán ha sido preguntado al respecto este viernes, durante su participación en la Global Alumni Reunion (GAR) celebrada por los antiguos alumnos de la escuela de negocios IESE en el Palacio de Congresos de Madrid, a la que han asistido cerca de 3.000 personas.
Durante su intervención, Sanz Roldán ha evitado confirmar expresamente las acusaciones que señalan que el Gobierno ruso estaría utilizando la crisis de Cataluña para desestabilizar a la Unión Europea. Preguntado al respecto, ha indicado que estos hechos están a la orden del día: grandes empresas y potencias extranjeras utilizan los ciberataques para defender sus intereses, y también para debilitar a gobierno rivales aprovechando sus debilidades.
Al respecto, ha recordado que el Gobierno de Dilma Rousseff abortó en 2013 la compra de 36 aviones de combate F-18 norteamericanos después de que Edward Snowden (que ya en ese momento se encontraba acogido por el Gobierno de Putin en Rusia) desvelara un supuesto caso de espionaje masivo de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA en sus siglas en inglés) de Estados Unidos contra destacadas personalidades de Brasil.
Las campañas de la TV de Putin
La televisión internacional del Gobierno de Putin Rusia Today (RT) se encargó de difundir que la NSA había pinchado los teléfonos móviles de más de una docena de políticos y empresarios brasileños, incluyendo el teléfono del avión oficial de la presidenta Dilma Rousseff.
La presidenta brasileña protestó airadamente por estos hechos ante la Asamblea General de la ONU en septiembre de 2013, por considerar que los servicios de inteligencia norteamericanos habían cometido «una afrenta» y un «ataque contra la soberanía» de Brasil.
El Gobierno de Dilma Rousseff había negociado la compra de 36 aviones F-18 a Estados Unidos por 4.500 millones de dólares. Pero después de que Edward Snowden (ya entonces acogido por Putin en Rusia) destapara el escándalo de espionaje, el Ejecutivo brasileño abortó la operación y optó por comprar los aviones de combate a la compañía sueca Saab.
El director del CNI ha recordado este precedente, al ser preguntado sobre la posible injerencia del Gobierno de Putin sobre Cataluña. Esta vez, no ha sido Edward Snowden sino el fundador de Wikileaks, Julian Assange, quien desde su refugio en la Embajada de Ecuador en Londres lleva varias semanas difundiendo mensajes y fake news (noticias falsas) para apoyar el proceso de independencia de Cataluña.
La farsante de los dedos rotos
Entre las noticias fraudulentas que ha difundido Assange se encuentra la de la independentista de ERC Marta Torrecillas, quien el 1-O aseguró que la Policía le había «tocado las tetas» y roto «todos los dedos de uno en uno». Luego reconoció en TV3 que sólo sufría una inflamación en un dedo.
Ya el pasado 1 de noviembre, el senador demócrata Martin Heinrich preguntó en el comité de Inteligencia del Senado de los Estados Unidos a los representantes legales de Facebook, Google y Twitter si tenían constancia de la actividad de cuentas creadas desde Rusia «para sembrar la discordia en las democracias occidentales y en particular en Cataluña».
Por su parte, la ministra de Defensa María Dolores de Cospedal señalaba el pasado viernes que el Gobierno ha podido contrastar que «muchos mensajes e intervenciones [de apoyo a la independencia de Cataluña] que se han producido a través de las redes sociales vienen del territorio ruso. Eso no quiere decir necesariamente que tengamos constatado que el Gobierno ruso» esté detrás de esa campaña, apostilló a continuación.
Y un portavoz del Departamento de Estado de EE.UU. declaraba este viernes al diario El País: «Estamos, por supuesto, muy preocupados por las alegaciones de interferencia rusa en acontecimientos en España. Cualquier esfuerzo ruso, ya sea externo o a través de actores internos, de influir inapropiadamente en los asuntos internos de España sería completamente inaceptable».