Hallazgo histórico: la clave del mítico calendario celta podría ocultarse en un tesoro hallado en Portugal

Hace aproximadamente 800 años a.C., los celtas diseñaron un calendario basado en la luna, diferente del solar que usamos hoy. Dividieron el año en 13 periodos de 28 días cada uno, más un solo día adicional, y su ciclo comenzaba el 1 de noviembre. Durante siglos, este sistema quedó en estudios académicos y mitología, pero un hallazgo en Portugal ha vuelto a ponerlo en el centro del debate
El descubrimiento es una joya de plata conocida como la lúnula del tesoro de Chão de Lamas, encontrada en 1913 en la región de Miranda do Corvo, Coimbra. Siempre se pensó que era un adorno, pero un nuevo estudio del profesor Roberto Matesanz Gascón, publicado en la revista Palaeohispanica, sugiere que su diseño geométrico esconde un método de medición del tiempo utilizado por los celtas para sincronizar los ciclos lunares y solares.
¿Qué conexión tiene el calendario celta con la lúnula de Chão de Lamas?
Matesanz sostiene que los círculos grabados en la lúnula representan un ciclo de 114 años, dividido en seis ciclos metónicos. Este patrón astronómico, utilizado en la antigüedad, permitía ajustar los calendarios lunares con el solar.
Esto se relaciona directamente con el calendario de Coligny, hallado en Francia y datado en el siglo II d.C., que es el documento más detallado sobre cómo los celtas organizaban el tiempo.
El calendario de Coligny establecía ciclos quinquenales de 62 meses, sumando un total de 1.835 días. Sin embargo, la incógnita siempre ha sido cómo ajustaban estos periodos al año solar de 365,24 días.
Los símbolos ocultos en la lúnula y su vínculo con el calendario celta
El diseño de la lúnula de Chão de Lamas no parece ser meramente decorativo. Sus patrones geométricos siguen un orden preciso, lo que sugiere que podrían haber tenido un propósito funcional.
- Cinco secciones principales: La lúnula está dividida en cinco partes bien definidas, cada una con diferentes motivos geométricos.
- Círculos concéntricos: Distribuidos de manera simétrica, podrían representar ciclos repetitivos, como los meses o años dentro del calendario celta.
- Pequeños puntos centrales: Acompañan los círculos y parecen marcar una relación numérica específica, posiblemente asociada a los días o lunaciones.
- Disposición matemática precisa: El diseño no es aleatorio, sino que sigue patrones regulares, lo que refuerza la hipótesis de que servía para cálculos astronómicos.
Según el análisis de Matesanz, esta estructura numérica encaja con el sistema calendárico celta. Al desglosar los ciclos, se identifica un periodo de 30 años vinculado al saeculum celta, mencionado por Plinio el Viejo. Sin embargo, al compararlo con el año solar, aparece un desfase de 53 días.
La solución a esta diferencia habría sido la eliminación de esos 53 días cada 114 años para mantener la alineación con las estaciones.
Lo más llamativo es que este número, 53, también aparece en el relato medieval irlandés Baile in Scáil, donde el rey Conn Cétchathach debe esperar exactamente ese tiempo antes de conocer su destino. Esta coincidencia refuerza la idea de que los celtas transmitieron su conocimiento astronómico a través de la tradición oral durante siglos.
Si se confirma la hipótesis de Matesanz, esto demostraría que los celtas no sólo medían el tiempo con una gran precisión, sino que además codificaban ese conocimiento en objetos de uso cotidiano.