La rocambolesca escapada ‘secreta’ por Ginebra de los negociadores del PSOE y Junts

La opacidad es vendida como "discreción" por los negociadores, con mediador incluido

Nadie aclara si al mediador le paga el Gobierno o los partidos que se sientan a la mesa

Ginebra PSOE Junts
Joan Guirado

Se encomendaron a la santa discreción. Dicho en palabras llanas para que lo entienda el votante medio, no habituado al lenguaje de los políticos: a la opacidad. Su objetivo era pasar desapercibidos. No ser vistos. Pero la labor de los periodistas desplazados a Ginebra, como el equipo de OKDIARIO -que fue el primero en llegar- les aguó la fiesta. De ahí que, al ver las cámaras tras la pequeña puerta de llegadas de la tranquila terminal de Ginebra, por estas fechas ya llena de ansiosos esquiadores con ganas de devorar los Alpes suizos, Miriam Nogueras y Santos Cerdán cambiasen su rostro. ¡Pillados!

Ginebra, ciudad de paz e idílica para aquellos que quieren pasar desapercibidos -también los amantes-, era el escenario perfecto para quienes buscaban un revolcón apasionado y fugaz. Y para romper con la monotonía de lo ya conocido, aunque en este caso se han aburrido pronto el uno del otro, teniendo en cuenta el tiempo que hace que estrenaron el romance, Santos Cerdán y un invisible Carles Puigdemont -lo de invisible porque estuvo, pero consiguió no ser visto por las cámaras-, pusieron ya a un tercero en su cama. Bueno, un tercero, un cuarto, un quinto, un sexto y un séptimo. Mientras algunos ejercían de voyeur mirando el ménage à trois. Pero de todos los invitados a la fiesta sorpresa, que duró más de seis horas, sólo se conoció un nombre: Francisco Galindo Vélez. Alias: el Mediador. O el relator. O el verificador. O como le gusta decir a Félix Bolaños, «el acompañante», se desconoce si de lujo o no.

Otra cosa que se desconoce de esta escapada de fin de semana a Ginebra de políticos a sueldo de todos los españoles, y de otros fugados de la justicia, algo así como un erasmus ya pasados los 40, es el lugar de la cita. El escenario de la movida. Iba a ser en la sede de la Fundación Henry Dunant. Un antiguo palacete a orillas del Lago Lemán, a tocar del barrio de Paquis, que en 2018 se hizo famoso para los españoles por certificarse allí el final de ETA. Pero sus puertas y ventanas estuvieron cerradas durante todo el sábado. Sólo unos pocos periodistas recién llegados de España, en búsqueda de la verdad que nadie ha querido aún contar, hacían guardia en la puerta esperando a los señores -y señora, que en esto no hubo mucha paridad- invisibles.

Más de una decena de profesionales de la comunicación, con cámaras y ordenadores en la mano, deambulaban de hotel en hotel por Ginebra. A ver si alguien les había visto. Pero su invisibilidad frustró todo deseo de, como le gusta a todo periodista y merece por respeto la ciudadanía, encontrar la noticia. Unas breves palabras de un Santos Cerdán que seguía con la misma cara de pocos amigos antes de volver a España y un breve comunicado, sin fotos ni nada, era todo lo que Junts y el PSOE ofrecieron de la cita. De las que habrá más, también fuera de España, aunque se desconoce dónde.

Tanto ha sido el hermetismo del fin de semana que incluso este sábado, a las 8.20 de la mañana, los invitados a la fiesta todavía no sabían ni dónde sería todo. Por eso de haber cambiado de ubicación a última hora culpando de ello a los periodistas: «Es que nos seguís todo el rato, así no podemos actuar con discreción». Entiéndase por discreción oscurantismo y opacidad. Lo que busca el que sabe que hace el mal para hacer sus fechorías. Aunque con la diferencia de que los protagonistas de Ginebra son cargos públicos que tienen en sus manos el futuro y la unidad de España.

Ya de vuelta a sus casas, unos en el avión -no sin antes pasar por la sala vip del aeropuerto genovés, que socialistas sí, pero de los de vivir bien-; otros con una noche más en Ginebra, suponemos ahora que sin necesidad de esconderse de la prensa y otros de nuevo en el coche, aunque esta vez no en el maletero de camino a Waterloo, aún queda una última pregunta por resolver. Tal vez la más espinosa de todo romance cuando llega el momento culmen. El de la boda, algo parecido a lo de este sábado, aunque por fases y con una amenaza de divorcio verbalizada por Junts desde Barcelona. ¿Quién pagará la fiesta? ¿A medias o el padre de la novia?

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