Rajoy tumba a un Sánchez que sólo despuntó con la corrupción
El jefe de los de Ferraz no supo contrarrestar la contundencia de las cifras de una España que de largo crece más que ninguno de los gigantes de la zona euro e incluso por encima de los Estados Unidos. Bien porque se había preparado peor el debate, bien porque su bisoñez le impide llegar más allá, y eso que es economista, o tal vez es que el paso por Moncloa agiganta intelectualmente a cualquiera. Quién sabe. Y también, todo hay que decirlo, porque a cada acometida de Sánchez, el de Génova 13 le contraatacaba el penoso legado de Zapatero, «que destruyó 3.400.000 puestos de trabajo».
Lo cierto es que la primera parte de un cara a cara que tuvo mucha más altura que el guirigay a cuatro de hace una semana se lo anotó con claridad, con una comodidad inesperada incluso, el pontevedrés de Santiago. Pedro Sánchez jugó todas sus cartas a una corrupción que en estos cuatro años ha alcanzado una dimensión solo comparable a la del tardofelipismo.
Pero en una contienda en la que se exige a los aspirantes que esbocen qué España quieren de aquí a 2020 el latrocinio no puede adquirir la condición de monotema. No puede ni debe ser el recurso único y menos del challenger, del que reta al campeón vigente. Bárcenas, Bárcenas y más Bárcenas. Sobresueldos, sobresueldos y más sobresueldos. El PP en B, el PP en B y el PP en B. El “Luis sé fuerte, hacemos lo que podemos” que ni siquiera Sánchez supo parafrasear pese a ser siete simples palabras. Y eso que el número 1 socialista estuvo brillante en este apartado y, por unos momentos, puso contra las cuerdas a un rival que perdió unos nervios que hasta entonces había mantenido a buen recaudo.
Los españoles, que normalmente votan con el bolsillo, querían y quieren saber qué se va a hacer para que disfruten de más bienestar, más riqueza y mejor calidad de vida en el cuatrienio final de esta década. El presidente y candidato se mojó. Podrán gustar o no sus recetas, pero al menos nos las desveló. El secretario general socialista fue más impreciso, entre otras cosas, porque lo ciñó todo a esa cara B del PP que, ciertamente, es impresentable. Y, por si fuera poco, Rajoy lo desarboló con la misma marrullera táctica que utilizó Pablo Iglesias: ironía, mucha ironía, y desprecio intelectual.
Hubo momentos de tensión cuando Sánchez le espetó: “Usted no es una persona decente”. El contrincante le respondió, airado, casi fuera de sus casillas, tildándole de “ruin y miserable”. Un lance que en cualquier debate europeo o estadounidense es normal pero que aquí los podemitas de turno, incluido el podemita mayor del Reino, criticaron por “vergonzoso”. Olvidando, por cierto, que Monedero e Iglesias se disputan la vitola de “insultador mayor del Reino”.
Yendo a lo concreto, el candidato del PSOE a la Presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez, acusó al líder del PP, Mariano Rajoy, de no ser un indecente tras desgranar el listado completo de los casos de corrupción que afectan a su partido. El socialista tiró de hemeroteca desde el principio para sacar a relucir el caso Gürtel y al «gurú económico» del PP, Rodrigo Rato. Sánchez sólo despuntó con la corrupción en este cara a cara organizado por la Academia de la Televisión, que en puesta en escena estuvo a años luz del organizado por Atresmedia.
El socialista utilizó un tono contundente, y en ocasiones agresivo, para acusar a Rajoy hasta en 30 ocasiones de ser un presidente que «miente a los españoles». Sánchez puso nervioso a Rajoy al defender que tendría que haber dimitido como presidente del Gobierno tras conocerse los famosos sms de Bárcenas con dos frases para la historia: «Luis, sé fuerte, hacemos lo que podemos». Sin embargo, el líder del PSOE no se sabía el contenido y dijo: «Estemos tranquilos, sé fuerte Luis». La corrupción provocó una auténtica batalla campal entre Sánchez y Rajoy.
El socialista perdió el debate en el momento que faltó el respeto a su rival: «El presidente del Gobierno tiene que ser una persona decente, y usted no lo es», le increpó Sánchez. El socialista enumeró los delitos sobre los que se ha investigado al PP y sentenció: «Usted está fulminando todos los artículos del Código Penal».
«Hasta aquí hemos llegado», contestó el candidato popular. Rajoy se plantó ante Sánchez y le contestó rotundo: «Usted es joven y va a perder estas elecciones. De eso se puede recuperar, de lo que no se puede recuperar es de la afirmación ruin, mezquina y miserable que ha hecho usted hoy. Ha sido una intervención miserable y eso le va a perseguir toda la vida». «Soy un hombre honrado y limpio», respondió Rajoy, asegurando que nunca ha sido llamado nunca a ningún juzgado después de 30 años en política.
El presidente del Gobierno demostró que conoce sus propuestas y programa ‘al dedillo’. Respetó todos los bloques y, en este aspecto, fue un cara a cara con mayor nivel intelectual que el debate a cuatro de la semana pasada. Los líderes de Podemos, Ciudadanos, PSOE y la vicepresidenta del Gobierno, por parte del PP, no tuvieron altura de miras y centraron su discurso en ‘podemadas’ y en el «y tú más» tan de patio de colegio.
Rajoy defendió mediante cifras su gestión económica y criticó la etapa socialista de Gobierno; mientras que Sánchez solo brilló con la corrupción y destacó la «insensibilidad» con los recortes en derechos fundamentales, según el socialista. Rajoy aprovechó para desprestigiar las subvenciones que aprobó Zapatero en materia de energía y Sánchez reiteró que derogaría el «impuesto al sol» que plantea el Ejecutivo.
El primer bloque se dedicó a economía y el candidato del PP dijo que España «ha superado los desequilibrios y es de los estados grandes de la Unión Europea el que más crece». Rajoy reiteró su compromiso de crear dos millones de empleos para que haya 20 millones de trabajadores, después de encontrar una España “al borde del rescate y la quiebra, cuando era el enfermo de Europa». «Usted pinta una España tenebrosa pintada de negro», dijo el popular.
Sánchez no presentó gráficas como sí hizo Rajoy, sino la carta de una mujer de Valladolid que lamenta el recorte en dependencia que ha sufrido. El socialista buscaba un debate de testimonios frente a los datos del Gobierno.
Respecto a Cataluña, Sánchez acusó a Rajoy de inmovilismo señalando que hace un año que no habla con el president de la Generalitat, Artur Mas, y de romper todos los consensos. Por su parte, Rajoy cuestionó las propuestas del socialista con ser un «eslogan» y defender «frivolidades» como trasladar el Senado a Barcelona.
El líder del PP se sirvió de su fina ironía durante todo el debate para desestabilizar a su rival. Así, cuando Sánchez le pedía que le escuchara para aprender algo, éste le respondió: «Eso será difícil». El socialista también le increpó que no conocía ninguna propuesta suya y el popular salió al paso ávido diciendo: «Es que no lee, claro».
Ambos candidatos tuvieron un minuto de oro para redondear su intervención. Sánchez, en la misma línea que en el debate a cuatro, pidió el voto y aseguró que su partido es la única alternativa para el cambio. Rajoy mencionó sus tres pilares «estabilidad, seguridad y certidumbre» para ganarse la confianza de los españoles. En esta ocasión, ninguno se dio la mano al terminar el debate.