El dictador Maduro arremete contra el «violento» Rajoy porque «Cataluña tiene derecho a la democracia»

Nicolás Maduro
El dictador venezolano, Nicolás Maduro, apoyando a los independentistas catalanes contra Mariano Rajoy.

El multiasesino y dictador Nicolás Maduro ha aprovechado la profunda crisis abierta por el sedicioso gobierno de la Generalitat de Carles Puigdemont para arremeter contra el presidente del Ejecutivo, Mariano Rajoy. El mandatario venezolano, cuya brutal represión asesinó a más de 160 personas en la última oleada de protestas contra su tiranía, ha comparecido en la televisión de su país con un discurso oportunista en el que se pone del lado de los golpistas.

Como todos los líderes de los partidos nacionalistas y anticonstitucionales en España, Maduro ha aprovechado para tratar de deslegitimar el mandato democrático del Gobierno de España: «El presidente Mariano Rajoy tiene que responderle al mundo por lo que ha hecho hoy con el pueblo catalán», inicia el dictador bolivariano. Lo hace convirtiendo en su discurso a todos los catalanes en defensores de la independencia, olvidando que entre los habitantes de esa comunidad autónoma son más los contrarios a la ruptura con España que los separatistas.

Según la última encuesta del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO), el CIS catalán, los contrarios a la salida de Cataluña de España son un 49,4% frente al 41,1% de partidarios de la independencia.

«Desde Venezuela, yo digo, desde mi corazón hijo de Simón Bolívar, desde la Venezuela rebelde de la historia, toda nuestra solidaridad con el pueblo de Cataluña», continúa el heredero de Hugo Chávez en el Palacio de Miraflores. Confirma así Maduro su apoyo a la sedición catalana, que demostró posando con una bandera estelada hace unos meses.

Foro Sao Paulo
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, posando con una estelada (Foto: Twitter)

El pasado 23 de abril, día de Sant Jordi —en plena carnicería de sus fuerzas de seguridad y de sus colectivos motorizados que asesinaban opositores en las calles llenas de cientos de miles de opositores democráticos—, el dictador se fotografió con una estelada junto a miembros de la Ítaca, que se hace calificar como ‘organización internacionalista de los Países Catalanes’.

El acto tuvo lugar en Caracas, durante la emisión del documental ‘Maduro: lealtad indiscutible’, dirigido por la venezolana Dayon Moiz y el catalán Lluís Bartra, ambos afines al régimen chavista, que financió un filme centrado en ensalzar la figura de Maduro.

Los concejales de la CUPMaría Rovira, María José Lecha y Josep Garganté, llegaron a presumir de la foto de Maduro sonriente con la bandera independentista catalana en el transcurso de un pleno del Ayuntamiento de Barcelona.

Los autogolpes de Maduro

No hacía ni un mes que Nicolás Maduro había dado un doble autogolpe de Estado en su país para acabar con la oposición de la Asamblea Nacional, cuya mayoría cualificada estaba en manos de la Mesa de Unidad Democrática (MUD). Dos tercios de los escaños del Parlamento venezolano eran propiedad de los demócratas, y Maduro trató de arrebatarle el poder legislativo a través del Tribunal Superior de Justicia del país.

Eso ocurrió el 30 de marzo, la decisión tuvo que revertirla, ante la presión internacional y el rechazo de su propia fiscal general, Luisa Ortega Díaz —hoy convertida en exiliada—. Y desde el día siguiente la oposición convocó a los ciudadanos a la calle: cientos de miles tomaron Caracas y el resto de ciudades principales del país día tras día exigiendo el respeto a la soberanía popular, la convocatoria inmediata de elecciones presidenciales, la liberación de todos los presos políticos y la apertura de un canal humanitario.

Hoy, esa Asamblea Nacional legítima de mayoría opositora ha sido laminada por una Constituyente instituida con una votación manipulada entre seguidores del ‘tardochavismo madurista’: ya no queda ni una institución libre.

Venezuela vive la mayor crisis de su historia. Crisis económica —con una inflación de más del 700%, según el FMI—, crisis política —con todas las instituciones copadas por totalitarios afectos al chavismo— y crisis de abastecimiento —no hay medicinas ni alimentos básicos para el consumo—.

En ese ambiente, la decisión de Nicolás Maduro no fue la de «escuchar al pueblo que exige democracia», como reclama ahora a Rajoy, repitiendo el mismo discurso de sus alumnos españoles de Podemos —Pablo Iglesias, Juan Carlos Monedero e Íñigo Errejón, quienes entre otros trabajaron para él y su Gobierno durante años, y bien pagados—, sino masacrar a los ciudadanos inocentes en las calles.

Más de cuatro meses duraron las protestas y, día tras día, los colectivos incontrolados que sirven de ‘guardia personal’ de Maduro ‘patrullaban’ por las calles en motos de gran cilindrada tiroteando a las masas. Helicópteros de la policía y el ejército bombardearon con botes de gases lacrimógenos a la gente que exigía democracia y libertad en las calles. Y Maduro logró mantener una macabra media de más de un muerto por día hasta mediados de agosto.

Ahora, el asesino se pone del lado de los sediciosos españoles. Forma un grupo insuperable junto al hacker acusado de dos violaciones Julian Assange, fundador de WikiLeaks; la más famosa por ser la viuda de John Lennon que se presenta como artista, Yoko Ono; y el terrorista convicto que se dice «hombre de paz», Arnaldo Otegi… Incluso el golpe de Puigdemont logró hace unos días el apoyo de la banda terrorista ETA.

«Cataluña tiene derecho a la democracia, a la paz, a la libertad», concluye el sátrapa venezolano. Precisamente, lo mismo que él niega a sus compatriotas.

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