LA INVASIÓN RUSA DE UCRANIA

Los presidentes provinciales de Egea abandonan al ex secretario general y juran lealtad a Feijóo

Pablo Casado Egea
Pablo Casado y Teodoro García Egea
Carlos Cuesta

Primero fueron los barones del PP. La dirección del Grupo Parlamentario, acto seguido. Y, la Junta Directiva Nacional ha terminado de consagrar la salida de Pablo Casado de la Presidencia del PP. Pero una franja de poder quedaba viva tras la era de Casado y García Egea: la de los presidentes provinciales. Un área que reconfiguró pasó a paso él ya ex secretario general del PP. Esa franja de poder ya ha dicho adiós al rey muerto. Ya hay nuevo rey puesto y cuenta con su lealtad jurada.

La estrategia de derrocamiento de presidentes provinciales de la vieja etapa del PP fue el santo y seña de Teodoro García Egea durante su mandato. El plan pasaba por controlar ese nivel de poder y hacer una pinza con Génova para debilitar a los barones autonómicos. No se trataba sólo de controlar a Isabel Díaz Ayuso sino a todos los barones.

El plan tuvo un éxito más que notable en cuanto al control de presidentes provinciales. Más de la mitad de estos cargos entró en la órbita de control del secretario general García Egea. Desde Andalucía, hasta Extremadura, Castilla-La Mancha o Castilla y León, fueron el ejemplo de ese rodillo de control del partido.

Pero hoy en día, el rey ha cambiado. Y la lealtad se ha impuesto de forma absolutamente mayoritaria ante el nuevo líder Feijóo. Los barones han acabado con ese esquema de poder, han exigido la salida de Pablo Casado, y la unión de presidentes principales en torno a García Egea se ha acabado.

Todo comenzó el lunes de la semana pasada y después de que Belén Hoyo abriera el melón del Comité de Dirección del PP exigiendo el cese inmediato de Teodoro García Egea. El entonces todavía secretario general se movió rápido y empezó a citar a diputados y senadores en Génova para intentar un cierre de filas urgente y evitar lo inevitable. Y entre esos contactos figuraron, por ejemplo, cuatro presidentes provinciales de Andalucía: un feudo comandado por el barón Juanma Moreno, quien ya hablaba con el resto de líderes territoriales para buscar una solución que zanjase la sangría de votos del PP y el deterioro de la imagen. El objetivo de los contactos era que los presidentes provinciales de Sevilla, Almería, Cordoba y Jaén jurasen fidelidad a Pablo Casado, lo que, de facto, fraccionaba la necesaria unidad de acción del PP andaluz, especialmente en las fechas previas a unas elecciones autonómicas.

No era una jugada aleatoria. El secretario general del PP estaba convencido de que ese nivel de poder le sería fiel. Los contactados ese día fueron, por ejemplo, la presidenta provincial de Sevilla, Virginia Pérez; el de Almería, Javier Aureliano García; el de Jaén, Erik Domínguez y el presidente provincial de Córdoba, Adolfo Molina. Pero el intento fracasó aquel mismo día. Y el deseo de que se jurase fidelidad a Casado y al propio García Egea no fraguó.

Ahora han sido prácticamente todos los presidentes provinciales los que han jurado lealtad a Núñez Feijóo.

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