La política del BCE, clave para evitar una nueva recesión en Europa
La escalada de las primas de riesgo de los países periféricos de la zona euro en los últimos días y el temor a una nueva recesión han devuelto al Banco Central Europeo (BCE) el protagonismo de los peores momentos de la crisis financiera, obligándole a actuar cuando estaba concentrado en luchar contra la inflación. Esa posible recesión, que ya se da por descontada en Estados Unidos, no está tan clara en Europa.
Han sido precisamente los temores a una recesión los que han agitado los mercados en los últimos días y han ensanchado las primas de riesgo, es decir, el coste adicional que tienen que asumir algunos países para financiarse por el hecho de ser menos seguros que Alemania, que es la referencia.
Con el aumento de las primas de riesgo ha vuelto uno de los fantasmas de la crisis financiera, el riesgo de fragmentación de la eurozona, que el BCE se apresuró a atajar con una reunión extraordinaria el pasado miércoles, donde anunció unas medidas que apenas supusieron un pequeño respiro para los mercados.
La decisión de reinvertir con flexibilidad los bonos adquiridos durante la pandemia es sólo «una aspirina» para el analista Juan Ignacio Crespo, algo en lo que coincide el director de Coyuntura Económica de Funcas, Raymond Torres, que cree que solo tendrá efecto a «muy corto plazo».
Más confianza muestran ante el anuncio de un nuevo instrumento antifragmentación, aún por concretar, pero que los expertos consideran que consistirá en algún sistema para adquirir deuda pública de los países cuyos costes de financiación se disparen.
Este instrumento, según Torres a Efe, debería tener fondos ilimitados porque «la especulación puede no tener límite», a lo que el investigador del Real Instituto Elcano, Miguel Otero, añade que hay que evitar una condicionalidad «problemática» como la de los rescates y aboga, en cambio, por algún tipo de negociación.
En cualquier caso, los expertos dan por descontado que el BCE va a auxiliar a los países periféricos. «Italia y España son demasiado grandes para caer», defiende Otero. «El BCE es la salvaguarda de la integridad de la unión monetaria, es una cuestión existencial», coincide Torres.
Pero «si se necesita esa inyección de liquidez, el BCE no va a poder cumplir su mandato» principal, que es controlar la inflación, recuerda el investigador del Real Instituto Elcano: una política monetaria laxa añade dinero a la economía para dinamizarla, elevando los precios; una política monetaria restrictiva pretende bajar los precios encareciendo la financiación, lo que contrae la actividad.
El BCE se encuentra así ante el «dilema» de equilibrar el endurecimiento de la política monetaria para controlar la inflación con la ayuda a los países que lo necesiten, subraya Torres, un equilibrio complicado dado que los países de la eurozona tienen intereses diferentes.
¿Nueva recesión?
Precisamente la forma en que el BCE resuelva finalmente ese dilema será la clave para responder a la pregunta que está en el origen de la volatilidad de los mercados: ¿está Europa abocada a una nueva recesión? «Si se produce una recesión en Estados Unidos es casi inevitable que se produzca aquí también», zanja Crespo, que defiende que los problemas en la eurozona son los mismos que en el país norteamericano: un exceso de demanda por el dinero inyectado en la economía durante la pandemia y falta de oferta por los problemas en las cadenas de suministros y el encarecimiento de la energía.
En su opinión, «antes o después el BCE tomará cartas en el asunto» y tendrá que subir los tipos para controlar los precios, que es su objetivo principal, aunque desconfía de que lo haga a tiempo y con suficiente intensidad.
Otero, en cambio, se muestra más optimista, ya que cree que Europa todavía tiene «mucho que recuperar» tras la pandemia y la inflación se circunscribe al componente energético -sin influencia en la demanda ni los salarios-, por lo que espera una política monetaria menos agresiva que la de la Reserva Federal de Estados Unidos.
«En Europa todavía tenemos margen» para evitar la recesión, coincide Torres, que cree que con una política fiscal «quirúrgica» y medidas adecuadas del BCE «se pueden frenar los factores internos de inflación» y evitar así una subida agresiva de tipos.