Javier Rupérez, de embajador en EEUU a embajador del efectivo: «Nunca he usado Bizum»

Javier Rupérez
Javier Rupérez

Javier Rupérez (Madrid, 1941) lo ha sido todo en la carrera diplomática. Embajador de España ante la OTAN, en Estados Unidos (entre 2000 y 2004), Secretario General adjunto de la ONU, destinado en los setenta en Etiopía, en Polonia, en Finlandia. Ha sido diputado por Cuenca en el Congreso (PP), Senador, presidente de la Comisión de Defensa, portavoz en asuntos exteriores de la UCD, del PP. Y, ahora, es ‘embajador’ del dinero en efectivo, ocupación que, considera, está vinculada a sus «planteamientos ideológicos».

«Unos amigos me comentaron hace un año que estaban montando esta iniciativa, y me pareció que se correspondía con mis planteamientos ideológicos, porque se trata de la defensa de un sistema de pago que tiene que ver con gente que lo necesita, por diversas razones», explica. Se trata, comenta, de «la libertad de los ciudadanos», la defensa del dinero en efectivo «tiene un componente ideológico».

La plataforma Denaria, que engloba desde asociaciones de ayuda a discapacitados hasta agrupaciones de empresas de seguridad, tiene en Rupérez al mejor embajador posible. «Los partidarios del dinero digital dicen que el efectivo va a desaparecer, y eso tiene una visión económica negativa», afirma.

Rupérez, que sufrió 31 días de secuestro por ETA a finales de 1979, sobre el que siempre ha sobrevolado la sombra de Arnaldo Otegui (el hoy líder de EH Bildu no pudo ser reconocido en el juicio por el político español, sus captores iban con las caras tapadas), subraya que no se trata de plantear una guerra entre el dinero efectivo y el digital, sino de defender la libertad de elección de cada uno de emplear un sistema u otro.

«Queremos un sistema abierto, no descalificamos ninguna opción, esto no es una guerra contra nadie, pero el efectivo garantiza la libertad, la privacidad.. Cuando pagamos con tarjeta hay alguien que se está enterando de quién paga, cuánto y a quién; con el efectivo controlamos mejor el gasto, somos más cuidadosos», expone.

El diplomático, político y escritor español no está en contra de las últimas tecnologías. «Sé lo que es Bizum», dice, «pero nunca lo he usado», y cree que el mundo de las criptomonedas es una «catástrofe». Advierte que hay «sectores concretos de la población que necesitan el efectivo, mayores, discapacitados, el mundo rural, los vendedores ambulantes…».

En España, indica, existe un problema de acceso al dinero en efectivo «por los replanteamientos de los sistemas bancarios». Hace diez años, apunta, había 40.000 oficinas bancarias en el país, y ahora hay menos de la mitad. «La reducción de cajeros ha afectado a todo el mundo, pero es evidente que en la España despoblada esto tiene una gravedad tremenda. Hay tres provincias que sufren especialmente esta situación, León, Salamanca y Zamora, donde hay sectores de población que tienen el cajero más cercano a diez kilómetros», señala.

«Los bancos son conscientes que tienen que replantearse estas situaciones, sin perder de vista su negocio, claro, pero seguramente tengamos que ir a opciones público privadas, por ejemplo a través de Correos, o de Ayuntamientos o Diputaciones provinciales», considera.

La crisis sanitaria que estalló en España en marzo de 2020 pilló a Rupérez, que vive en Washington, en Madrid, donde tuvo que quedarse confinado, tiempo que aprovechó para escribir ‘Las crónicas de la pandemia’, muy crítico con la gestión del Gobierno de Pedro Sánchez.

De acuerdo a datos publicados por Denaria, basados en las estadísticas de Banco de España, la retirada de efectivo en cajeros automáticos aumentó un 8,74 % en 2021, hasta alcanzar los 111.131 millones de euros, en contraste con el desplome del 18,36 % registrado el año anterior por las restricciones impuestas por la pandemia.

«Con el Covid hubo reacciones contradictorias, en algunos países aumentó la demanda de efectivo, quizá como refugio de seguridad, y en otros ocurrió todo lo contrario», comenta. «En Suecia, por ejemplo, se pensó que el efectivo iba a desaparecer, y ahora lo están recuperando». Pero asegura que en la actualidad, por los datos que manejan en Denaria, «la demanda de efectivo y el número de transacciones en efectivo ya son similares a los de 2019».

El pasado 28 de mayo entró en vigor la reforma de la Ley del Consumidor, que obliga a aceptar el pago en efectivo en las transacciones, con un límite de 1.000 euros, lo que Rupérez estima como una victoria de la defensa del empleo del dinero en efectivo. Pero ahora está tratando de convencer a los partidos políticos de que ese límite se extienda a los 2.500 euros.

«La idea de que el dinero en efectivo facilita el blanqueo proviene de esas imágenes de la mafia con maletines cargados de billetes», opina. «Pero el fraude ahora mismo es mucho mayor en los sistemas digitales; blanqueo hay en los dos mundos, pero es en el digital donde está ahora la mayor actividad en este sentido», afirma.

Rupérez alude también a la guerra en Ucrania para defender el uso del dinero en efectivo. «Ahora, tanto en Rusia como en Ucrania requieren dinero en efectivo; ante una posible caída de los sistemas informáticos, el efectivo sigue funcionando», señala. «Vivimos situaciones de pirateo informático, de catástrofes naturales, situaciones donde se corta la corriente eléctrica y cae todo, por eso el efectivo sigue jugando un papel fundamental, y lo seguirá jugando en el futuro», añade. El empleo del dinero en efectivo, resume, «es el más democrático, garantiza la privacidad y da sentido viable al funcionamiento de la economía».

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