Un Barça práctico y gris sostiene el pulso al Madrid

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Luis Suárez celebra el gol que marcó al Getafe y que abrió el camino del triunfo azulgrana. (Getty)
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

El Barça salió al Coliseum con la intención de hacerle el truco al Getafe, que no aceptó el trato. Bien pertrechados atrás, ordenaditos como fichas de ajedrez antes de la partida, los azulones no dejaban resquicios entre sus dos líneas de cuatro. Los de Luis Enrique tocaban con mucha parsimonia y poca profundidad.

El Geta defendía con táctica y el Barça atacaba sin ganas. La pelota circulaba despacio en un fútbol anodino e insípido. Sólo cuando el balón caía en los pies de Neymar había algo de vértigo en el juego azulgrana. Tuvo el Getafe una ocasión tras una pared entre Sarabia y Víctor Rodríguez por el erial que es la espalda de Dani Alves. El balón llegó a Scepovic, que controló con el pecho, pero la dio mordida y picuda.

El partido iba oscilando hacia el área de Guaita, que contemplaba sin muchos agobios cómo llegaban los azulgranas con más ruido que nueces. Pero entonces una arrancada de Neymar por la banda izquierda llegó a la incorporación de Sergi Roberto, que la puso con una espuela espectacular para el desmarque de Luis Suárez. El amago con el cuerpo del uruguayo sentó al meta del Getafe, que cayó como fruta madura. Fue un gol para verlo más que para contarlo.

En el segundo tiempo el partido siguió por los mismos derroteros de tedio y mediocridad, con los de Fran Escrivá algo más destapados en busca del empate. Y de un córner a favor del Getafe llegó una contra del Barça que comandó en la conducción Sergi Roberto. El canterano la puso por arriba a la carrera de Neymar, que la empalmó con la zurda para hacer el segundo. Sí, a la contra. Y no le dio calambre ni nada al brasileño. El partido estaba finiquitado.

Quedó tiempo para alguna floritura de Neymar, para que Iniesta volviera a jugar al fútbol y para que el Getafe demostrara su impotencia no ya para hacer un gol, sino para llevar peligro a la portería de Claudio Bravo, que vivió un partido plácido donde lo peor que le pudo pasar es cogerse un constipado.

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