EL LADO HUMANO TRAS LA PANDEMIA

El otro drama de los familiares de mayores en residencias: de los EPI a los tratamientos psicológicos

Residencias mayores
Un mayor en una residencia en una imagen de archivo.
Ignacio Martínez

El asolador paso del covid ha dejado también su huella en las residencias de mayores. Ahora, los Familiares y Usuarios de Residencias de la Comunidad Valenciana (ReCoVa) quieren volver a una normalidad pre pandemia, que llega tras un tiempo muy duro. Subyacen las ganas de ver de nuevo a sus seres queridos, que la pandemia les ha obstaculizado. Ese tiempo ha desembocado en el drama que esos mismos familiares y los propios residentes viven. Algunos directores, en una aplicación amplia de la norma vigente, según relatan desde la citada asociación, permiten a uno de los familiares del mayor acceder con equipo de protección individual (EPI) para ordenar los armarios. Los casos más graves, los de aquellos familiares que no han podido despedirse del mayor. Algunos de ellos, según afirman desde ReCoVa están sometiéndose a tratamiento psicológico por esta causa.

Los familiares de los mayores en residencias abogan por una derogación de la norma de 14 de septiembre de 2021, que es la que aplica la Consejería de Igualdad y Políticas Inclusivas que dirige Mónica Oltra, vicepresidenta primera, a su vez, del Gobierno valenciano que preside el socialista Ximo Puig. La reclamación de esos familiares está fundamentada en que la situación ha cambiado, pero también en algunas cuestiones que les ha tocado vivir.

Desde la dirección de ReCoVa, Ester Pascual confirma que en algunas ocasiones se ven obligados a acudir a instancias judiciales, porque la interpretación de la norma no siempre es amplia y se dirigen bien a la Fiscalía bien al juez para defender lo que consideran un derecho en consonancia tanto con la citada norma como con las necesidades de los mayores y la adaptación a la post pandemia.

Algunos directores sí permiten, según relata, con extremas precauciones, que un familiar haya acudido a ordenar los armarios de la habitación del mayor. En esos casos, y para evitar riesgos de contagio, la dirección del centro ha exigido la utilización de un Equipo de Protección Individual (EPI) para el familiar que leva a cabo esa tarea que para el residente resulta materialmente imposible. No sólo hablamos de personas que, sencillamente, son mayores, sino de perfiles con difíciles patologías y procesos degenerativos, que afectan a los ámbitos funcional y cognitivo.

Pero los casos más graves son los de aquellos familiares que no han tenido la posibilidad de despedirse de su ser querido. Bien sea porque la pandemia estaba en su punto más crítico, bien porque han sido avisados después del óbito debido a las circunstancias. Algunos de esos familiares, según relata Ester Pascual se han visto obligados a acudir a tratamiento psicológico para superar tanto ese episodio como el duelo posterior.

Los casos de las personas que llevan a sus familiares mayores a residencias son variados. Pero sí existe al menos un perfil: el de aquellos hombres y mujeres que no pueden compatibilizar su vida personal y laboral con el debido cuidado de esos mayores. Personas que tienen bajo su responsabilidad a mayores y por consiguiente dependientes, ya sea por edad y/o por patología. Un caso que se agrava cuando hay hijos pequeños, a su vez. Y, finalmente, aquellos que no sólo deben centrarse en una persona dependiente. Son los casos de madres y padres enfermos.

Un abanico de necesidades para el que faltan manos pese a que sobre voluntad. Otros, sencillamente, no pueden levar a cabo la necesaria conciliación entre trabajo, hogar y cuidado de los mayores. Esta circunstancia les impulsa a buscar un marco en el que esos mayores se vean debidamente cuidados sin que esa circunstancia suponga una mayor merma para los familiares. No ya en cuanto a tiempo, que ofrecen todo el que sea necesario, sino ante el horizonte de tener que reducir sus horas de trabajo y, por consiguiente, sus ingresos. En medio de ese drama, su opción es buscar el apoyo de una residencia.

Por ello, sólo piden que el Gobierno valenciano lleve a cabo con la mayor urgencia la reforma necesaria para abrir la nueva relación entre familiar y residente a los nuevos tiempos. De momento, sólo les dicen que sí, pero el cambio no llega.

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